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CINEMA DE PERRA GORDA

CITY OF GHOSTS (2002, Matt Dillon) La ciudad de los fantasmas

CITY OF GHOSTS (2002, Matt Dillon) La ciudad de los fantasmas

Recuerdo cuando, en el momento de su estreno en España, allá por 1983, me llamó mucho la presencia como actor de Matt Dillon en THE OUTSIDERS (Rebeldes. Francis Ford Coppola). Pero lo hizo para mal. La inequívoca referencia ‘jamesdeanesca’ me enervó sobremanera -pocos actores me han irritado más en sus tics e influencias que James Dean, sin dejar de asumir ya de manera inconsciente, que me encontraba ante el mejor intérprete de su generación. Sería algo que confirmaría casi de inmediato la magnífica RUMBLE FISH (La ley de la calle, 1983), también de Coppola, en la que transformaba lo de que sentimental podía tener la primera de sus adaptaciones de la novelista S. E. Hinton, en un grito cinematográfico, envuelto en pathos y fuerza fílmica. Desde aquellos primeros pasos, y pese a la ocasional recurrencia de Dillon en películas no siempre bien elegidas, quedó bastante claro que teniendo como siempre tuvo los mejores rasgos de una estrella de la pantalla -apostura, carisma, vulnerabilidad- este orilló las facilidades que ello le podía proporcionar muy al contrario de intérpretes posteriores -Damon, Pitt, DiCaprio, Clooney- a mi modo de ver muy inferiores en su talento, pero que han sabido gestionar con acierto su carrera, protagonizando -e incluso produciendo- títulos de relieve y asegurando comercialidad su presencia en los repartos, aunque fueran sustituibles con facilidad, por otros intérpretes con más talento pero menos gancho.

Así pues, la andadura de Dillon ha sido tan errática con digna y coherente, destacando con el paso de los años su descomunal retrato del joven drogadicto en DRUGSTORE COWBOY (Drugstore Cowboy, 1989. Gus Van Sant), y -dentro de las perlas ocultas de su filmografía-, el conmovedor esquizofrénico de la magnífica THE SAINT OF FORT WASHINGTON (Ángeles sin cielo, 1993. Tim Hunter). Dentro de esas inquietudes emanadas por un artista sensible y, al mismo tiempo huidizo de los estertores de la fama, surge el rodaje de una adaptación de la novela del popular Barry Gifford, que asumió con un coste superior a los diez millones de dólares sufriendo un enorme fracaso comercial –recaudó apenas poco más de un millón de dólares- y una muy tibia acogida crítica. Quizá este revés es el que ha propiciado que Dillon no haya reincidido en el terreno de la realización, hasta que hace apenas unos meses, presentara su nueva película, el documental EL GRAN FELLOVE (2020), en el pasado Festival de Cine de San Sebastián, por cierto, con buena acogida.

Más allá de sus defectos y virtudes -ya de entrada señalo que CITY OF GHOSTS (La ciudad de los fantasmas, 2002) me parece una película muy desigual pero no desprovista de interés-, lo que es innegable que nos encontramos ante un título que, en buena medida, discurre en esa dirección a contracorriente, paralela a la propia personalidad de su realizador, protagonista y coguionista. Su argumento se inicia al describir con rapidez el trabajo de Jimmy (Dillon) en una poderosa compañía de seguros. La llegada de un huracán llevará a muchos de sus clientes reclamar sus indemnizaciones, lo que provocará que el máximo responsable de la compañía desaparezca. Jimmy tendrá que declarar ante la policía sin encontrar en él culpabilidad alguna. Sin embargo, viajará hasta una convulsa Camboya, al objeto de encontrarse con Marvin (muy eficaz James Caan), el jefe huido, con el que le liga algo más que una relación profesional. Su vivencia en un país sometido a una contienda, envuelto en una sociedad en un nivel de vida casi indigente, y rodeada de unas autoridades corruptas y caciquiles, será el entorno en el que Jimmy tenga que deambular, hospedado en un tugurio de mala muerte comandado por Emile (Gerard Depardieu), sorteando crecientes dificultades y estando a punto de poner en peligro su propia vida. Allí Kaspar (Stellan Skarsgard) le llevará el entorno, rodeado de misterio y de riqueza, de Marvin, quien muy pronto demostrará su alegría al que fuera su mano derecha en la agencia. En medio de estas dificultades y encuentros, Jimmy conocerá a una joven arqueóloga -Sophie (Natascha McElhone)- con la que entablará una apasionada relación, en la subtrama menos atractiva del relato. Es cierto que CITY OF GHOSTS adolece de no pocos desequilibrios. Entre ellos, plasmar en su mayor parte una planificación dominada de cierta voluntad de innecesaria retórica. O que en su metraje aparezcan algunos giros que no poseen excesiva lógica. En cualquier caso, creo que dentro de su condición de propuesta a pequeña escala nos encontramos ante un relato más atractivo de lo que se le reconoció en el momento de su estreno. Dillon logra captar de manera estimulante la atmósfera abigarrada y asfixiante de un entorno exótico, lleno de atrasos, también dominado por un modo de existencia muy diferente al occidental, en el que conviven individuos corruptos -entre ellos, algunos pertenecientes a las autoridades locales-, inmigrantes rusos, o la guerrilla de los Jemen. Un panorama sin duda sombrío que, por momentos, no dejaría de recordarme al planteado en la muy previa y magnífica THE YEAR OF LIVING DANGEROUSLY (El año que vivimos peligrosamente, 1982. Peter Weir), en el que Dillon actor se desenvolverá con carismática facilidad, y en el que personalmente, uno no dejará de destacar esa hermosa historia de amistad plasmada entre el joven protagonista, y el nativo Sok (magnífico Kem Sereyvuth).

Así pues, entre un ámbito sórdido. Entre la añoranza de una paternidad nunca reconocida. Entre un descenso personal a los infiernos, en el que Jimmy se despojará de cualquier atisbo de materialismo, se desarrolla una película que alberga en su metraje pasajes dominados por un extraño pathos -el episodio en el que Marvin va contemplando como desaparecen sus colaboradores, intuyendo el peligro que se acerca ante él; el asesinato del joven colaborador de Sophie, en medio de un antiguo templo; la grabación en video, que muestra a Jimmy y Alli el secuestro de este; la llegada de esa bolsa que contiene el pie amputado del secuestrado; la sorprendente catarsis, en la que estos dos se encontrarán a punto de perder la vida-, se esconde una película que deambula entre lo enfático y lo auténtico, los flecos de una producción acomodada, y los deseos de discurrir por los meandros de la serie B. Esa distorsión que siempre guio la carrera de un excelente intérprete, y que se prolonga en sus otras facetas como artista.

Calificación: 2’5

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