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CINEMA DE PERRA GORDA

Gene Saks

THE ODD COUPLE (1968, Gene Saks) La extraña pareja

THE ODD COUPLE (1968, Gene Saks) La extraña pareja

En 1968, puede decirse que el último gran periodo de la comedia americana, había certificado su acta de defunción. Había finiquitado de manera incomprensible. La andadura de puntales como Stanley Donen, Frank Tashlin, Vincente Minnelli o Richard Quine, la figura de Jerrry Lewis iniciaría un periodo errático, mientras que Billy Wilder, pronto se reciclaría, en algunas de las mejores propuestas del género, durante la década de los 70. Tan solo Blake Edwards nos brindaría una inesperada obra maestra con THE PARTY (El guateque, 1968), quedando la comedia en un extraño limbo, del que nunca se recuperaría en su esplendor. Todo ello, dentro de una tendencia, que vendría a extenderse al conjunto del cine de géneros. Lo que si sucedió, fue la incorporación durante varios años, de un tipo de comedia basada en éxitos teatrales de Broadway, cuyo referente más reiterado fue la figura de Neil Simon. Sin embargo, a dicha ascendencia argumental, no le acompañó el fundamental aporte de realizadores de especiales cualidades cinematográficas, capaces de prolongar aquella edad de oro del género que, por desgracia, no tuvo continuidad. Es decir, nos encontramos en un contexto, en el que los directores que, presumiblemente, iban a tomar el relevo a los antes citados, serían Gene Saks, Arthur Hiller -artífice de alguna buena propuesta durante los sesenta-, Herbert Ross o Carl Reiner. El resto es historia; la proliferación de títulos de ocasional brillo argumental, pero carentes de la suficiente mordiente cinematográfica, por lo general de efímero éxito comercial, y ocasionales -e incomprensibles-, galardones.

Dicho esto, me atrevo a señalar que la mejor adaptación cinematográfica de una comedia teatral de Neil Simon, se encuentra en THE ODD COUPLE (La extraña pareja, 1968. Gene Saks), que venía precedida de un inmenso éxito en Broadway, con Walter Matthaw y Art Carney, encarnando la impagable dupla, formada por Oscar y Félix. Finalmente, su adaptación a la pantalla incorporó a Jack Lemmon en el primero de los roles, siendo la segunda de las muchas colaboraciones, que los dos inolvidables comediantes realizaron juntos, plasmando uno de los mejores tándems del género en todos los tiempos. Saks, por su parte, ya había debutado como realizador, con otra adaptación de Simon, la estimable, pero, a mi juicio, excesivamente teatral BAREFOOT IN THE DARK (Descalzos por el parque, 1967). El éxito del título que nos ocupa, no solo permitió la creación de una celebrada serie televisiva, sino que, en 1998, permitió una poco distinguida continuidad, con los mismos actores y personajes, tres décadas después.

