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CINEMA DE PERRA GORDA

FLYBOYS (2006, Tony Bill) Flyboys. Héroes del aire

FLYBOYS (2006, Tony Bill) Flyboys. Héroes del aire

En unos tiempos donde la digitalización, el abuso de planos cortos y el bombardeo de machaconas y sospechosamente similares bandas sonoras, han convertido el cine de acción –a través de cualquiera de sus vertientes-, en un ejercicio tan molesto de contemplar como el hecho de masticar un chicle que se sabe que no tiene sabor alguno, una película como FLYBOYS (Flyboys. Héroes del aire, 2006. Tony Bill) debe verse con relativo agrado. Digo relativo, en la medida que nos encontramos con una propuesta de evasión que realmente jamás sobrepasa la barrera de la discreción. Pero el mero hecho de encontrarnos en nuestros días con un exponente que nos ofrezca cerca de dos horas y cuarto de entretenimiento, que intente al menos esbozar una serie de personajes –cierto, jamás dejan su condición de estereotipos, pero en ellos se intuye una cierta humanidad-, y que de alguna manera logre evocarnos un cierto aliento clásico, ya es algo que deba, al menos, provocarnos a una cierta simpatía.

 

El film de Tony Bill –al que recordarán como joven y grisáceo intérprete en títulos del cine de los setenta, como SHAMPOO (1975. Hal Ashby)-, no se anda con rodeos. En muy pocos minutos logra definirnos –muy a grandes rasgos-, el conjunto de pilotos que protagonizarán esa escuadrilla de norteamericanos, unidos por diversas circunstancias al ejército francés en la I Guerra Mundial, en su lucha contra Alemania. Cierto es que esa insuficiencia en el retrato de personajes llevará aparejada una incapacidad para profundidad en sus psicologías, pero si más no, al menos ofrece la suficiente claridad para enganchar al espectador en un relato tan previsible como ameno, en líneas generales rodado con ritmo y buen pulso en el que ¡ay!, tampoco lograremos desembarazarnos de ese ya mencionado y siempre molesto fondo sonoro musical, encargado de enfatizar lo que ya la cámara y el departamento de trucajes, logran en este caso convertir en algo suficientemente verosímil. Será en esa combinación de secuencias intimistas y combates, en la contemplación de bajas que alterarán la moral de los pilotos, pero que al mismo tiempo les llevarán a comprender la realidad de donde se encuentran, y en una tímida y nihilista visión de la guerra, donde adquirirán conciencia de su papel en definitiva impersonal –aunque ejecutor de órdenes superiores-, a la hora de decidirse el fin de la contienda.

 

Hay que decir que FLYBOYS se entronca de forma bastante ajustada, a propuestas de cine de aviación realizadas en décadas precedentes, incluyendo en sus imágenes y secuencias lugares comunes ya vistos en otros títulos de esta vertiente –por ejemplo, el romance que Rawlings (James Franco) mantiene con una joven francesa, y que finalmente quedará como motivo de recuerdo y evocación-, o el tan deseado combate final contra “El Halcón Negro”, piloto alemán indestructible al que Rawlings liquidará disparándole con pistola en pleno vuelo, vengando con ello la muerte que este infringió a su jefe Cassidy (Martin Henderson). Son todos ellos, episodios que hemos podido contemplar antes en la iconografía del subgénero de aventuras aéreas, y que en esta ocasión se retoman con convicción aunada de ligereza. En este sentido, me gustaría intentar evaluar FLYBOYS en función de otros títulos precedentes del subgénero. En este elemento concreto, diríamos que el título que nos ocupa podría tener su equivalencia en THE RED BARON (El barón rojo, 1971) uno de los últimos títulos en calidad de director de Roger Corman. De tal modo, podríamos ubicarlo por encima de THE GREAT WALDO PEPPER (El carnaval de las águilas, 1975. George Roy Hill), aunque por debajo de otra visión de la Escuadrilla Lafayette, que en 1958, rodó William A. Wellman, con Tab Hunter como protagonista.

 

Dentro de estos referentes, lo cierto es que el film de Bill lograr resistir las comparaciones, también quizá por que ninguna de ellas resultaba especialmente memorable. Ello le permite discurrir sus elementos temáticos y la lógica de su acción de una manera libre, y al mismo tiempo servirá para ofrecer a su joven protagonista su enésima oportunidad de convertirse en una gran estrella hollywoodiense. Me refiero a un James Franco que no logra dejar de lado todos los reiterativos tics que se hacen dueños de su personalidad artística, aunque en ocasiones sí que logra elevarse sobre ellos y demostrar ese carisma que, lo queramos o no, aún no ha logrado transmitir en ninguna de sus interpretaciones.

 

Mas allá de ese rasgo concreto, lo cierto es que FLYBOYS se llega a disfrutar en la medida de tener que admitir que nos encontramos con una propuesta destinada a todos los públicos y que, bajo su estructura, al menos no insulta la inteligencia del espectador a la hora de ofrecerle una historia más o menos atractiva. Dentro de la misma, me gustaría destacar la fuerza y garra que demuestran episodios como el que protagoniza un joven soldado que se ha estrellado y cuya mano ha quedado enganchada. Rawlings acudirá hasta allí sorteando los disparos alemanes, para lograr llevárselo y, viendo que su mano no puede ser rescatada, se la corta para poder llevarle hasta el hospital. De similar intensidad será el proceso del ataque el Hindemburg, que se ejecutará con la autoinmolación de Cassidy. El film de Bill finalmente, mostrará el futuro de los cuatro componentes del comando que lograron sobrevivir, ninguno de los cuales se dedicó a la aviación. Simplemente para ellos, la experiencia de la I Guerra Mundial les llevará a mantener el recuerdo de jóvenes compañeros y también, por supuesto, la añoranza por muchachas europeas con las que muchos soldados encontraron apasionados amores. En definitiva. Nada nuevo bajo el sol, pero sí al menos con un mínimo de dignidad industrial, profesional, y emocional, que finalmente es la base que ha permitido la dignidad de la propuesta.

 

Calificación: 2

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