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CINEMA DE PERRA GORDA

Scott Derrickson

SINISTER (2012, Scott Derrickson) Sinister

SINISTER (2012, Scott Derrickson) Sinister

¿Es pronto para poder tener en consideración al norteamericano Scott Derrickson, como uno de los nombres de referencia dentro del cine fantástico y terror de su país? Quizá sí, pero aún a pesar de haber podido contemplar hasta la fecha solo dos de sus largometrajes, me aparece la intuición de encontrarme ante un cineasta que aborda diversas variantes del mismo, intentando aportar una mirada personal y, ante todo, desprovista de innecesarios efectismos, a los argumentos que logra trasladar hasta la pantalla. Ello se percibía en la hostilmente recibida –y a mi juicio muy interesante- THE DAY THE EARTH STOOD STILL (Ultimátum a la tierra, 2008), inteligente remake del presunto clásico incontestable de Robert Wise, en la que dicha condición impidió valorar el hecho de encontrarnos con una aportación atractiva, que lograba actualizar al ámbito de nuestros días, un argumento centrado en los años de la guerra fría norteamericana. Esa misma sensación, aunque partiendo de registros opuestos dentro del género, es la que me ha transmitido la atractiva SINISTER (2012), con la que Derrickson parece introducirse en un terreno dominado por oscuros recovecos de orígenes demoníacos ligados al pasado más ignoto, fantasmas, venganzas, y también la obsesión por el triunfo marcada en la figura de su protagonista, Ellison Oswald (el siempre magnífico Ethan Hawke, confirmando esa madurez ganada año tras año). Oswald es un escritor en horas bajas, que alcanzó años atrás un considerable éxito con un libro basado en terribles hechos reales. Espoleado por una situación económica difícil, decidirá acudir junto a su familia a una casa en la que se cometió un cuádruple crimen, muriendo ahorcados cuatro miembros de una familia, y quedando solo una niña libre del mismo y desaparecida. Ocultando a su esposa –Tracy (Juliet Rylance)- la razón del origen de la mudanza, así como a sus dos hijos, este se encontrará de inmediato con la hostilidad de las autoridades policiales de la zona, poco partidarias de remover una circunstancia tan macabra. Sin embargo, Ellison comenzará sus tareas de investigación, empeñado en lograr un éxito editorial que le devuelva a la fama –y la saneada economía- perdida, encontrando una noche en el altillo de la casa, una caja en la que se localizan una serie de películas caseras. Será el inicio de un encuentro con una serie de horribles crímenes familiares, aparentemente sin conexión alguna, pero de las que poco a poco irá descubriendo pequeños nexos.

En realidad, el epicentro dramático de SINISTER se centra en la expresión visual y narrativa de dicho proceso, establecido fundamentalmente a través de secuencias nocturnas, extrañas situaciones que se vivirán en la casa –en una de ellas sufrirá un accidente que le hará caer del techo del altillo de la misma-, o el terrible descubrimiento en cada una de dichas filmaciones, de un horrible rostro que irá confirmando las sospechas de que algo une los crímenes / sacrificios que se muestran en esas viejas películas datadas en su exterior. Al mismo tiempo, el escritor irá encerrándose cada vez de manera más obsesiva en la tarea de descubrir un secreto que le podría devolver a la gloria, separándole de su familia, y no siendo capaz de percibir las terroríficas señales que se van sucediendo en el interior de la casa.

Caracterizada por un tono contenido –algo que le liga a la anterior THE DAY THE EARTH STOOD STILL-, algunos han ligado SINISTER a referentes como la a mi juicio sobrevalorada THE SHINNING (El resplandor, 1978. Stanley Kubrick). Y puede que algo haya de ello en el sentido de asistir a una estructura circular en la que poco a poco se puede adivinar la conclusión del relato. Sin embargo, sin dejar de reconocer la pertinencia de dicho punto de vista, prefiero quedarme con lo que sus imágenes ofrecen de la obsesión de un hombre casi fracasado en esa búsqueda de los “diez minutos de gloria”. Un ser que no tendrá la lucidez necesaria de abandonar una siniestra trampa que le ofrecen una serie de fuerzas que desconoce, imbricándose por el contrario en ellas de una manera casi desaforada. Es, llegados a este punto, cuando uno podría detectar ciertos ecos del BLOW-UP (Blow-Up (Deseo de una mañana de verano), 1966) de Michelangelo Antonioni, uniendo la fascinación que aquel fotógrafo de moda londinense mantenía con unas imágenes que revelaban un crimen, con la cada vez más inquietante búsqueda que Oswald pondrá en práctica a la hora de desmenuzar y analizar unos terribles crímenes cometidos en diferentes espacios y tiempos –en ello tendrá un espléndido uso la aplicación de las nuevas tecnologías, permitiendo en muchos momentos hacer partícipe al espectador, unido a la pasión que Hawke imprime a su personaje, de dicha búsqueda-. Para ello, se ayudará por un lado de un débil agente de policía, que intenta sublimar su frustración profesional en una población que nunca vislumbraremos –aunque sí se hará mención  a la hostilidad con que sus habitantes han recibido a nuestra familia-. Por otro, el escritor e investigador contará con la colaboración –mediante conferencias en ordenador- con un experto ocultista, que poco a poco irá revelando a este, inquietantes referencias que comprobará se encuentran reflejadas en los terribles crímenes que ha contemplado en solitario.

