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CINEMA DE PERRA GORDA

ULZANA'S RAID (1972, Robert Aldrich) La venganza de Ulzana

ULZANA'S RAID (1972, Robert Aldrich) La venganza de Ulzana

Resulta ciertamente sorprendente como en los primeros de la década de los setenta pudo tener lugar la existencia de un “hiwestern” de las características de LA VENGANZA DE ULZANA (Ulzana’s Raid, 1972). En un periodo en el que el cine de géneros prácticamente estaba difunto, y de forma muy especial el norteamericano por excelencia se encontraba absolutamente minado. La cancerígena influencia de Sergio Leone, la desaparición profesional de los grandes maestros del género o la sobrevaloración de títulos interesantes pero no poco cuestionables como GRUPO SALVAJE (The Wild Bunch, 1969. Sam Peckimpah), eran elementos muy a tener en cuenta. Como lo era igualmente una corriente “pro-india” en el género que en líneas generales no hacía más que traspasar el maniqueísmo de siempre pero revertiéndolo con una carga de mala conciencia que encubría una fealdad narrativa –SOLDADO AZUL (Soldier Blue, 1970. Ralph Nelson)-.

En medio de ese contexto un ya veterano Robert Aldrich –con brillantes aportaciones al género en las dos décadas precedentes, entre las que me atrevo a destacar la memorable VERA CRUZ (1954) -en mi opinión una de las cimas del género-, plantea una película que no hace que ninguno de los “dos bandos” sea ni bueno ni malo. En el fondo ambos sobreviven según sus costumbres, su instinto de supervivencia y todos tienen sus razones para sus acciones, por más que estas parezcan crueles a los ojos de las miradas ajenas. ULZANA’S RAID es un film profundamente misántropo y nihilista, en el que los apaches son seres crueles y torturadores –como pocas veces se ha mostrado en el género-, pero al propio tiempo los confederados pueden ser tan reprobables como ellos.

El argumento del film –que parte de un estupendo guión de Alan Sharp repleto de disgresiones que quedan a la reflexión del espectador-, narra la huída de Ulzana (Joaquín Martínez) jefe apache que se encontraba confinado en una reserva, acompañado de un grupo de acólitos. En su viaje comienza a torturar y asesinar cuantos colonos se encuentra a su paso. Para lograr su captura en la reserva se destina un comando encabezado por el teniente DeBuin (un estupendo Bruce Davison) joven de carácter idealista que en su interior se debate entre un sentimiento cristiano y la terrible realidad que rodea su misión. Junto a él se acompaña como guía al veterano McIntosh (espléndido Burt Lancaster) así como un extraño explorador apache llamado Ke-Ni-Tay (Jorge Luke). La película narra en líneas generales las andanzas de este comando, los crueles ataques de los apaches que comanda Ulzana, las reflexiones e impresiones que provocan las mismas entre los soldados y la evolución en el pensamiento –y quizá la propia madurez que se produce en el joven DuBoin-, así como las estrategias que hay que seguir para lograr vencer a los apaches basadas no en el uso de una violencia sino en la astucia y sabiduría necesaria para imponerse a ellos anticipándose a sus planes.

LA VENGANZA DE ULZANA ofrece algunas de las imágenes más insólitas y crueles de la historia del género. No me puedo resistir a citar el ataque que se produce a una madre y un hijo colono y el soldado que les acompaña –en el primer tercio del film-; cuando el ataque se inicia el soldado mata a la mujer para evitar que la ataquen y recoge al pequeño hijo. Al derribar los apaches el caballo en que montan, el soldado prefiere suicidarse pegándose un tiro en la boca. Pese a ello, los apaches no dejarán en paz su cadáver despedazándolo y sacando sus entrañas. Otra de las secuencias resuelta de forma espléndida es el ataque a la granja del padre de esta familia de colonos –magnífico el momento previo de la despedida de los dos esposos; todos sabemos que será definitiva-. En el ataque a la misma del que se defiende con agallas, finalmente caerá en la trampa que le tiende el hijo de Ulzana al tocar la corneta al estilo militar. No vemos el resultado final más que cuando llega el grupo de confederados y el cadáver del granjero se encuentra maltratado, atado a un árbol y con la cola de su perro en la boca.

Ciertamente hay en esta película pocos asideros para el espectador pero siempre interesa. Su carácter terriblemente nihilista acentuado por el tono fotográfico otorgado por el veterano Joseph Biroc, la escasa fotogenia de unos parajes casi desérticos y la extraña sensación de que realmente en esta huída apache y el viaje de búsqueda de sus perseguidores nadie va a encontrar más que la desesperanza. Un sentimiento que toma el punto de vista del veterano McIntosh, veterano explorador que con su mirada denota el profundo conocimiento del odio generado por la ocupación –él está casado con una mujer india-, y que queda como un testigo callado, certero e irónico de un mundo que realmente está condenado a la desaparición.

Y junto a él está el explorador apache que se debate entre su origen y la lealtad debida al ejército, al que ayudará finalmente tal y como había prometido. E incluso en su tremenda crueldad nos queda el sentido de la dignidad demostrado por Ulzana, que finalmente preferirá morir al fracasar su plan de consecución de caballos y contemplar el símbolo de esa corneta que portaba su hijo indio –ya muerto-. Finalmente, McIntosh herido de muerte preferirá esperar su desaparición saboreando un cigarrillo –hermoso momento- y tras una mirada de complicidad con un DuBoin que de alguna manera ha sabido adquirir un aprendizaje de la tremenda misión encomendada.

Puede que LA VENGANZA DE ULZANA no sea una película perfecta –algunos zooms resultan feístas aunque funcionales en su aplicación, quizá ciertos momentos no posean idéntico sentido del ritmo, o puede que su arranque sea demasiado frío-. Sin embargo pese a estos inconvenientes, son muchas sus virtudes y sobre todo nos encontramos con una propuesta ciertamente arriesgada y nada convencional que quizá conviertan la película en uno de los mejores westerns de la década de los setenta.

Calificación: 3’5

3 comentarios

Domus Aureus -

La volví a ver ayer mismo. Me resultó muy extraña. No puedo decir que me decepcionara después de 8 años sin verla, pero, como digo, me dejó una sensación de extrañeza. Desde luego no deja indiferente, aunque estoy de acuerdo en que tiene algún problema de ritmo.

Alberto -

Me alegro de que por fin hayas entrado en razón y hayas visto uno de los grandes últimos westerns...

Yo aún recuerdo el mapa que trazaba Burt Lancaster en la arena.

Santi -

Todavía recuerdo la impresión que me produjo esta película cuando la vi, siendo un niño, en el desaparecido cine de los Maristas. Acostumbrados a otro tipo de westerns más lights y a ver las películas de los distintos tarzanes, zorros, mosqueteros y demás, salimos commocionados del cine ante la violencia de la película. Tengo ganas de volver a verla para comprobar si me sigue impresionando.