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CINEMA DE PERRA GORDA

LORD LOVE A DUCK (1966, George Axelrod)

LORD LOVE A DUCK (1966, George Axelrod)

En la búsqueda de todo aficionado al cine se albergan nombres y títulos de películas buscadas durante años, y que a priori apuntan previsibles placeres personales, quizá por sus temáticas, los créditos que las hicieron posible o el periodo y género en que se encuentran enclavadas. Para mi, LORD LOVE A DUCK (1966) ha sido durante bastante tiempo uno de dichos ejemplos, a partir de varios de los elementos barajados anteriormente de forma genérica pero, sobre todo, por el hecho de ser la primera de las dos únicas películas que dirigió uno de los guionistas más admirados por mí; George Axelrod. Como no podía ser de otra manera, Axelrod se enfrentó con una extraña película incrustada dentro de la comedia, pero abordando un progresivo matiz negro, unido al hecho de apostar abiertamente por el uso del blanco y negro –una de sus mayores cualidades, obra de Daniel L. Fapp- y un aire al margen de los grandes estudios que fue quizá el elemento que favoreció su fracaso comercial, pese a la satisfacción que Axelrod siempre manifestó por su resultado, y a la que el paso de los años la ha convertido en una auténtica cult movie. Comprenderán mi previsible entusiasmo al poder acceder a este título, que me permitía ir completando mi visión de ese último gran periodo dorado de la comedia norteamericana. Lamentablemente, estas expectativas no se han visto ratificadas, en la medida de encontrar un título de un humor poco atractivo o quizá superado bajo mi punto de vista, que logra remontar su escaso nivel en su último tercio de metraje, y en donde además de alguna manera cabe cuestionar su relativa originalidad en la medida que toma otros referentes de la época, aunque bien es cierto que puede establecerse como enlace en la continuidad de una vertiente que tuvo su prolongación con cierta incidencia en años inmediatamente sucesivos.

 

Tras unos títulos de crédito dominados por una música ye-ye que se reiterará a lo largo del metraje, una sucesión sincopada de planos cortos y situaciones que preludian la acción que se irá sucediendo en la película –y en donde en alguno de los planos aparece el propio Axelrod ejerciendo sus funciones de realizador-, contemplaremos la persecución de Allan (Roddy McDowell) por parte de un grupo de estudiantes. Este logra atrincherarse dentro del insituto, narrándonos los motivos que le han llevado a una situación tan extrema. El relato nos contará el encuentro y la relación posterior mantenida con Barbara (Tuesday Weld), una muchacha encantadora y también astuta, quien pronto irá encontrando su camino para lograr establecerse en la vida aunque ello en un momento dado le lleve a incluso menospreciar a su madre –quien se suicidará amargada- o casarse con un estúpido consejero matrimonial, llegando incluso a consolidarse como actriz cinematográfica. Un contexto en el que Allan ejercerá –a partir de verse rechazado por esta-, como auténtico “pepito grillo” ejecutor de diversas tácticas para eliminar al marido de su amada.

 

La propuesta argumental –que parte de una novela satírica de Al Line, que participó igualmente en el guión junto al propio Axelrod-, introducen en su desarrollo una mirada vitriólica sobre la cultura norteamericana de los años sesenta, especialmente centrada de las generaciones más jóvenes. Es por ello que discurrirán estudiantes abobados –en un travelling que nos recuerda mucho el cine de Jerry Lewis-, los bailes en la playa típicos de la misma, el moralizante aire cristiano integrista de diversas soflamas emitidas en programas dirigidos a parejas jóvenes, o en la existencia de un sector dominado por la mezquindad y la hipocresía más atroz. Es más, y para que no falte ningún elemento, nos encontraremos con un productor cinematográfico caracterizado por auspiciar películas enclavadas en la serie Z, quien se muestra interesado en Bárbara. En cualquier caso, he de reconocer que todo este recorrido no me produjo un especial interés. Aunque aquí y allá se observan detalles inteligentes y alusiones de agudo observador, quizá es que no fui capaz de traducir el elemento humorístico o sarcástico de la propuesta, aunque bien es cierto que su rumbo se eleva en el tercio final, coincidiendo con la presencia de un elemento intensamente melodramático –la humillación que sufre la madre de Barbara; una estupenda Lola Albright, y el posterior suicidio de esta-. Todo ello descrito en unas secuencias caracterizadas por su negrura fotográfica, rompiendo totalmente con la vertiente satírica seguida hasta entonces, y logrando el fragmento más valioso del conjunto. Sin embargo, cuando de inmediato la película recupera su personalidad cómica, lo cierto es que sus secuencias –centradas en los diferentes intentos de asesinato del marido de Bárbara-, si que logran la necesaria entidad como screewall comedy, y su aire es evidente tienen su influencia en el cine de Frank Tashlin.

 

Antes señalaba que LORD LOVE A DUCK contiene ciertas referencias de títulos previos insertados en esta corriente. El más contundente de todos ellos es la admirable THE LOVED ONE (Los seres queridos, 1965), de la cual retoma no pocas situaciones concretas, así como la apuesta por el blanco y negro cinematográfico y el aire iconoclasta del conjunto. Pero al mismo tiempo, el film de Axelrod permite recordarnos exponentes que prolongarán este tipo de comedia, con títulos como DON’T MAKE WAVES (No hagan olas, 1967. Alexander Mackendrick) o la muy poco conocida y generalmente escasamente valorada OH MAM, POOR DAD, MAMA’S HUNG YOU IN THE CLOSET AND I’M FEELING SO SAD (1967, Richard Quine) –en la que por cierto también participó esporádicamente Mackendrick- como realizador de secuencias adicuionales. Dentro de dicho contexto, creo que la apuesta de Axelrod se queda en un discreto segundo plano, muy por detrás de la rotunda obra de Richardson, o las interesantes comedias de Mackendrick y Quine. A este respecto, cabe destacar que en LORD LOVE… asume el papel protagonista masculino Roddy McDowell –intérprete secundario en THE LOVED ONE-, mientras que curiosamente su papel parecía estar configurado para interpretarlo Robert Morse, el olvidado actor cómico norteamericano de aquellos años.

 

Y es así, entre personaje siniestros –el que encarna la ya veterana Ruth Gordon-, destruidos por abordar una moral diferente a la oficialmente establecida –la madre de Bárbara, que trabaja como cabaretera-, se plasma una fauna humana francamente poco recomendable, redondeando la mirada a un modo de vida y repasando con ello buena parte de los sectores y estamentos que conforman la misma. En definitiva, un título  menguado en su verdadero interés, interesante en su tramo final, y que discurrió como un intento de aunar las corrientes más satíricas en aquellos momentos existentes en la sociedad norteamericana, proponiendo una mirada por momentos absurda, y en otros dominada por claves de comedia a mi juicio hoy día poco comprensibles. Una pequeña rareza pero, ante todo, una película tan simpática y representativa del periodo en que fue realizada, como escasamente recordable.

 

Calificación: 2

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