Dejando en un segundo término la soterrada fascinación del vouyeur, lo cierto es que SINISTER apuesta antes por la atmósfera mórbida y terrible, que por la aplicación de sustos y truculencias innecesarias. Hay una secuencia paradigmática a este respecto, expresado por ese recorrido nocturno de Ellison por su casa a oscuras, únicamente iluminado por una linterna, mientras a su alrededor van discurriendo los fantasmas de esos niños que se han erigido como seguidores de la entidad demoníaca de extraños y lejanos orígenes, eje de todos estos crímenes. Será un ejemplo más de ese notable climax que se irá articulando en la película, hasta alcanzar un paroxismo en el que nuestro protagonista intentará librarse de manera definitiva del hechizo que en su personalidad han ido marcando dichas filmaciones, quemándolas en el exterior de la casa, marchándose de la misma con su familia en plena noche, e intentando borrar todo resquicio de aquella experiencia. Será ya demasiado tarde, viviendo el espectador –siempre utilizando una tan oportuna como elegante elipsis-, la continuidad de un rito que marcaba una serie de claves que el propio Ellison tuvo entre sus manos, pero que no supo percibir pese a esa mirada constante de unos hechos que poco a poco le superaron, sin intuir que él mismo podía caer hipnotizado ante sus efectos.

Contenida dentro de un ámbito en el que podía prestarse a los peores excesos, dotada de un sentido de la progresión que en algunos momentos llega a resultar asfixiante, dominada por secuencias nocturnas y de interiores, entregada a la interacción que se ofrece entre la performance de Hawke y las terribles filmaciones que irá contemplando una y otra vez, SINISTER aparece como una inteligente propuesta de cine de terror, de la que al parecer se prepara una secuela. Quizá no haría falta explotar en una segunda entrega, las posibilidades de un relato inteligente, que busca bucear en las raíces más arcanas del mal, ligadas al impulso atávico del ser humano a buscar el éxito por encima de todo. Sin incidir apenas en el alcance moralista de dicho enunciado, el film de Derrickson me confirma que su andadura en el género se atisba más que prometedora.

Calificación: 3

THE DAY THE EARTH STOOD STILL (2008, Scott Derrickson) Ultimátum a la tierra

THE DAY THE EARTH STOOD STILL (2008, Scott Derrickson) Ultimátum a la tierra

Como en cualquier otro género, el cine fantástico ofrece títulos que parecen condenados de antemano, y ante cuya no adscripción se corre el peligro de incurrir en anatema, del mismo modo que disentir de una obra canonizada posee el riesgo de salirte de lo políticamente correcto. Fruto del primer enunciado, cabría señalar el ejemplo que brinda el remake de THE DAY THE EARTH STOOD STILL (Ultimátum a la tierra, 1951. Robert Wise). He de reconocer que hace muchos años que no he revisado el film de Wise, y estoy convencido que un reencuentro con sus imágenes quizá me hicieran valorar en mayor medida un producto que en su momento me gustó, pero que a mi modo de ver dista de poder considerarlo entre las cimas de la producción de la ciencia-ficción estadounidense de la década de los cincuenta –cumbres que considero ocupan con diferencia la excepcional THE INCREDIBLE SHRINKING MAN (El increíble hombre menguante, 1957. Jack Arnold), seguida de THE FLY (La mosca, 1958. Kurt Newmann)-. En cualquier caso, dentro de una década en la que se encuentran tantos exponentes valiosos –el paso de los años ha permitido redescubrir propuestas que en su momento pasaron desapercibidas, como el magnífico FIVE (195 Arch Oboler)-, considero que el film de Wise acusa cierta sobrevaloración, quizá proveniente de la veneración que goza la obra del director de la –esta sí- extraordinaria THE HAUNTING (1963), en su país.

