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CINEMA DE PERRA GORDA

Basil Dean

21 DAYS (1940, Basil Dean)

21 DAYS (1940, Basil Dean)

Es bastante probable que 21 DAYS (1940, Basil Dean) fuera una de las primeras manifestaciones cinematográficas de las constantes temáticas que forjaron el mundo temático de Graham Greene, y que no solo se prolongaron en su producción literaria, sino que tuvieron su continuidad en una amplia proximidad cinematográfica, generalmente por cierto desdeñada por el propio escritor, y que permitió no pocos productos de verdadero interés. La sensación de culpa, la expiación del pecado, el remordimiento o la venganza del destino son rasgos que, aunados con la influencia latente del catolicismo, forjan esa visión del mundo trasladada a la novela y, por consiguiente, a buena parte de los títulos en los que su nombre es invocado. 21 DAYS es uno de dichos ejemplos, y hay que señalar inicialmente que la traslación de estas inquietudes, unido a una determinada fluidez del relato, consiguen que esta producción de los estudios Korda, albergue aún en nuestros días no pocos elementos de interés.

 

La película se inicia mostrando la actividad casi frenética del prestigioso jurista Keith Durrant (Leslie Banks, el inolvidable criminal de THE MOST DANGEROUS GAME (El malvado Zaroff, 1932. Irving Pichel y Ernest B. Schoedsack), quien se encuentra en el punto de mira de su profesión, ya que está a punto de ser nombrado juez. Su hermano Larry (Laurence Olivier) es, sin embargo, un joven soñador pero incapaz de sentar las bases de una vida más o menos convencional, lo que le hace ser considerado la “oveja negra” de la familia. Este regresará de un fracasado viaje a África, enamorándose de la joven Wanda (Vivien Leigh). De pronto, cuando Larry la acompaña a su casa descubrirá que esta está casada, conociendo a su esposo –un matrimonio que más tarde conoceremos fue fugaz, por interés, y jamás vivido realmente-, quien desea chantajear a Wanda. El joven mostrará su indignación peleando con este y matándole en la refriega. Tras dejar el cadáver en una calle angosta durante la noche, Larry confesará a su hermano la inesperada noticia, novedad que al egoísta Keith le supondrá la posibilidad de perder ese nombramiento que anhela –sentimiento que Dean describe con apenas un plano de detalle-, recordándonos los verdaderos sentimientos de este cuando en apariencia intenta aconsejar a su hermano. El joven e involuntario asesino hará caso de lo indicado por su hermano mayor, pero un sentimiento de culpa crecerá en su interior, acrecentado por la detención de un viejo y extraño sacerdote que tuvo un encuentro con él poco después de dejar el cadáver en la calle, y que por casualidad se hará con los guantes que utilizó Larry al estrangular al marido de Wanda. Este extraño ser se muestra casi imbuido de un sentimiento de culpa y ascesis, lo que le llevará a ser acusado de asesinato y sometido a juicio, elevando con ello las cotas de arrepentimiento por parte del verdadero e involuntario asesino. Una sensación que intentará dejar a un lado viajando junto a su amada Wanda, pero en donde no podrá despegarse de las novedades existentes en torno al juicio, acrecentando su firme intención de entregarse –pese a los ruegos de su hermano, que finalmente se resigna a renunciar al cargo al que estaba predestinado- a la policía. Sin embargo, un elemento del destino –la repentina muerte del falso acusado, nos llevará a una liberadora persecución por parte de Wanda a Larry hasta casi la puerta de la comisaría, liberándolo ya de tener que cumplir condena, y pudiendo ambos poder vivir su amor de la forma más normalizada posible.

 

A grandes rasgos, esta es la propuesta argumental planteada por el propio Greene,  igualmente participante en los elementos de guión, iniciados por la historia Fist and the Last, obra de John Galsgor, y expresados como propuesta cinematográfica a través de la labor del propio realizador y el mismo escritor. Pero lo importante en estos elementos concretos deviene el lograr una competente atmósfera en el conjunto del relato, en el que predominan interiores poco glamourosos y exteriores generalmente descritos en plena noche, bajo constantes nieblas. Todo ello nos permite casi sentir la sensación de inestabilidad existente en el Londres de aquellos años en el que, por otro lado, la vida diaria no se siente aún demasiado partícipe de su importancia como país en guerra. Ese contexto opresivo será especialmente sentido en toda su extensión por el joven Larry al cometer un delito de forma involuntaria, a partir del cual todas sus ilusiones y deseos quedarán dejadas de lado, al introducirse en él el remordimiento de culpa.

 

Se trata sin duda de un muy atractivo planteamiento, que Basil Dean lleva a la pantalla con un notable sentido del ritmo cinematográfico y una dinámica utilización de la cámara, lo que eleva sus resultados sobre otros títulos precedentes emparados en el cine de los estudios Korda. Es evidente que, en el lado opuesto, podríamos detectar determinados instantes en donde un cierto apergaminamiento se adueña de la función. En los títulos de crédito se puede comprobar la presencia de técnicos que poco después fueron realizadores –es el caso de Charles Crichton-, y lo cierto es que esta presencie se nota bastante en la agilidad que contiene el relato, la precisa utilización de la cámara y el reiterado recurso a los fundidos encadenados, que en esta película en buena medida están dispuestos para reafirmar los contrastes que se van planteando entre los principales personajes de la función. Diremos para finalizar que esta es una más, de las diversas colaboraciones que protagonizaron juntos Olivier y Leigh. A este respecto, y en lo referente a este film, es evidente que la actriz realiza un trabajo lleno de frescura, mientras que Olivier destaca por su esfuerzo en la expresión corporal, que le llevaría poco a poco a ir consolidando su presencia como actor en la gran pantalla.

 

Evidentemente, 21 DAYS hay que entenderlo en la medida de un atractivo relato de intriga con implicaciones morales y casi religiosas, puestos al servicio de la pareja de intérpretes más prestigiosa de la cinematografía británica. La combinación quizá chirriara en algún momento pero no le impide recibir la consideración de ser un título bastante estimulante.

 

Calificación: 2’5