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CINEMA DE PERRA GORDA

NIXON (1995, Oliver Stone) Nixon

NIXON (1995, Oliver Stone) Nixon

Probablemente uno de los mejores fondos sonoros de los que se puede tener para comentar NIXON (1995, Oliver Stone) es el primero de los debates entre Bush y Kerry (me encanta que Kerry levante el vuelo en sus palabras). Viendo films como este la verdad es que te das cuenta que los meandros de la política apenas cambian con el paso de los años.

La circunstancia de gobernantes con contradictorias capacidades, que entran en el terreno de la ilegalidad, que se amparan en la razón de estado y desoyen a los ciudadanos en medidas que crean traumas en la sociedad... La historia de NIXON que nos relata Stone incide en ese discurso de sus entregas sobre el análisis de la Norteamérica de la segunda mitad del Siglo XX. PLATOON (1986), NACIDO EL CUATRO DE JULIO (Born of the Fourth of the July, 1989) o J.F.K. (1991) fueron jalones previos de desigual calado y éxito a los que se suma esta nueva entrega, de un director que de repente dejó atrás sus planteamientos reaccionarios previos alineándose en una visión más crítica con los vicios de una sociedad con enormes fisuras.

No he visto PLATOON, pero sí los otros dos títulos señalados entre los antecedentes del presente NIXON, y hay que señalar que Stone quiso trasladar los fulgores de la que quizá resulte su obra más perdurable –la mencionada J.F.K.-. Pero es evidente que en este caso no nos encontramos ante un mito –todo lo discutible que se quiera-, sino ante un personaje reaccionario y siniestro, por más que el paso del tiempo haya reconocido algunos de los logros de Richard Nixon tras su paso por la Presidencia de los Estados Unidos. Un oscuro personaje que inició su carrera en la tristemente célebre Caza de Brujas del senador MacCarthy, discurriendo por el mundo de la política hasta alcanzar ser mandatario de la Casa Blanca en un periodo convulso tanto en USA como del propio planeta.

Es por ello que NIXON palidece al lado del referente señalado. J.F.K. gozaba siempre el atractivo de lo novedoso, adquiría un formato narrativo que tenía una lógica al tomar como referente la grabación entrecortada del asesinato de Kennedy. Esta película además alcanzaba una cualidad de la que NIXON carece; el saber mostrar de forma siempre ambigua e inquietante la sombra de la conspiración que se sobrepone a los mecanismos de poder. En su defecto, el título que comentamos asume ese formato de montaje sincopado cuando en no pocas ocasiones resulta gratuito y arbitrario.

No convence esa extraña referencia visual que se realiza a la infancia y primeros pasos de Nixon –la obsesiva presencia de la madre-, la presencia de un notorio de orden narrativo que malogra buenas secuencias en deméritos de otros momentos que casi rozan el ridículo –la secuencia en la que Nixon está a punto de fallecer y es llevado al quirófano es patética; la escena imaginaria en la que se rodea de los jóvenes rebeldes ante el monumento a Lincoln-. La excesiva preponderancia del montaje, planos inclinados no funciona de la misma manera, la película abusa de las obviedades dando poco margen a esa capacidad reflexiva y de sugerencia que sí caracterizaba el ya mencionado J.F.K. –que no obstante era igualmente un film desequilibrado-.

Pese a todo lo mencionado, no quisiera hacer parecer que NIXON sea una obra despreciable. Su principal virtud estriba en que –pese a sus oscilaciones en la valía de sus secuencias-, logra mantener el ritmo e interés en sus tres horas de duración, algo más difícil de sobrellevar de lo que pudiera parecer. Al mismo tiempo logra ofrecer un retrato lo suficientemente ambiguo de su personaje central pese a resultar un individuo fácilmente rechazable a todos los niveles –esa obsesiva comparación con Kennedy, su complejo de inferioridad y la sensación de sentirse odiado-. Finalmente, no se puede objetar el acierto que ofrece su completísimo cast, con una selección de tipos y personajes realmente magnífica. Entre todos ellos cabría destacar la estupenda composición de Paul Sorvino como Henry Kissinger –que cuida incluso su característico acento-, y el contrapunto de sobriedad y apoyo que mantiene en todo momento la magnífica Joan Allen como Pat Nixon. En este comentario no puede quedar al margen la composición de Anthony Hopkins en el papel protagonista. Pese a su enorme esfuerzo, creo que se trata de una composición no muy acertada, que incurre en una serie de tics –la incidencia en esa molesta sonrisa que por ocasiones me recuerda al extravagante Liberace- que marcan un trabajo propenso en matices exteriores e histriónicos y, por ello, impiden que un esfuerzo notable se convierta en una interpretación perdurable.

Calificación: 2’5

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