PEOPLE WILL TALK (1951, Joseph L. Mankiewicz) [Murmullos en la ciudad]
Es algo bien lógico que en la obra de todo realizador de mayor o menor nivel se alternen obras de variable calado. En cualquier caso, sorprende un poco que en la trayectoria de Joseph L. Mankiewicz pueda ubicarse una película finalmente de tan corto alcance como PEOPLE WILL TALK (1951), tras la mítica EVA AL DESNUDO (All About Eve, 1950) y precediendo a la estupenda OPERACIÓN CICERÓN (Five Fingers, 1952). Sorprendentemente jamás fue estrenada comercialmente en España, teniendo que esperar décadas hasta sus pases televisivos bajo el poco apropiado título de MURMULLOS EN LA CIUDAD.
Nadie duda tras contemplar su resultado que Mankiewicz realizó la misma como una especie de expiación sobre el entorno de la Caza de Brujas que en aquellos años asolaba Hollywood. Sus objetivos es más que evidente que se centran en una visión crítica de esa persecución contra las libertades que dañó irremisiblemente el mundo de la imagen y la cultura norteamericana. Es más, Mankiewicz introduce en la larga secuencia final del proceso contra el médico protagonista una nada velada referencia al episodio que él mismo vivió en la Asociación de Directores que presidía, y en el que participó en su contra el furibundo Cecil B. De Mille, terciando finalmente el papel mediador de John Ford –absolutamente respetado por los distintos realizadores-.
Todo es muy loable y queda muy progresista e interesante en apariencia. Pero las películas no son valiosas en función de su contenido ideológico, sino a partir de las virtudes de una puesta en escena que sepa trascender sus contenidos y elementos dispuestos. Y en este sentido hay que reconocer que PEOPLE WILL TALK no deja de ser un argumento de corto alcance plasmado con aplicación pero rutina a la pantalla por Mankiewicz. La película se inicia con unos rótulos apelando a la necesidad de que en el campo de la medicina existan personajes tan singulares como Noah Praetorius (Cary Grant). Rápidamente conoceremos que se trata de un doctor dotado de una sorprendentes dotes psicológicas que le han permitido lograr espectaculares resultados –incluso dirige una clínica en donde trata a sus pacientes con una singular cercanía-, lo que provoca la envidia de colegas como el Dr. Eldwell (Hume Cronyn). Este inicia una investigación sobre su pasado y el de un veterano ayudante –el introvertido Shunderson (Finlay Currie)-. Al mismo tiempo, Preatoruis se enamora rápidamente de una de sus ocasionales pacientes, embarazada de un pretendiente fallecido en el combate –Deborah Higgins (Jeanne Crain)-, con la que se casa poco después. Al tiempo que se inicia su nueva vida familiar las denuncias de Eldwell propician que en la facultad se inicie una vista contra Praetoruis y su fiel ayudante.
Las limitaciones de la película provienen fundamentalmente del escaso interés de la obra teatral que le sirve de base –escrita por Curt Goetz-, a lo que habría que añadir el hecho de la imposibilidad de Mankiewicz para dar el tono adecuado a su adaptación. Bajo mi punto de vista hubiera sido mucho más saludable un planteamiento de comedia –incluso la labor de Cary Grant se ausenta de ese gramo de locura que hubiera proporcionado mayor interés al film-. El film además apuesta por un tono de melodrama sentimental en lo referente al personaje que interpreta con convicción Jeanne Crain; la relación con su padre y sus contrapuestos sentimientos con su repentino enamorado.
PEOPLE WILL TALK se puede dividir en tres partes. Una primera que sirve como descripción de los métodos de trabajo del doctor, el entorno que le rodea y su rápida relación con Deborah. La segunda de ellas abordaría la parte más doméstica tras la boda de ambos –en off- y sus pequeños conflictos sentimentales aderezados por la presencia de la amenaza en las pesquisas de Eldwell. Finalmente, su fragmento final contempla el proceso universitario contra Praetorius y la resolución de los apuntes oscuros que rodeaban su relación con el ya veterano ayudante. A mi juicio, lo único realmente interesante a nivel cinematográfico se encuentra en su parte final, donde la planificación cobra más ritmo –la utilización de esos bustos escultóricos como fondos a los planos en que se encuadran las intervenciones de la vista, el picado que encuadra a un derrotado Eldwell abandonando el exterior del claustro universitario- en la que no falta un soterrado sentido del humor que en el resto del film se ha dosificado con cuentagotas.
Sin embargo, PEOPLE WILL TALK es bastante convencional y apagada, su discurso aparentemente progresista es de una banalidad casi sonrojante y además su principal personaje carece del brillo de otros protagonistas de Mankiewicz. Sin embargo, no por ello algunos de sus personajes complementarios están bien descritos e interpretados, como es el caso del padre de Deborah –Arthur (Sidney Blackmer)-, el estrafalario profesor Parker –divertidisimo Walter Slezak- y, por encima de todo, la espléndida encarnación –que roza lo conmovedor en algunos momentos- que Finlay Currie consigue del enigmático Shunderson, el murciélago, cuya presencia física y humanidad oculta –estupendo el detalle de su amistad con el perro de los Higgins- logra la atención del público en todos aquellos momentos que ocupa la pantalla.
Calificación: 2
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