Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

STAY (2005, Marc Foster) Tránsito

STAY (2005, Marc Foster) Tránsito

Puede decirse sin temor a dudas, que el alemán Marc Foster es uno de los realizadores más mimados por el Hollywood de nuestros días. El hecho de lograr películas con una cierta impronta visual, que se adecuen al entorno “mainstream” y logren relativo éxito, es el que permite que su trayectoria se desarrolle sin problemas, y con el recurso de grandes estrellas y competentes equipos técnicos en su reparto. Ejemplos como este hay bastantes en el actual cine norteamericano, sin que ello signifique de antemano una valoración peyorativa de sus productos. Sin embargo ¿qué quedarán de ellos dentro de una década? Mucho me temo que muy poco de la mayor parte de sus exponentes, ya que en el fondo vienen a ser los sucesores de los artesanos del cine clásico, con mayores pretensiones y medios, y menor efectividad en su relato. De todos modos no puedo hablar demasiado sobre la andadura de Foster, ya que su filmografía previa solo he podido visionar en su día un pequeño y estimable film, algo sobrevalorado en su momento –MONSTER’S BALL (2001)-. Vaya por delante que no me preocupa en lo más mínimo no estar al día en su trayectoria, en la medida que es bastante sencillo poder acceder a sus últimos títulos.

De todos modos, lamentablemente me tendré que pensar muy mucho tal decisión en el futuro, a raíz de haber asistido a esta confusa, pretenciosa, vacua, interminable (pese a su escueta duración) STAY (Tránsito, 2005), con la que de alguna manera tenía puestas una serie de expectativas. Las mismas se han frustrado totalmente en un mar de imágenes tan brillantemente orquestado como ausente de cualquier sentido, y un diseño de producción tan deliberadamente arty, que finalmente se revela como una auténtica “pompa de jabón”. En este sentido, deviene muy cercana a la superficial brillantez de un cuidado video-clip, y en el fondo sin contener en sus imágenes por momentos insufribles, ninguna reflexión, ningún interés narrativo ni, por supuesto, la capacidad inquietante que –guste más o menos- pone en práctica cualquier experiencia cinematográfica de David Lynch –un nombre muy citado en todos los comentarios de la película.

STAY centra su argumento en la relación que se establece entre un psiquiatra -Sam Foster (Ewan Mcgregor)- y un joven misterioso y brillante –Henry Letham (Ryan Gosling)-, que le anuncia que dentro de tres días se suicidará. A partir de ahí se inicia una relación entre ambos, en la que el primero intentará evitar el suicidio del segundo, y de forma paralela, la personalidad de ambos se entremezclará en una espiral de sucesos y momentos inexplicables. La aparente realidad y la posibilidad de entornos paralelos, se dará la mano de forma por momentos aterradora en la vivencia de estos tres días de Foster. Esta es la línea argumental –francamente débil-, sobre la que se sostiene el auténtico catálogo de delirios visuales del realizador. Ni que decir tiene que el cine se ha encontrado con propuestas que han demostrado un lenguaje absolutamente fantastique –un ejemplo citado al vuelo; VARGTIMMEN (La hora del lobo, 1968) del recientemente desaparecido Ingmar Bergman-, que alteran lo que entendemos como realidad, en su discurrir por un sendero poco habitual que nos puede introducir en universos de percepción paralelos. Esto es a lo que quiere llegar el film de Foster, pero a mi juicio –y parece que no me quedo solo en la apreciación-, no alcanza más que a rozar la superficie de lo que podría haber sido una mirada transgresora en la frontera de la vida. Un entorno –el de las denominadas neath-death experiences- que bajo mi punto de vista es uno de los grandes desafíos del arte cinematográfico de nuestros días –solo logró acercarse a ese umbral el momento cumbre de la magnífica THE SIXTH SENSE (El sexto sentido, 1999. M. Night Shyamalan). Como quiera que se trata además de un terreno que particularmente me apasiona –como eterno aspirante a la creencia en la vida después de la muerte-, es por lo que además me sorprenden desagradablemente esos intentos generalmente fallidos mostrados en la pantalla.

