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CINEMA DE PERRA GORDA

THE MUMMY (1932, Karl Freund) La momia

THE MUMMY (1932, Karl Freund) La momia

El paso del tiempo ha permitido redescubrir a muchos aficionados no solo la producción de cine fantástico en la Universal en la década de los años 30, sino al mismo tiempo otros títulos que abordaron el género desde otras productoras y con planteamientos incluso más atrevidos y logrados cinematográficamente que el del mitificado estudio creado por Carl Leammle –y viene al recuerdo enseguida la aportación de Victor Halperin (aún por redescubrir en toda su probable dimensión) o el caso de Merian C. Cooper y Erenst Schoedsack entre otros-. De forma paralela entre la propia apuesta de la Universal por el cine de horror de aquellos años se encuentran títulos justamente valorados, otros que presentan bastantes deficiencias y su valor real está muy por debajo de sus reales méritos y finalmente quedan ejemplos de films en su momento poco apreciados y que con el paso de los años han ido ganando la estima de estudiososo y aficionados –es el caso de SATANÁS (The Black Cat, 1934. Edgar G. Ulmer) o DOBLE ASESINATO EN LA CALLE MORGUE (Murders in the rue Morgue, 1932. Robert Florey)-.

En cualquier caso podemos situar THE MUMMY (1932) –LA MOMIA en España-, como una producción que se configura entre varios de esos apartados, puesto que en su momento supuso el debut como realizador del prestigioso director de fotografía alemán Karl Freund y al mismo tiempo inauguraba uno de los mitos del terror barajados posteriormente en dicho estudio en títulos de menor entidad. LA MOMIA fue otro de los mitos que más de dos décadas después abordó la inglesa Hammer Films de la mano del gran Terence Fisher, con una película que si bien no puede contarse entre las cimas del maestro británico sí considero de mayor nivel que el resultado que ahora comentamos.

Y es que a pesar de su indudable interés el debut de Kart Freund presenta como principal lastre ese determinado apergaminamiento que se hace extensivo a la mayor parte del cine fantástico de la productora. Pese a una duración muy ajustada de setenta minutos y contando con el evidente esfuerzo de realización de Freund que ahora intentaremos desvelar, en ocasiones ese residuo de orígenes teatrales se manifiesta. Pese a esta circunstancia, LA MOMIA es una película que sobrelleva con bastante buen pulso sus más de siete décadas de antigüedad, sobre todo debido al propio empeño de Freund en apostar visualmente por los elementos de su puesta en escena, procurando que la misma carezca de secuencias subidas de tono, abogando al uso de sombras y claroscuros, inserción de secuencias violentas siempre en off –con las que el efecto inquietante cobra más forma-, abundancia de momentos con predominio de lo visual sobre el diálogo y evidentemente apostando de forma decidida por el magnetismo de Karloff en su doble papel del contemporáneo Ardath Bey y su precedente, la momia de Imhotep. Por otra parte la película cuenta con un cuidado diseño de ambientación y la recreación de la propia momia es magnífica, con resonancias casi míticas.

Pero relatemos brevemente su conocido argumento, transformado en guión por John L. Balderston. La película se inicia tras un breve preámbulo con citas invocando a la muerte según la tradición faraónica y nos lleva a la expedición británica de arqueología en Egipto en 1921. Allí se ha encontrado el sarcófago de una momia cuya disposición revela que su cuerpo murió en atroz tormento, teniendo junto a su hallazgo un cofre en cuyo exterior se expone la inscripción de una maldición. Ante la misma los doctores Whemple (Arthur Byron) y Muller (Edward Van Sloan) confrontan sus divergentes puntos de vista; uno respetuoso ante lo oculto y otro escéptico y basado en la ciencia. Junto a ellos se sitúa un joven ayudante impulsivo que no se resiste a abrir el cofre una vez estos salen a meditar sobre el alcance de dicha maldición. Como si fuera la caja de pandora, la momia (Karloff) volverá a la vida y el joven quedará enloquecido hasta su muerte.