Por ello, era de prever que la acogida que podría tener una revisitación de un título que mantiene de una mítica casi intocable, en la que figurara además un intérprete tan desprestigiado como Keanu Reeves, estaba casi condenada de antemano. No es de extrañar por ello, que el THE DAY THE EARTH STOOD STILL (Ultimátum a la tierra), firmado por Scott Derrickson en 2008, fuera recibido con considerable desdén. De hecho, en España creo que solo el buen compañero y excelente crítico Tomás Fernández Valentí se atreviera a defenderla. Sucedió un poco como el SUPERMAN RETURNS (2006, Bryan Singer), en el que ambos coincidimos casi en solitario en la defensa de sus resultados –y con ello, no quiero que se vea que pretendo compararme con uno de los grandes de la crítica española-. Y es que, personalmente, no solo considero que la reciente versión de THE DAY THE EARTH… no solo se erige como una interesante propuesta del género, sabiendo actualizar los componentes que se plantearon en su versión primigenia al mundo de nuestros días sino, sobre todo, erigiéndose como un producto sombrío e incluso siniestro, que uno ligaría más en su espíritu, a un título que no dudo en situar entre las cumbres del cine fantástico de todos los tiempos. Me refiero a QUATERMASS AND THE PIT (¿Qué sucedió entonces, 1967. Roy Ward Baker), tercera de las andanzas cinematográficas del profesor Quatermass en el seno de Hammer Films. Con ella comparte esa mirada siniestra –en aquella ocasión de tintes diabólicos- que representa el Klaatu encarnado con convincente estoicismo un Keanu Reeves al que se advierte implicado en el proyecto. En contraposición al cierto ternurismo y grado esperanzador que esgrimía la película de Wise, su revisitación adquiere un inequívoco ascendente siniestro y pesimista, que basa su modificación argumental en el hecho de que la llegada de Klaatu vaya destinada a la ratificación de la destrucción de la especie humana –en vez de la advertencia que proponía su referente-, en la búsqueda del objetivo de la salvación del resto de especies y de la propia vida que mantiene el planeta Tierra. A partir de dicha premisa, la propuesta de Derrickson plantea una sociedad actual dominada por el pesimismo, con claros ecos del aún existente eco del 11M –el fantasma de la lucha armamentística de defensa se revelará inútil para contraponerse a los poderes del extraterrestre protagonista, con devastadores y humillantes resultados para las autoridades norteamericanas-, sin olvidar esa influencia de resonancias judeocristianas, que por momentos nos puede hacer ver en la figura de Klaatu como una reencarnación de Jesucristo –la secuencia en la que camina sobre el agua-, o su terrible encargo como una inequívoca señal del advenimiento del Apocalipsis. Poco a poco, la interesante película de Derrickson sabe introducir en el metraje, que discurre con letra pequeña pero contundente desarrollo dramático, un desasosegador planteamiento dramático, en el que tendrá un casi único contrapeso la figura de la científica Helen Benson (sensiblemente encarnada por Jennifer Connelly). Una joven viuda, que tuvo que correr con la custodia del hijo de su esposo –contraído con otro matrimonio-, un muchacho negro –que por momentos nos parece evocar al protagonista de GLORIA (1980) de John Cassavetes- caracterizado por su caprichoso e incontrolable carácter. A partir de esta modificación y actualización argumental, con una magnífica utilización de efectos especiales –que se incorporan al sustrato dramático de la propuesta, y sin sobresalir del conjunto de la misma-, podemos asistir a una de las más interesantes propuestas del género emergidas en los últimos años.

Y es que sin constituir un título redondo, THE DAY THE ARTH STOOD STILL sabe aglutinar su condición de producto para todos los públicos, con una mirada adulta transmitida a través de una puesta en escena sensible planteada con un notable sentido de la progresión, en el que destacará tanto su magnífico uso de la pantalla ancha, o la adscripción de un determinado intimismo, alternando con pertinencia los episodios más espectaculares del conjunto. Es precisamente a partir de dicha combinación de factores, donde se encuentra ese poso malsano y casi sobrecogedor que, asumiendo una planificación de corte clásico –que solo en determinados momentos se abandona-, logra incorporar un rasgo de espectacularidad que por momentos deviene sobrecogedora –el avance de esa enorme figura metálica, atomizada en partículas que aniquilan todo rasgo de vida a su paso; el episodio previo en el que dicha figura es encerrada por la tecnología de las fuerzas estadounidenses, escapando con aterradoras consecuencias de la misma, e iniciando su devastador recorrido-, pero que siempre va unida a un dibujo de personajes bastante atractivo. Entre ellos, cabría destacar a la secretaria de estado Regina Jackson (encarnado por una magnífica Kathy Bates), consciente de los errores tácticos cometidos por el Presidente de los EEUU –escondido en un indeterminado
bunker-, pero incapaz de detener una escalada militar que, como plena demostración de los argumentos esgrimidos por el extraterrestre llegado a la Tierra, ratifica el instinto autodestructivo consustancial a la raza humana.

Dotada de un adecuado tempo dramático, caracterizada por una seriedad en sus planteamientos que le fue negada desde el momento de su estreno, lo cierto es que quizá solo el paso de los años proporcionará a THE DAY THE EARTH STOOD STILL –versión 2008- el reconocimiento que merece, tanto como actualización de un clásico “intocable”, como en su propia condición de exponente del género válido en sí mismo. Un título que se sostiene por sus propios valores, aunando las ventajas técnicas que puede proporcionar a su argumento original el paso del tiempo, sin que ello mengue un ápice la densidad de su enunciado.

Calificación: 3