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CINEMA DE PERRA GORDA

Mike Mitchell

SURVIVING CHRISTMAS (2004, Mike Mitchell) Sobreviviendo a la Navidad

SURVIVING CHRISTMAS (2004, Mike Mitchell) Sobreviviendo a la Navidad

Puede incluso resultar sorprendente que intente dedicar unas líneas intentando justificar los elementos que, a mi juicio, proporcionan un limitado interés a SURVIVING CHRISTMAS (Sobreviviendo a la Navidad, 2004. Mike Mitchell). Intentemos matizar de antemano para no llevar a nadie a confusión; el film de Mitchell es una mediocridad, lastrado además por la absoluta nulidad de Ben Affleck –uno de los reiterados peores intérpretes surgidos en los últimos años, al que parece que ese inmerecido premio en el Festival de Venecia con HOLLYWOODLAND (2006, Allen Coulter), o su consensuado debut como realizador está permitiendo remitir los improperios recibidos con bastante merecimiento a su incapacidad como intérprete y lo lamentable de su carrera-, y la incapacidad de profundizar en unos terrenos en los que, preciso es señalarlo, podrían haber ofrecido campo abonado para la reflexión en clave humorística sobre la inmarchitable fascinación que la Navidad ejerce en el mundo occidental. Una premisa interesante que en la película lleva a satirizar el hecho de que en unos tiempos dominados por el consumismo y la comodidad, las obligadas fiestas navideñas queden representadas como ese auténtico asidero de la convivencia y tradición familiar –sin entrar con ello a reflexionar que la pervivencia de dichas forzada celebración, se erige con facilidad como unos de los bastiones del más agresivo de los consumismos persistentes en nuestros días-.

 

En cualquier caso, y pese a dicha incapacidad a la hora de penetrar en semejante incongruencia, lo cierto es que al menos SURVIVING… plantea una propuesta interesante, centrada en la azarosa circunstancia de un empresario publicitario multimillonario –Drew Latham (Ben Affleck)-, quien pese a tenerlo todo a su alcance comprueba que llegada la Navidad se encuentra absolutamente solo, y sin lograr convencer a su novia de realizar un viaje a las islas Fidji que le permita mitigar dicha soledad. Viendo la imposibilidad de esta cita anual con cualquiera de sus amigos –todos se encuentran en esas fechas con sus respectivas familias-, decide viajar hasta la localidad de su infancia, donde en la puerta de la que fuera su casa intenta realizar un pequeño rito, quemando una lista de agravios apuntados en un papel. Ello le acercará al accidentado encuentro con la familia Valco, actual propietaria del inmueble. La situación llevará a Drew a proponerles compartir las fechas navideñas con ellos, a cambio de un cuarto de millón de dólares. Estos se mostrarán dudosos de aceptar, aunque finalmente asumirán la propuesta, sin evitar al multimillonario comprobar como esa aparente feliz familia se encuentra llena de situaciones problemáticas, ejerciendo esta forzada circunstancia como freno y al mismo tiempo catarsis de cara a la separación de dicho matrimonio. En dicho contexto, la puesta en escena orquestada por Latham se revelará muy pronto valdía, aunque le permitirá conocer a la independiente hija de ambos –Alicia (Christina Applegate)-, quien se mostrará inicialmente despectiva hacia nuestro protagonista. Sin embargo, paulatinamente irá percibiendo en el inicialmente arrogante joven una serie de atisbos de personalidad, que en buena medida justificarán su soledad y desamparo. No obstante, un nuevo elemento se pondrá a prueba entre ellos; la llegada de la familia de su novia, quien siempre ha estado deseando conocer a la inexistente familia de Drew, teniendo este que simular –de nuevo con inyección económica- a los Valco, para que finjan ser sus padres y hermanos. Como es de prever, la nueva representación devendrá en un resultado desastroso.

 

SURVIVING… toma de prestado numerosos de los elementos de la iconografía emanada por la literatura de Dickens, pero también lo hace de referentes de la comedia cinematográfica como Frank Capra y Frank Tashlin. Del primero podríamos retomar la insistencia en el apólogo moral, que en la obra capriana fue uno de sus exponentes más conocidos –y envejecidos- y que por lo general logró hacer trascender en la pantalla gracias a sus facultades como cineasta. En este caso, lo cierto es que el film de Mitchell –de andadura poco distinguida por otra parte-, se queda muy en la superficie, aunque bien es cierto que logre en ciertos momentos marcar un cierto equilibrio entre dicha vertiente moralizante y su capacidad satírica. Y ello nos traslada al eco de referencia del olvidado cine tashliniano, ya que la película destaca por su dominio del cromatismo, la obsesión por la crítica a los usos y costumbres domésticas de la sociedad USA, la intención de hacer evolucionar la película como si fuera un “cartoon”, o la fuerza de su escenografía.

 

Puede que ello no sea lo suficiente para hablar de una buena película, pero sí al menos para destacar las limitadas cualidades de un relato que jamás logra salir de su mediocridad, pero que al menos ofrece una sorprendente secuencia de título de créditos heredada del cine de Jerry Lewis –en la que comprobaremos las neuras de numerosos ciudadanos ante el hecho navideño; ¡hasta una anciana decide suicidarse en el horno de su cocina!-, en la que aquí y allá se insertan gags de cierta efectividad –la madre ofrecida como reclamo en páginas de Internet, el “abuelo alquilado” de color, el pasado oculto de la remilgada madre de la novia del protagonista- y que, pese al desaprovechamiento de sus posibilidades, al menos intenta ofrecer una mirada más o menos crítica, hacia uno de los falsos mitos de la civilización occidental. Esas fechas navideñas que en el fondo todos detestamos pero que, contra viento y marea, y pese a su eterno aire de cursilería, siguen manteniendo su poder de fascinación, aunque este se encuentre envuelto de falsa confraternidad familiar.

 

Calificación: 1