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CINEMA DE PERRA GORDA

Todd Field

LITTLE CHILDREN (2006, Todd Fields) Juegos secretos

LITTLE CHILDREN (2006, Todd Fields) Juegos secretos

En mi apreciación como aficionado, se encuentra el recuerdo de IN THE BEDROOM (En la habitación, 2001. Todd Field) como una película intimista, desoladora, capaz de describir una capacidad de observación, al tiempo que ofreciendo en sus personajes matices de comprensión, aunque estos fueran responsables de hechos atroces. Aquel título supuso, bajo mi punto de vista, uno de los debuts en el largometraje más valiosos del cine norteamericano en los últimos años. Desde entonces, Todd Field se dedicó especialmente al entorno televisivo, retornando con un producto puramente cinematográfico con LITTLE CHILDREN (Juegos Secretos, 2006). Y hay que decir que este retorno nos confirma buena parte de las virtudes que pocos años atrás llevaron a ser IN THE BEDROOM una de las mejores películas norteamericanas de los últimos años. Entre ellas, quizá la más llamativa sería la agudeza a la hora de plantear una capacidad descriptiva dentro de un entorno más o menos equidistante entre el progreso y las clases acomodadas, y esa “América profunda” que jamás dejará de tener su acto de presencia en una sociedad tan conservadora, puritana e hipócrita como la norteamericana. Dentro de ese equilibrio, uno seguiría prefiriendo el intimismo casi doloroso del debut de Field, pero ello no deja de permitirme considerar su título posterior, no solo como una muestra de la perdurabilidad de las cualidades de su artífice, sino valorada en sí misma, una de las producciones más atractivas generadas por el cine norteamericano en 2006.

 

Nos situamos en el acomodado contexto de una comunidad ubicada en una ciudad indeterminada de Norteamérica. Allí residen y se entrecruzan en sus vidas una serie de personajes que oscilan entre el aparente triunfo material junto a la frustración interior más profunda e incluso el ostracismo social. Desde un joven atractivo frustrado por una esposa activa y dominante, hasta un hombre de mediana edad excluido de la comunidad por un pasado como exhibicionista, pasando por una joven emprendedora, decepcionada por la convivencia de un matrimonio con inexistente vitalidad, cuyo esposo esconde prácticas fetichistas. Toda la fauna humana que convive y se expresa en LITTLE CHILDREN, queda marcada por su aparente aceptación de las normas de la corrección, aunque todos ellos escondan al mismo tiempo, elementos, rasgos y costumbres de comportamiento en líneas generales consideradas ocultas o vergonzantes. En este sentido, la gama temática propuesta por la película resulta atractiva y, por momentos, apasionante, pero si algo resulta valioso en su conjunto es, precisamente, la manera en la que este se vehicula. Ello se consigue con una mirada que oscila entre lo compasivo, lo ambivalente y, finalmente, sin eludir los momentos más tensos e incluso difíciles de plasmar en la pantalla. Y una mirada además, en la que se demuestra la buena forma cinematográfica de su artífice, expresada en su dominio de la composición del plano en pantalla ancha, tanto en la planificación del mismo, y el acierto en combinar las composiciones fijas con la inclusión de movimientos de cámara atrevidos y, por lo general, insertados con acierto.

 

En ese sentido, habría que señalar que nos encontramos con otros de esos títulos en los que la combinación de un lenguaje de inspiración clásica con elementos visuales de corte moderno, sirven para proporcionar ligereza e interés a un relato que, preciso es reconocerlo, apenas ofrece baches de ritmo, y en el que la presencia de elementos que puedan incidir en el terreno de lo convencional, son sorteados por esa capacidad demostrada que permite convertir sus personajes en auténticos seres humanos, con los que el espectador llega a conectar en sus flaquezas e inseguridades, demostrando precisamente a través de estos claroscuros, la veracidad humana que expresan sus imágenes. En este sentido, cierto es que lo que nos propone LITTLE CHILDREN no es en absoluto novedoso, pero siempre resulta interesante. Es verdad que los minutos finales juegan un poco con las expectativas del espectador, pero al mismo tiempo es evidente que nos encontramos con una propuesta que se encuentra infinitamente por encima del cúmulo de trampas de guión planteadas por títulos como CRASH (2004. Paul Haggis). Hay algo de verdadero en esos encuentros, en ese aflorar de rasgos ocultos de la personalidad humana, en esa banalización de la belleza externa de que hace gala la película, en esa difícil frontera que se establece en suma entre la legitimidad de los comportamientos. Dentro de ese compendio moralista, de ese grito de búsqueda de la identidad de las personas sobre los convencionalismos sociales que propone la película, hay sobre todo una convicción cinematográfica expresada en una narrativa de primera, en una magnífica dirección de actores, y en un compendio dominado por la observación certera de una fauna humana, no por lejana en la distancia, perfectamente reconocible por cualquier entorno más o menos acomodado.

 

Inferior a la capacidad totalizadora de un MAGNOLIA (1999. Paul Thomas Anderson), superior al artefacto técnico que definía la hoy muy olvidada AMERICAN BEAUTY (1999. Sam Mendes), puede que LITTLE... no nos ofrezca esa pintura novedosa que inicialmente se nos propone, pero lo cierto es que lo que brinda es realmente remarcable. Incluso, por momentos, llega a plasmar la filigrana de zoom hacia las debilidades del alma humana. La secuencia en la que el pervertido Ronnie (Jackie Hearle Haley), se encuentra dentro de un coche con la joven que ha conocido mediante un anuncio en la prensa –Sheela (sensacional Jane Adams)-, esta se confiesa ante él de sus frustraciones amorosas, mientras este revela ante ella su personalidad enfermiza, supone uno de los momentos más perturbadores e incómodos de contemplar del cine de los últimos años. Muy por encima, por otra parte, de las relativas truculencias de su conclusión, o de ciertos rasgos caricaturescos definidos en el personaje del esposo de Kate Winslet –Richard Pierce (Gregg Edelman)-, pero que en su incidencia no logran oscurecer un conjunto poderoso y revelador.

 

Calificación: 3’5