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CINEMA DE PERRA GORDA

Adam Wingard

THE GUEST (2014, Adam Wingard) The Guest

THE GUEST (2014, Adam Wingard) The Guest

Para poder saborear los considerables alicientes que ofrece esta extraña pero menos THE GUEST (2014, Adam Wingard), en mi caso voy a partir del desconocimiento previo de la andadura de su realizador. Por el contrario, forzosamente me introduzco de maneras desprejuiciada en esta extraña y regocijante mixtura de thriller, crónica de una América aún con resabios rurales y puritanos, destacada en su ascendencia y estética eighties. Y es que, dejando en segundo término la singularidad de su trazado, el film de Wingard acoge en su seno influencias tan contrapuestas como puede ser la de cineastas como Tobe Hooper o Brian de Palma –sobre todo en su parte final-, el Richard Kelly  de DONNIE DARKO (2001), o incluso el Pier Paolo Pasolini de TEOREMA (1968).

De todos estos referentes, e incluso de personajes cinematográficos como el propio TERMINATOR –en quien podemos encontrar un trasunto de su protagonista-, asume su respectiva parcela esta insólita indagación en la fragilidad de la supuesta fortaleza de la familia norteamericana. Un contexto que en la película vendrá dado por los Peterson. Un matrimonio en el que el padre discurre por libre, y su madre se encuentra traumatizada por la trágica muerte de su hijo en la guerra –la primera secuencia nos describirá a la perfección dicha circunstancia-. Por su parte, sus dos hijos serán consecuencia de un matrimonio escasamente avenido. La hija mayor –Anna (Maika Monroe)-, vive su juventud con total libertad, estando ligada sentimentalmente con Zeke (Chase Williamson), un joven que trafica con pequeñas cantidades de droga, y no cuenta con el afecto de los padres de la muchacha. El hijo pequeño es Luke (Brendan Meyer), un joven introvertido y constantemente humillado por sus bravucones compañeros de instituto, a causa de su supuesta homosexualidad. En ese ámbito tan poco alentador, la inesperada aparición de David (un tremendo Dan Stevens, comiéndose la película a dentelladas), pronto aparecerá como un revulsivo no solo para la familia Peterson, sino para el conjunto de esa sociedad aún rural y cerrada en sí misma. Como si fuera un trasunto del Terence Stamp en el ya citado film de Pasolini, y sin sus connotaciones ideológicas y metafísicas, David se presentará como un íntimo amigo del desaparecido hijo de los Peterson, transmitiéndole el mensaje que este les dejó señalándoles que les quería a todos. Sin embargo, por debajo de tan pueriles argumentos pronto iremos percibiendo que tras el magnetismo que esconde el joven licenciado, se esconde alguien calculador, consciente de sus armas psicológicas, de su propio atractivo físico –la secuencia en la que Anna se encuentra con él saliendo del baño, solo cubierto por una toalla-, y de poseer un oscuro mundo interior, que el espectador percibirá de manera parcial, y que también irá descubriendo la joven, a partir de una conversación telefónica que esta escuchará inadvertidamente.

Será a partir de ese momento, cuando el rasgo visual del film de Wingard, irá combinando era aura sinuosa que hasta entonces le ha caracterizado, para insertarla con un contexto más abrupto, con la presencia de agentes especializados, que conoceremos desean capturar a un auténtico asesino en serie, mutado en base a un peligroso experimento. Mientras tanto, David se plantea como una especie de mesías que intenta resolver los problemas de su familia, exteriorizando para ello la bestia que late en su interior. Y es precisamente en esa extraña mezcla de relato convulso y consecuencias definidas por la violencia, en donde se encuentra la mirada subversiva y disolvente que, en última instancia, concede a la película su auténtico sesgo de personalidad. Serán elementos que girarán en torno a su intrigante protagonista, quien expresará sus estallidos de violencia, cada vez más letales, con una extraña actitud de inevitabilidad, ironía y desapego. Como si fuera juez y parte de cuantas atrocidades vaya cometiendo, aunque entre ellas se introduzca –detalle genial-, su estratégica negociación con el director del instituto en el que se encuentra Luke, a quien defenderá de una expulsión segura. Es cierto que esa mixtura entre thriller terroso y sinuoso y la otra vertiente, más abrupta y ligada al cine de acción, por momentos llega a provocar una sensación de excesiva ruptura entre ambas, ganando siempre el primero de los apartados. No obstante, y aún reconociendo esta relativa limitación, THE GUEST se degusta con agrado y, en sus mejores momentos, incluso con delectación.

Una mirada en torno a la fragilidad de los aparentemente férreos y sólidos cimientos de la sociedad norteamericana, que son de nuevo puestos en entredicho, en una fábula que culmina con un final abierto, tan inquietante como transgresor. Se trata de un relato en el que la llegada de un ser extraño llega a provocar el enfrentamiento entre los componentes de dicho grupo familiar, con la paradoja de que el pequeño –de introvertida y confusa personalidad-, desde el primer momento quede fascinado por el recién legado -¿Una atracción que podría confirmar su intuida y precoz homosexualidad?-, mientras que su hermana pronto desconfíe de su supuesta nobleza, quizá en el fondo manifestando una extraña atracción-rechazo tan común en las jóvenes de su edad. En medio de ambas circunstancias, del inesperado giro que propicia la repentina presencia de agentes del gobierno, de ese nuevo planteamiento que irá definiendo la auténtica y un tanto difusa personalidad del psicópata. Todo ello, más allá de su habilidad narrativa, del competente uso de la pantalla ancha, y de la analogía que se establece entre la celebración de Halloween y la inesperada llegada de ese ángel de destrucción. Un personaje que, como antes señalamos, permite al joven Dan Stevens ofrecer una de las performances más intentas y subyugantes de los últimos años. Sorprende saber que se trata de un actor de la escuela inglesa –lo cual es un elemento que aumenta si cabe su presunta versatilidad-, al encarnar uno de esos All American Boys provenientes de la guerra, enfermos mentalmente, narcisistas de su propio cuidado físico, y portadores de una mente torturada.

Calificación: 3