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CINEMA DE PERRA GORDA

49th PARALLEL (1941, Michael Powell) Los invasores

49th PARALLEL (1941, Michael Powell) Los invasores

Al igual que sucediera en el cine norteamericano, muy pronto la cinematografía británica se incorporó a la producción de películas de propaganda anti-nazi, dentro de un esfuerzo colectivo para hacer llegar a las masas las bondades de las libertades democráticas y los declarados peligros del nazismo. Dentro del conjunto de títulos englobados en esta tendencia –en la que reconozco no encontrarme como un especial conocedor-, creo que no es difícil destacar 49th PARALLEL (Los invasores, 1941. Michael Powell), como uno de sus exponentes más valiosos. Lo es fundamentalmente por dos razones; su estricto interés cinematográfico –más allá de que en el conjunto de la película se detecten una serie de irregularidades- y por su carácter de parábola sobre la verdadera imposibilidad –no deja de ser una mirada finalmente bastante optimista- de que el fascismo totalitario logre penetrar en una democracia ya instaurada. Al mismo tiempo, la película de Powell destaca por la originalidad de plantear su argumento desde el punto de vista de los propios soldados nazis, y no como generalmente suele suceder, de la resistencia al mismo.

49th PARALLEL se inicia con unos bellísimos planos aéreos de las montañas y territorios naturales canadienses. Realzada por una magnífica fotografía del posteriormente célebre Freddie Young y el fondo sonoro de Ralph Vaughan Williams, ya hemos tenido la demostración en los propios títulos de crédito, de ser esta una apuesta colectiva especial en la que todos sus participantes lo hicieron a conciencia como una defensa de la democracia. La película está firmada únicamente por Michael Powell –aún no se había formado The Archers, mientras que Emeric Pressburger parte como el principal responsable de la historia y el guión. Ya en los mencionados planos de apertura, destaca en la película un rasgo que a la postre se rebelará como uno de los más valiosos de la misma; esa mirada antropológica a entornos y etnias que nos llevará a ciertos ecos del cine de Flaherty. Se trata de una apuesta que brinda motivos tan hermosos –y creíbles-, como las imágenes de las tribus originarias, o el discurrir de los indios en una ciudad sirviendo como reclamo turístico.

En ese contexto rural canadiense se desarrolla el desembarco de un comando formado por seis nazis que encabeza el teniente Hirth (Eric Portman). Todos ellos han sido destacados de entre la tripulación de un submarino alemán, que poco después logrará ser abatido por las fuerzas aéreas canadienses. A este pequeño contingente se le plantea de inmediato la posibilidad de erigirse como abanderados en la propagación del nazismo en una de las zonas del planeta más destacadas por la convivencia democrática: Canadá. En su huída hacia delante asaltarán en primer lugar la vivienda de un cazador (Finlay Currie) que ha recibido la visita de un joven colega –Johnnie (Lawrence Olivier)-. Precisamente cuando el segundo conoce la noticia de la invasión alemana en Polonia –ha permanecido un año aislado del mundo dedicándose a la caza-, sufrirán el asedio del comando, registrándose tensas situaciones entre ellos, hasta abandonar los nazis el mismo dejando a Johnnie a las puertas de la muerte.

El comando ametrallará indiscriminadamente a los nativos de la zona, incautando y pilotando un avión con el que emprenderán el vuelo, no sin antes haber tenido alguna baja. El aparato tendrá que realizar un aterrizaje forzoso en pleno vuelo, estrellándose en un lago, falleciendo otro de los componentes del comando, hasta que llegan a una comunidad de Hoteritas. Allí serán recibidos con el carácter acogedor que define a sus componentes, hasta que la soflama que realiza Hirth ante ellos, obligará al líder de la comunidad –Peter (Antón Walbrook)-  a que se alejen de ellos. Pero poco antes de iniciar la marcha, uno de los componentes del mismo –Vogel (Nial MacGinnis)-, que siempre había demostrado un alcance más crítico sobre su propia pertenencia al nazismo, será condenado y ejecutado por las tres personas que finalmente quedarán del comando.

