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CINEMA DE PERRA GORDA

GERONIMO: AN AMERICAN LEGEND (1993, Walter Hill) Gerónimo

GERONIMO: AN AMERICAN LEGEND (1993, Walter Hill) Gerónimo

Al socaire de un efímero renacer del western como género cinematográfico -tras galardonados éxitos como SIN PERDÓN o BAILANDO CON LOBOS-, se sumaron una serie de producciones de desiguales resultados, como un peculiar espejismo que muy pronto se desvaneció. Es evidente que el género norteamericano por excelencia murió hace tiempo de forma implacable, por más que de tanto en tanto resurja alguna película que certifique esa defunción, al tiempo que prolongue el espíritu de una vertiente que tanta gloria dio al cine USA.

Como una muestra más de ese efímero fulgor queda este GERÓNIMO, llevado a la pantalla por un realizador que estoy convencido de haber expresado su carrera décadas atrás, hubiera sido un competente artesano. Me refiero por supuesto a Walter Hill –del que todavía recuerdo especiales y sorprendentes filias, en aquellos inicios de los 80 en los que realizó varios de sus títulos más apreciados, quizá queriendo ver en ellos una especie de revisitación del clásico cine de géneros. El tiempo se encargó –una vez más- de hacer desaparecer el espejismo creado por Hill, de quien recuerdo sin embargo un buen film previo como DRIVER (1978).

Así pues, y relatando la historia de Gerónimo, el último jefe apache entregado al ejército de los Estados Unidos –ya relatada cinematográficamente en 1962 bajo la batuta de aquel extraño artesano llamado Arnold Laven-, creo que se ofrece una interesante parábola de reminiscencias políticas de la cruel transformación que en los Estados Unidos se produjo con el confinamiento y exterminio de los indios.

Es evidente que no se descubre nada nuevo en esta sencilla superproducción –si es que vale la paradoja-, pero su visionado deja el regusto de una narración interesada en el desarrollo de personajes, dotado de un tempo sereno y sin estridencias escenificándose de forma sencilla el fin de una época y la llegada de ese progreso personificado en el caballo de hierro que Gerónimo –expuesto de forma efectista- ha pensado en una efímera visión que acudía en su ayuda.

El interés de GERÓNIMO estriba en la relación existente entre sus principales personajes, todo lo opuestos que se quiera pero que entre ellos se comprenden y respetan y a los cuales casi les está vedado su implicación en la nueva sociedad que se gesta. Ellos son el propio Gerónimo (Wes Study), el Teniente Gatewood (convincente Jason Patric), el veterano rastreador Al Sieber (impecable Robert Duvall), el general Crook (Gene Hackman, de escasa presencia en pantalla). Todos ellos relacionados por el joven teniente Davis (un Matt Damon que ya demostraba sus amplias limitaciones, sempiterno flequillo y aspecto de estar alimentado a leche, maíz y pollo), que ejerce como narrador en flash-back de la historia de las últimas aventuras del legendario guerrero hasta su rendición y confinamiento junto a su pueblo.

Rodada en buena medida en paisajes naturales –que ciertamente no se integran en la narración salvo en sus pasajes finales-, es evidente que a Walter Hill le interesan poco las luchas y escaramuzas existentes entre indios y oficiales del ejército. Sin embargo pese a ello, no es admisible que estén rodadas con tanta desgana, recurriendo a los encuadres en zoom con teleobjetivo. En definitiva lo que interesa en GERÓNIMO es ese intento de comprensión de caracteres que, pese a situarse en opciones incluso contrapuestas, saben sentirse partícipes de un modo de entender la vida, y en un momento determinado unen sus destinos. Ejemplo de ello es la unión de la mayor parte de los personajes antes citados intentando cumplir el mandato de lograr la rendición de Gerónimo y los guerreros que le acompañan, aún sabiendo Gatewood que no se va a cumplir la promesa del nuevo general destinado. Ello da pie a que se topen con la masacre de unos indios, cuya indignación les obliga a ir tras la captura de los desalmados que la han provocado. Los encuentran en una taberna y son eliminados en una refriega que también acaba finalmente con Sieber, el rastreador que había aguantado mil embestidas y finalmente muere...durmiendo un minuto o dos.

Es así como con aires de gran producción, unos exteriores no muy bien aprovechados, secuencias de acción mas bien prescindibles pero con un tratamiento de personajes francamente interesante y un ritmo adecuado -así como un adecuado uso del formato panorámico-, discurre este apreciable GERÓNIMO, que funciona finalmente allí donde no iban dirigidos sus objetivos de producción. En cualquier caso, con todas sus irregularidades, queda una película de encomiable dignidad, y a la que sus limitaciones no merman su eficacia final.

Calificación: 2’5

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