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CINEMA DE PERRA GORDA

UNSTOPPABLE (2010, Tony Scott) Imparable

UNSTOPPABLE (2010, Tony Scott) Imparable

¿Recuerdan SPEED (Speed: máxima potencia, 1994. Jan De Bont)? Pues aquella referencia, trasmutando aquel autobús por un tren que cobra una velocidad creciente y endiablada, nos vendría a ofrecer una especie de reedición de un  tipo de cine en el que no cabe la más mínima mirada en torno al trazado psicológico de sus personajes, encontrando no pocos resabios de otras referencias como las que proporciona la serie LETHAL WAPON (Arma letal, 1967. Richard Donner). Es decir, que UNSTOPPABLE (Imparable, 2010. Tony Scott) hay que asumirla –y en la medida de sus limitadas posibilites, disfrutarla-, a partir de la acumulación de estereotipos, y de un guión en el que se aprecia un escasísimo margen para las sutilezas. Será la mínima base que servirá para que la situación de partida sea estirada al máximo, brindando poco más de hora y media en la que la ausencia de una auténtica densidad, sea sustituida siquiera sea de manera menguada por un sentido del espectáculo más o menos eficaz. Partiendo de dichas coordenadas, y no saliendo nunca dentro de unos márgenes de previsibilidad, lo cierto es que UNSTOPPABLE se eleva como un moderado pasatiempo, que parte de la base de la unión de dos personajes estereotipados, pero al mismo tiempo reconocibles en este tipo de bodies movies. De un lado el veterano; un conductor de color que está punto de someterse a una indeseada jubilación –Frank (Denbzel Washington)-, quien será unido a un joven oficial de ferrocarriles, que cuenta con ascendencia familiar para ocupar el puesto de trabajo que desempeña –Will (Chris Pine)-. Ambos serán el eje de una función, que se iniciará de manera inesperada, cuando un tres que sobrelleva una importante cadena de vagones y, sobre todo, cargado con un muy peligroso combustible, se abstraiga de todos los controles previos, dirigiéndose sin tripulación a una carrera desenfrenada que está predestinada a una zona de gran población, donde se encamina a provocar una catástrofe de grandes dimensiones.

Seguro que todo ello no les podrá sugerir ningún elemento de sorpresa, y en nada se equivocarán cuando la película finaliza como lo hace, después de un recorrido lleno de penalidades e iniciativas destinadas a provocar el desenfreno del tren que cada vez asume una mayor velocidad. Sin embargo, y aún asumiendo tanto esa ausencia de sorpresa final, como el cúmulo de estereotipos que Scott va proyectando a lo largo de su metraje, es innegable destacar que UNSTOPPABLE queda definido como un producto ameno y entretenido, en el que la asunción de sus propias convenciones son las bases sobre las que se sustenta un espectáculo tan frágil como provisto de agilidad y ritmo. Tan previsible como en algún momento incluso apasionante. Ni que decir tiene que Scott se abandona a una planificación en la que no podemos hablar de narrativa seria. En su defecto, se introduce de lleno en una acumulación de planos –de la que sobran muchos, todo hay que decirlo-, dentro de esa hipertrofia visual que ha sido moneda corriente en su cine. Por fortuna, y pese a su carencia de densidad, esta misma característica es la que en esta ocasión emerge con una cierta pertinencia, en la única búsqueda de un suspense postizo que funciona dentro del estereotipo. Una espiral en la tensión de una situación única, por más que esta se adorne con la circunstancia personal que hasta ese momento sobrellevaban los dos protagonistas –uno de ellos a punto de ser jubilado, el otro viviendo una crisis sentimental-, que es insertada en una acción que irá acrecentándose según la marcha del tren sin tripulación va aumentando hasta adquirir tintes asesinos.

Ni que decir tiene que estamos muy lejos de hitos de esta vertiente, que forjaron el pasado del cine mundial. Referentes como el mítico LE SALAIRE DE LA PEUR (El salario del miedo, 1953. Henri-George Clouzot), vienen a colación en su oposición con esta embarullada sucesión de planos, en el que la auténtica ausencia de puesta en escena queda sustituida por esa búsqueda de una escalada en la tensión que, si más no, al menos permite que el espectador se olvide tanto del sentido de la lógica y el rigor, imbricándose en una aventura descabellada, en la que la sobreexposición de planos y efectismos narrativos va aparejada de una tímida interrelación entre sus dos protagonistas, entre los cuales sus dos intérpretes, el excelente Denzel Washington y el emergente Cris Pine brindan una nada desdeñable química. Y es que, si más no, esto es lo que ofrece UNSTOPPABLE; un espectáculo en el que en todo momento sabes lo que va a suceder, que no está elaborado con materiales y tintes de nobleza, pero al que no se puede negar una mínima eficacia como tal producto precocinado. Si a ello sumamos su carencia de trascendencia y la relativa humildad con la que está ejecutado, nos permitirá concederle el beneficio de una bienintencionada mediocridad. Más cabría quizá recurrir al calificativo de discreción, a la hora de efectuar una mirada más o menos condescendiente a un producto de acción en el que aquí y allá podemos atisbar ecos y referencias de tantos otros títulos que han sido santo y seña de la huída del cine de acción, por recovecos tan cercanos a lo comercial y lo atropellado, como alejados de un siempre necesario rigor. En definitiva, quizá sea pedir peras al olmo. Es por ello que disponer al menos de un rato de acción trepidante, aunque en ella se esconda la vacuidad más absoluta, es hoy día un mínimo exigible a la hora de visionar una propuesta tan fácil e incluso trepidante de digerir, como igualmente previsible en el olvido… aunque al menos no asome por sus atropellados fotogramas el fantasma de la irritación –tan propia en el cine de cineastas coetáneos como Michael Bay-. Ya es algo.

Calificación: 1’5

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