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CINEMA DE PERRA GORDA

DIGGERS (2006, Katherine Dieckmann)

DIGGERS (2006, Katherine Dieckmann)

DIGGERS (2006, Katherine Dieckmann) es un ejemplo pertinente de film pequeño y  rodado casi al margen de la industria, que se encuentra presente en el cine norteamericano de los últimos años. Títulos intimistas, simpáticos y ocasionalmente atractivos, que revelan una mirada crítica y al mismo tiempo nostálgica sobre un periodo más o menos cercano de la vida de su país. En esta ocasión, el film de la debutante Dieckmann –de la que podemos encontrar actualmente en cartelera MOTHERHOOD (Madre en apuros, 2009)- intenta formular una visión definida por su alcance evocador y nostálgico, pero en la que no deja de introducirse un elemento irónico y matices reveladores de alcance crítico, que bien podían trasladarse hasta nuestros días. En cualquier caso, DIGGERS se centra en la singladura vital de un grupo de amigos de Long Island, dedicados a la pesca de las almejas en dicha costa. Un grupo de seres encaminados ante una forzada madurez que realmente apenas atisban en sus espíritus jóvenes y al mismo tiempo dominado por la rutina, en el que la implicación con un contexto casi rural, de alguna manera ejerce como frontera para lograr la realización de todos ellos como auténticos seres humanos.

 

A partir de esta delimitación temporal de la película –ese verano de 1976 que concluyó con la elección de Jimmy Carter como presidente de los Estados Unidos- la película no deja de mostrar la incidencia que se planteó durante uno de los debates presidenciales, en la que un imprevisto apagón dejó en pantalla a los dos candidatos; Ford y Carter, sin saber que hacer durante bastante minutos. En definitiva, se trata de elementos que marcan de manera importante en el logro de una ambientación totalmente creíble, en la que tanto los vestuarios, la manera de decoración y cualquier otro elemento, representa por completo el periodo abordado por la narración, a través del cual se exteriorizará el desamparo existencial que rodea a esa mirada coral, en la cual un grupo de amigos y muchachos irán “vegetando” tras el rito diario de la captura de almejas, en unas aguas que han sido en su mayor parte cerradas y adquiridas por empresas multinacionales, limitando con ello el desarrollo profesional de todos ellos.

 

En cualquier caso, el elemento de partida de le película lo proporcionará la inesperada muerte en alta mar de un viejo patriarca, cuyo hijo –Hunt (Paul Rudd)- asumirá la preparación de las honras fúnebres, sirviendo esta desaparición como punto de inflexión en la andadura vital de un joven encaminado a una madurez forzosa. El hecho de no haber podido estar con su padre en los últimos momentos de este –se quedó durmiendo cuando este cogió su vieja barca para iniciar su jornada habitual-, supondrá un remordimiento para alguien que intenta representar su deseo de evadirse de la rutina de su vida, con su afición a la práctica de la fotografía con cámara Polaroid –siempre logrando imágenes de objetos estáticos y no vivos-.

 

A partir de la presencia de este personaje central –al que Rudd otorga una autenticidad y sensibilidad notable en su interpretación, demostrando que se trata de uno de los intérpretes más valiosos e infravalorados del cine USA, aunque al menos en los últimos años se le reconozca su enorme capacitación para la comedia-, DIGGERS extiende su relato dentro de un alcance coral, a partir de una narración dominada por lo apacible de su tono, dirigiéndose fundamentalmente a una mirada contemplativa en la que ciertamente se echa de menos una mayor densidad en el conflicto dramático, mientras que por otro lado nos encontremos dentro de un relato común –bastante común dentro del cine USA-  caracterizado por la sinceridad que emana a partir de su notoria carencia de pretensiones. Es dentro de dichos límites, donde cabe apreciar un relato en voz baja, en el que se combinan no siempre con acierto elementos de comedia bufonesca, habituales en el cine puesto en práctica por personalidades como David Wain y Ken Marino –componentes del grupo The State-, con un alcance y una mirada dominada por el intimismo, rasgo este donde la película alcanza sus mayores cotas de calidez. En este sentido, que duda cabe que una de las virtudes más notables de DIGGERS reside en su espléndido ensemble cast, ofreciendo un conjunto de interpretaciones contrapuestas, todas ellas dominadas por la entrega y la complicidad. Con su decidida implicación, la aplicación de una puesta en escena transparente, reposada y afortunadamente no demasiado dominada por elementos visuales dogma, y un cierto equilibrio en la gradación del relato, si más no, al menos logran perfilar una pequeña pero entrañable película, cuidada en el alcance de una ambientación temporal muy determinada, configurando un determinado grado de simpatía precisamente por su corto alcance. Evidentemente, estamos en este caso muy lejos del alcance y la fuerza revulsiva de títulos como THE LAST PICTURE SHOW (La última película, 1971. Peter Bogdanovich) –que me sigue pareciendo una de las últimas obras maestras del cine norteamericano-, pero no por ello podemos desdeñar la capacidad evocativa de un título todo lo previsible que se quiera, pero que alberga en sus imágenes, sencillas y serenas, no pocas reflexiones sobre la búsqueda de una realización plena en el colectivo que puebla su ficción. Es indudable que el planteamiento daba para más, sobre todo en las posibilidades que mostraba el mencionado personaje de Hunt. Sin embargo, en todo momento podemos detectar elementos que se dirigen a esa indagación de personajes –la película ofrece toda una gama de perfiles psicológicos-, sin que los mismos en ningún momento se inserten dentro del peligroso límite del estereotipo. Es precisamente en esa autenticidad que destila la galería de seres que puebla los fotogramas del film de la Dieckmann, donde finalmente se encuentran los elementos más perdurables y atractivos de una película todo lo insignificante que se quiera, pero que revela a una realizadora sensible y dotada de una indudable capacidad de observación de los comportamientos y debilidades humanas. No es poco.

 

Calificación: 2’5

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