La película avanza hasta 1932 en una nueva excavación en El Cairo que comanda Frank Whemple (David Manners), hijo del veterano arqueólogo. Cuando están a punto de culminar una temporada sin piezas de especial relieve la pista que les ofrece el enigmático Ardath Bay (otra vez Karloff) les permite encontrar el sarcófago de la princesa Anckesen-Amon (Zita Johann). Sus restos y enseres son llevados al Museo de El Cairo donde se exponen en una muestra pública. Paralelamente la acción nos lleva hasta Helen Grosvenor (igualmente la Johann), una bella y extraña joven que de pronto siente impulsos atávicos sobre el antiguo Egipto. En realidad se trata de la reencarnación de la princesa egipcia y Bay, que es el heredero espiritual de la momia fue en el pasado su amante que desafió a las dioses y por ello fue castigado a morir.

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Es así como se establecerá por un lado la dualidad entre la atracción amorosa de Bay y la Grovesnor como herederos de sus sentimientos en las pasadas reencarnaciones hace 3.700 años y por otra la dualidad del sentimiento de la joven demuestra por Frank. En esa tesitura las fuerzas esgrimidas por Ardath Bay tienen sus contraposición con las ejercidas por Frank y el doctor Muller, hasta que finalmente sea la invocación de la mítica personalidad de la joven la que logre invocar a los dioses y eliminar a Bay, deshaciendo su cuerpo, y apostando por el amor del joven arqueólogo.

Tal y como antes señalaba, lo mejor de LA MOMIA viene de la mano del intento –logrado en la mayor parte de las ocasiones- por parte de Kart Freund de dotar de una singularidad visual al film. Ese predominio de sombras, claroscuros y efectos de esa índole, la apuesta decidida por ofrecer las secuencias violentas fuera del encuadre –la primera aparición de la momia es ejemplar en ese sentido, como lo es la muerte del vigilante del museo en plena noche-, logran aportar una especial temperatura basada en lo sugerido, que tiempo después retomarían maestros del género. Al mismo tiempo resulta de especial interés esa dualidad pasado – presente en la relación que se produce con la nueva encarnación de Imhotep y la princesa, proporcionando un especial erotismo al relato en el que el aporte sensual de la Johann y la presencia de esos atrevidos e inquietantes primeros planos de Karloff con su mirada punitiva y potenciada en la iluminación le dotan de un especial carácter. Todos estos rasgos emparentan siquiera sea de soslayo esta película con los atrevimientos estéticos auspiciados al año siguiente por Edgar G. Ulmer en su magnífica –aunque creo que hoy día excesivamente mitificada- SATANAS, ya señalada anteriormente.

Pero si hay una secuencia que reviste carácter de excelente en esta película es sin lugar a dudas el momento en que Bay y la joven se reúnen mientras él la tiene bajo su influjo frente a un pequeño estanque. Una suntuosa grúa se eleva sobre ellos abriéndonos la vista ante la bruma que se extiende en el mismo y que sirve para relatar el origen de la maldición que propició la condena a Imhotep. Lo singular de esa amplia secuencia es que tiene toda la textura del cine mudo. Incluso su tono fotográfico se torna más contrastado y carece de diálogos, brindándose como un sorprendente homenaje al cine silente y una arriesgada apuesta estética, y erigiéndose quizá como una de las secuencias más brillantes de todo el cine de terror de la Universal en aquellos dorados del género.

Calificación: 3

3 comentarios

Feaito -

La Momia, a mi parecer, es la más lograda y mejor de las primeras y más famosas películas de Terror realizadas en la primera mitad de los años 30 -Drácula y Frankenstein- por la Universal.

graciela -

a mi me gustaria que pongan mas criticas de la momia por que es muy poca informacion!
desde ya muchas gracias
lo saluda
graciela!

Toni -

Guaaauuu, al igual que Dracula, todos estos clasicos de terror son geniales.
Me parece tb muy bien que ahora se reediten muchos de ellos en formato DVD, no te parece?