Lo cierto es que la fórmula que plantea el film de Saks y, fundamentalmente, la base argumental de Simon, aparece tan sencilla como efectiva; confrontar dos perfiles completamente opuestos, a partir de la separación matrimonial que sufrirá Felix Ungar (Lemmon), que será acogido por su íntimo amigo, el periodista deportivo Oscar Madison (Matthaw). El primero es un hombre maniático hasta el extremo por la limpieza, así como un auténtico ‘cocinillas’, mientras que Oscar será su auténtica antítesis; otro separado que celebra partidas de póker con sus colegas en su salón, dominado por la suciedad, el desaliño, y una irrespirable atmósfera a tabaco -dentro de un contexto que, por momentos, parece heredado del entorno representado por el Gregory Peck y sus amigos, en la memorable DESIGNING WOMAN (Mi desconfiada esposa, 1957. Vincente Minnelli). Una vez más, la oposición de caracteres, eje de la efectividad cómica, aunque en este caso no se encuentre inserto en la sempiterna ‘guerra de los sexos’, ya que se centra en dos perfiles masculinos perfectamente delimitados. Así pues, THE ODD COUPLE funciona con la precisión de un mecanismo de relojería. Lo hace con una pareja protagonista espléndida, en la que no puedo dejar de destacar un Walter Matthaw en estado de gracia -siempre he encontrado en su gestualidad, pese a su fisionomía opuesta, un equivalente y heredero del inmortal Oliver Hardy-. En su rol de Oscar, cualquier réplica, cualquier gesto, está invadido por un eterno e hilarante veneno, que tendrá en Lemmon la oportuna réplica victimista. No podemos dejar de estará, la brillante prestación del aporte de secundarios -los jugadores que acompañan a Oscar en las partidas, con especial mención al magnífico Herb Edelman-, o la impagable sucesión de desternillantes diálogos -esa definición de los sandwichs verdes o marrones, que anuncia a sus compañeros Oscar, como cena en la partida que inicia la película-. Pero en la efectividad y brillantez que define la película de Saks, se destila, esta vez sí, una más que adecuada adaptación de la obra teatral, que opta por utilizar con ejemplar dinamismo, el amplio apartamento de Oscar, foco central de la acción, acertando en ello una precisa escenografía, y un brillante uso del formato panorámico. No dejan de encontrarse presentes, ocasionales episodios que exteriorizan su ascendencia teatral, como lo hará ese brillante fragmento inicial, sobre el que se irán insertando, de manera intermitente, sus títulos de crédito, ayudados por el inolvidable tema musical de Neal Hefti, que no dejará de transmitir al espectador, esa sensación de soledad urbana, asumida por un Félix, recorriendo las calles newyorkinas en plena nocturnidad, con la intención de suicidarse, que no podrá culminar, de manera divertida. A dicha cercanía con la sordidez urbana, contribuirá no poco la oscura fotografía en color de Robert B. Hauser que, sin proponérselo, parece preludiar esas miradas urbanas revestidas de esa aura sombría, que se adueñarían del cine americano, casi de inmediato.

Es cierto que THE ODD COUPLE, posee una conclusión demasiado ‘pulida’. Sin embargo, es una comedia de gozoso disfrute. Delimitada con tiralíneas, con secuencias y episodios antológicos -la interrupción telefónica de Félix, en medio de un partido crucial para Oscar; la batalla con los spaguettis tirados a la pared, con la expresión de infinito placer por parte de Matthaw, o todo lo relativo al encuentro con esas vecinas inglesas que este pretende ligar, que culminará con el llanto de estas junto a Felix-, conforma una película que se devora con placer, dejando de lado esa querencia de ascendencia escénica, apelando ante todo a esa mirada, en torno a ciertas neurosis, de una sociedad urbana en clara evolución, escondida tras las constantes carcajadas de un argumento siempre divertido, en el que el paso de la amistad, e incluso ese trasunto de personalidades -finalmente Oscar, sin darse cuenta, asumirá sorprendentemente, algunos de los rasgos del maniático Felix-, llevará aparejado, personalmente, un cierto sentimiento de nostalgia, ya que nos encontramos ante una comedia bisagra, en el que perciben algunos de los estilemas que forjaron un periodo inigualable para el género aunque, al mismo tiempo, concluyamos que estos ya forman parte del pasado. Ese constante ballet corporal de Matthaw -las secuencias de enfrentamiento abierto con su compañero, sin dirigirle la palabra, profundamente herido al negarse este a acudir al apartamento de las vecinas-, las siempre afiladas invectivas que nunca dejarán de salir por su boca, o la imposibilidad de Felix, de emerger de su consustancial carácter pusilánime, proporcionan la entraña de una propuesta constantemente divertida pero que, bajo sus hilarantes costuras, por un lado destila una nostálgica despedida a un periodo dorado, al tiempo que el preludio a una mirada sombría, sobre una sociedad USA, en periodo de transformación.

Calificación: 3