STAY es un título que busca claramente frustrar las expectativas del espectador. En sus primeros compases aparenta ser un relato sobre personajes dominados por una enfermedad mental, aunque poco a poco vemos que su alcance cercano a lo sobrenatural le lleva a otro territorio más oscuro. Lo que sí queda claro es que nos encontramos ante un producto de “sorpresa final”. Ello en sí mismo no tiene nada de negativo, aunque lo que a mi juicio si que lo tiene es el hecho de que sus imágenes en muy pocos momentos logren elevarse de la barrera de la brillante superficialidad. Que no logren traspasar esa barrera, y se queden finalmente en un auténtico frenesí de efectos visuales que marean y, por momentos, llegan a irritar. Que duda cabe que hay instantes que se abstraen de esa generalización. Son, en mi opinión, los planos de vertiente más clásica, como el momento en que Gosling “cura” de la ceguera o algunas de las confesiones entre los principales personajes. Pero es muy poco para interesarme, y ni siquiera la “sorpresa” de sus minutos finales me llega a afectar. Todo queda en el discurrir de una historia sin gancho, sin suspense, sin grandes personajes, y basada en miradas, gestos y “spots” sin la base sustancial de un guión. Puede que otros realizadores con elementos menos sólidos hayan logrado resultados sin duda más valiosos. Puede incluso que mi concepción del cine resulte anticuada, y este sea un ejemplo más de unas formulas anti narrativas en las que quizá se encuentre cierta alternativa de futuro para el lenguaje cinematográfico. Quien sabe. Se que hay quienes han quedado fascinados ante sus imágenes y la validan como un ejemplo de previsible modernidad visual. Lamentablemente, no me encuentro entre ellos. Pese a su corta duración, la película me resultó un perfecto desfile de gratuidades, con algunos rasgos de producción llamativos –como esos pantalones de pescador y los zapatos sin calcetines que luce McGregor-, y en donde solo destacaría entre su reparto el ejercer como un paso más para perfilar la personalidad en la pantalla del emergente Ryan Gosling –al que por otro lado le convendría ya un cambio de registro-.

Calificación: 1

2 comentarios

Nelson -

Discúlpame que difiera un poco con tu opinión sobre el filme, a mi me parece genial la forma en que transcurre la película, bajo la base investigativa y comprobada de gente que en NY se reúne a hablar el tema de la muerte, con personas que han estado clínicamente muertas, y ven el llamado túnel, y ven pasar su vida completa antes de dejar la vida, que es donde transcurre toda la historia del filme, el momento de culpa de Henry antes de morir en un accidente en donde él era el conductor y los pasajeros su futura esposa (por eso el anillo en el bolsillo) y sus padres . El guión tuvo un estudio, y los planos que parecen extraños, es porque en verdad lo son (quién sueña con encuadres perfectos, todo es posible ahí) aparte, vemos un montón de imágenes con un doble significado o escenas que si, molestan un poco, pero están completamente justificadas, como las cámaras en desnivel, y discúlpame pero no veo nada de malo en aprovechar la tecnología para crear esos planos secuencias tan largos, porque están completamente justificados. Y ni hablar de la psicología del color, los grises abundantes, es por el sentimiento de culpa, o por una famosa frase, "la vida es como un sueño", y los efectos ó los pocos diálogos existentes, que parecieran confundir, pero que guardan un significado entre lineas. Por favor, clasificarla con un 1, vamos, que hacer un filme no es nada de fácil, y entender esta película cuesta en verdad, pero clasificarla con un 1, que queda para filmes taquilleros que en verdad no son ningún aporte, ni narrativa y ni auudiovisualmente, saludos.

Creative Recreation -

You introduction is detail, thank you so much material, but why do not you present some reference pics?