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CINEMA DE PERRA GORDA

SAHARA (1943, Zoltan Korda)

SAHARA (1943, Zoltan Korda)

La necesidad de un cine para levantar los ánimos en la intervención norteamericana en la II guerra mundial permitió que en plena contienda proliferaran producciones en esa línea. Títulos de mayor o menor interés, pero entre los cuales se destilan buen número de obras que han sobrevivido con solidez el paso del tiempo. Probablemente las producidas en este periodo se significaran más en su línea propagandística –con lo que ello tiene de limitación- y la inmediatez de su mensaje –que en buena medida basaba en ello su eficacia-.

SAHARA (1943) –lógicamente no estrenada en su momento en España- es uno de los ejemplos de este enunciado. Realizada por Zoltan Korda para la Columbia tras un rodaje plagado de dificultades, creo que no es gratuito afirmar que nos encontramos ante una estupenda película que afortunadamente apuesta más en su condición de film de aventuras que en la vertiente bélica propagandística. Es más, cuando llega ese momento inevitable –en su tercio final- el acierto en el esfuerzo realizado ha sido tal que nuestro interés por el conflicto físico de los personajes nos permite asumir la vertiente propagandística sin que esta chirríe.

Como si nos situáramos en una curiosa mezcla entre BEAU GESTE (1939. William A. Wellman) LA PATRULLA PERDIDA (The Lost Patrol, 1934. John Ford) y la más cercana EL VUELO DEL FÉNIX (The Flight of the Phoenix, 1966. Robert Aldrich), SAHARA expone la tan increíble como veraz hazaña de un grupo de combatientes aliados que encabeza el sargento Joe Gunn (Humphrey Bogart) cruzando el desierto del Sáhara tras la caída de Tobruk. En formato de pequeños episodios en su primera mitad la película de Korda va relatando con impecable ritmo la incorporación de soldados británicos a ese tanque así como un cabo sudanés (interpretado por el director de cine Rex Ingram) y el prisionero italiano que custodia (un excelente J. Carrol Naish). Poco después logran abatir a un aviador nazi (Kurt Kreuger), exploran inútilmente un pozo vacío cuando la sed hace estragos y más adelante encuentran un edificio en ruinas en pleno desierto en el que les sorprende una tormenta. Una vez disipada la misma hallan su pozo igualmente seco pero del que finalmente se pueden extraer pequeños goteos permitiéndoles saciar su sed. Poco después un destacamento de centenares de nazis se dirigen hacia allí enviando una avanzadilla que es detectada por los aliados que intentan que sus dos supervivientes se crean que disponen de una cantidad enorme de agua –el goteo del pozo se ha secado-. El destacamento luchará con el reducido equipo de aliados que intentan una serie de estratagemas para engañar al enemigo con la disponibilidad de ese agua que realmente no poseen y simulando al mismo tiempo ser mucho más numerosos de lo que son. Al mismo tiempo, han mandado a uno de sus soldados a procurar la ayuda para poder ser rescatados. El asedio por parte de los nazis va mermando sus hombres, sus fuerzas y su ánimo. Finalmente, hará falta todo un milagro para que el objetivo casi imposible se produzca.

A nadie la cabe duda que finalmente el milagro se produce –de no ser así SAHARA jamás se habría filmado-. No obstante creo señalar que la película de Zoltan Korda es todo un modelo de precisión narrativa. Con un guión que comparte el propio Korda junto con el posterior blackisted John Howard Lawson se logra dosificar la narración logrando que en pocos minutos esta prenda el interés del espectador, acertando al aunar la aventura física de sus personajes y la evolución de los mismos, al tiempo que mostrando un tono desdramatizado y sin especial énfasis que otorga más credibilidad a lo sucedido.