Ambos llegarán a la ciudad y se vestirán con ropas habituales, hasta ser localizados en un acto con gran afluencia de público, donde capturarán a uno de ellos. Los dos miembros restantes huirán por parajes naturales, hasta encontrar a un intelectual –Philipp (Lesley Howard)-, quien bajo su aparente frágil carácter muy pronto argumentará su lucha contra el poder totalitario. Ello le llevará a ser reducido, aunque paradójicamente la situación llevará a que el aparentemente débil Philipp logre contraatacar a los dos nazis. Finalmente quedará Hirth, quién huirá en el vagón de un trén, encontrándose en el mismo con un soldado de extraña y abierta personalidad –Andy (Raymond Massey)-, con quién pronto se enfrentará al revelar su condición alemana, siendo finalmente vencido en su intención de alcanzar la frontera con Estados Unidos, gracias a una curiosa argucia legal que le devolverá a Canadá.

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Creo que seis décadas después de su realización, lo que ha hecho envejecer ligeramente 49th PARALLEL, es precisamente su abierta condición de parábola que registra un conjunto estructurado –de forma bastante inteligente, todo hay que decirlo-, en diversos episodios que conforman otros tantos planteamientos. Algunos de ellos –a mi juicio, los dos finales-, se caracterizan por un cierto tono discursivo que desmerecen del metraje previo, pero ni que decir tiene que la manera con la que se engarzan estas subtramas es en algunas ocasiones brillantísima –y pienso en ese vuelo que permite abandonar de forma impecable el marco del fragmento inicial-. De igual modo, el retrato psicológico que se realiza de sus diversos personajes es algo desigual –no incide demasiado en ellos la extensión de su presencia en pantalla-, aunque tiene a  mi juicio su exponente más logrado en el soldado Vogle, del que el Nial MacGuinnis –el inolvidable satanista de THE NIGHT OF THE DEMON (La noche del demonio, 1957. Jacques Tourneur)- realiza un trabajo espléndido. Quizá incidiera en ello un especial interés por parte de Powell y Pressburger, al intentar reflejar en él esE importante sector de soldados nazis en el fondo no afectos con las consignas hitlerianas, pero a los que quizá una debilidad de carácter casi les obligó a verse forzados a formar parte del régimen alemán.

En todo caso, si algo permanece vigente en esta película, es la de una interesante realización cinematográfica, en la que destacan esas constantes búsquedas formales del cine de Powell, que quizá en esta ocasión se integran mejor en el conjunto del film que en otros ejemplos posteriores. Más allá de la intensidad con la que es narrada la aventura física –y posterior accidente- de los nazis con el avión que interceptan, se pueden destacar varios excelentes momentos en una película ciertamente generosa en ellos. Por ejemplo, citar el magnífico travelling lateral, lleno de intensidad, en el que se muestra el avance del personaje que interpreta Leslie Howard mientras realiza la cuenta atrás de las balas que quedan en la pistola del nazi al que persiguen, la expresividad con la que se muestra la extrañeza de los nazis al llegar a la gran ciudad, en la que se desenvuelven como auténticos extraños, la magnífica situación -casi hitchcochiana- que se desarrolla entre una multitud que asiste perpleja al anuncio de que entre ellos se encuentran los tres nazis supervivientes. Pero previamente se han ofrecido los dos mejores momentos de la película. Uno de ellos es la frialdad que registra el ficticio y repentino proceso que se registra contra Vogel, que culminará con su ejecución en pleno y sombrío amanecer campestre y, por encima de todos ellos, el que para mi supone el momento más logrado de la función. Se trata de aquel en el que el propio Vogel entrega a Johnnie el rosario que este ha pedido malherido. Lo hará a escondidas de sus compañeros, y para intentar convencerse de su propia fidelidad el Reich, también a solas dibujará seguidamente una esvástica en una pared. Una forma magnífica de describir la dubitativa psicología de un personaje.

Calificación: 3

2 comentarios

nike shox o'nine -

Sit not sad because that time a fitful aspect wearied

Lord Gay Rose -

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