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CINEMA DE PERRA GORDA

MR. BLANDING BUILDS HIS DREAM HOUSE (1949, Harry C. Potter) Los Blanding ya tienen casa

MR. BLANDING BUILDS HIS DREAM HOUSE (1949, Harry C. Potter) Los Blanding ya tienen casa

Perfecto representante de esa determinada “comedia doméstica” que hizo acto de presencia a partir de la llegada de los años cuarenta, MR. BLANDING BUILDS HIS DREAM HOUSE (1948, Henry C. Potter) –en España LOS BLANDING YA TIENEN CASA- es una muestra al mismo tiempo de la blandura a la que se sometió el género tras los destellos de brillantez de la screewall comedy como de una cierta inclinación hacia el non sense y el denominado slowburn que finalmente proporciona los mejores instantes de la función –bien servido fundamentalmente por las excelencias de un divertidísimo Cary Grant-.

Grant interpreta a Jim Blanding, acomodado publicista que resiente día tras día las incomodidades de vivir en un apartamento en Manhattan, en compañía de su esposa –Myrna Loy- y dos niñas. En los primeros minutos de la película, se nos exponen –matizados por la excesivamente irónica voz en off de Bill Cole (Melvyn Douglas) –el abogado amigo de la familia- las locuras de la vida urbana en Nueva York por medio de un montaje de diversas situaciones en las que se plasma dicha masificación. A continuación y en unos planos de larga duración –que divierten precisamente por saber captar de forma extenuante las incomodidades del despertar de Jim y sus preparativos antes de acudir al trabajo-.

Ante la reiteración de esa sensación de estrechez en el hogar, un día Blanding encuentra la oferta de venta de una casa en pleno campo de Massachussets. Casi de forma instantánea tanto él como su esposa caen en el hechizo y adquieren una propiedad ruinosa. Será el comienzo de una azarosa aventura en la que se sucederá el derribo de una vieja casa que se cae literalmente a pedazos, la odisea de edificar otra en su mismo solar, las incomodidades legales que conlleva el propio derribo de una propiedad hipotecaria, el crecimiento incesante en los gastos, las discusiones sobre las dependencias a disponer en la nueva edificación... Mil y una peripecias a las que habrá que sumar los cada vez menos sutiles celos que Jim sentirá sobre la actitud cariñosa de Bill hacia Muriel, su esposa. Si a ello añadimos la crisis creativa que el publicitario mantiene, podremos recabar las incidencias argumentales que ofrece esta simpática producción de la RKO.

En cualquier caso, ciertamente el previsible ingenio de la propuesta se sustenta en la destreza proporcionada por el tandem Melvin Frank y Norman Panamá -partiendo de una novela de Eric Hodgins-, a la hora de elaborar un catálogo de situaciones ciertamente divertidas –otras no lo son tanto e incluso provocan una cierta exasperación en el espectador-, que filma con eficacia un Henry C. Potter que ya había logrado en su trayectoria precedente una comedia tan brillante como EL VAQUERO Y LA DAMA (The Cowboy and the Lady, 1938) –en la que se nota considerablemente la mano de Leo McCarey-, la célebre LOQUILANDIA (Hellzapopin, 1941) –que confieso tengo que revisar un día de estos- o MR. LUCKY (1943) –también con Cary Grant-.

Y es precisamente acentuando la aparente cotidianeidad de las situaciones cómicas, el elemento que mayor acierto proporciona a esta MR. BLANDING BUILDS HIS DREAM HOUSE, con un buen número de instantes realmente hilarantes. Entre ellos citaría la “negociación” entre el vendedor y unos cada vez más ilusionados Blanding ante la supuesta “ganga” que tienen; la casi surrealista discusión entre la pareja y el arquitecto a la hora de incluir las nuevas dependencias en los planos de la misma; el desternillante episodio junto con el veterano buscador de agua –el inefable Mr. Tesander (Harry Shannon)-; los irrefrenables deseos de Jim de leer el diario de su esposa en su etapa de colegio –donde narra sus ingenuos devaneos juveniles con Bill-, o el descubrimiento de una desorbitante factura “de última hora” por parte de la abnegada esposa –ha decidido empedrar el suelo de su cocina sin atenerse a los enormes costes de dicha decisión-, son elementos que redondean los aciertos de esta comedia que finaliza de forma apresurada y un tanto acomodaticia –una arenga final al acierto de haber luchado por este hogar precede a que la criada logre resolver de forma casual la crisis del publicista al dar con un slogan de gran éxito de la marca de jamón-, pese a la audacia de la invitación de todos los protagonistas al espectador para que acuda a visitarlos.

En definitiva, una comedia apreciable pero que se puede en modo alguno se puede ubicar entre los escasos grandes logros de la comedia en un periodo poco pródigo en grandes propuestas.

Calificación: 2’5

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