La narración de episodios va in crescendo, dosificando la presencia de planos generales del desierto y dejando siempre en el ambiente la humanización de esos soldados que son capaces de ejercer como tales pero al mismo tiempo sentir una tremenda y callada compasión ante ese soldado italiano que están a punto de dejar en tierra. Poco a poco, la habilidad de Korda en insertar episodios –el derribo del oficial alemán y las heridas sufridas por Clarkson (Lloyd Bridges) que acabarán con su vida-, lleva hasta una segunda parte en la que la acción se detiene en la vieja edificación en pleno desierto en la que inicialmente buscaban agua –era su segundo punto tras ese plano general con el primer pozo visitado absolutamente reseco-. Llegados a este punto SAHARA se torna claramente más opresiva. Desde la llegada de la tormenta, el estupendo plano que nos muestra como la tierra cede para descubrir ese segundo pozo, el desengaño ante la ausencia de agua, la bajada de Tambul para lograr ese goteo salvador...-. Todo confluye en una ordenada e inspirada progresión dramática que jamás permite baches de ritmo.

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La llegada del destacamento alemán ofrece una nueva perspectiva, ya que esa decena de aliados han de actuar a la defensiva y utilizando las armas de la inteligencia. En este fragmento llega el dramatismo de la progresiva desaparición de la mayor parte de ellos antes los ataques nazis, por más que estos registren bajas superiores en número y además estén en conjunto totalmente sedientos –se han desplazado hasta allí precisamente en búsqueda de agua-. En estas secuencias de combate Korda logra ser admirable en momentos como las diferentes muertes de estos aliados. Uno de ellos es descubierto cuando Gunn pasa lista en plena trinchera y al no escuchar su nombre acude a su ubicación. Se encuentra aparentemente en su sitio pero al tocarlo cae al suelo. Otros dos mueren en plena operación de salvamento en el interior del viejo edificio. Sin embargo, en este conjunto destaca con especial fuerza la excelente secuencia en la que Tambul –que había sido despreciado por el nazi capturado por su raza-, logra atraparlo tras su huída para informar a sus compatriotas de la ausencia de agua; Tambul ahoga al nazi haciéndole tragar las arenas del desierto y regresa al fortín entre los disparos que finalmente lo abaten, no sin antes realizar una señal de victoria en su objetivo que estos detectan emocionados.

SAHARA muestra en sus minutos finales –y antes de su conclusión previsible aunque nada estridente- una secuencia excelente como es la imprevista rendición de decenas de soldados alemanes antes los tres soldados que restan, dejando sus armas a cambio de esa agua que no existe. Sin embargo el bombardeo previo ha permitido que el agua finalmente aparezca, en una imagen realmente fantasmagórica que los resistentes interpretan como ese milagro que tantas veces habían invocado.

No voy a negar que la película de Zoltan Korda no carece de convenciones propias del género y épocas en que está realizada. De cualquier manera no es menos cierto que las mismas no solo no molestan sino que se asumen con agrado. Y al mismo tiempo ofrece para la historia del cine bélico una de sus secuencias más insólitas y angustiosas. Me refiero por supuesto al momento en que Gunn decide dejar abandonado en pleno desierto a Giuseppe, el preso italiano encontrado en el camino. La excelente planificación, el trabajo conmovedor de J. Carrol Naish y el ritmo sostenido de ese desierto que se echa encima al abandonado junto con la presencia de los buitres, contribuyen a elaborar unos minutos sensacionales, a partir de los cuales Korda realmente atrapa al espectador y finalmente lo deja respirar; la crudeza de la guerra a veces también deja que el corazón de los humanos siga latente.

Calificación: 3

1 comentario

jorge -

Acabo de verla (lo que he podido, ya que la iluminacion...) y me he dado cuenta de algo curioso, y es que todos los soldados alemanes que aparecen, llevan cascos de la primera guerra mundial, que sí se usaron en la segunda, pero en 1943... ya se habían fabricado tres modelos diferentes (1935, 40 y 42).
Ale, solo eso. Un saludo.