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CINEMA DE PERRA GORDA

ACT OF VIOLENCE (1948, Fred Zinnemann)

ACT OF VIOLENCE (1948, Fred Zinnemann)

Es más que probable que algunos espectadores de nueva hormada, se sorprendieran por encontrar planteamientos tan sorprendentes como el que iniciaba la estupenda A HISTORY OF VIOLENCE (Una historia de violencia, 2005) de David Cronenberg, en el que una familia idílica escondía en su responsable masculino una andadura previa llena de recovecos siniestros. Como quiera que el cine ha explorado ya realmente todos los argumentos posibles –otra cuestión serían las variaciones o miradas que un mismo material de base pudiera ofrecer como modo de expresión artística-, este que tenemos bien cercano en el tiempo ha sido lógicamente recurrente en muchos títulos. Películas generalmente brindadas a modo de apólogo moral, en el que una culpa o un posterior arrepentimiento de un pasado que ha intentado ser escondido u olvidado, y que aparece de nuevo de manera física, como símbolo para una necesaria catarsis, exorcismo y superación de su solapado remordimiento. ACT OF VIOLENCE (1948, Fred Zinnemann) es un destacado ejemplo de este enunciado y, justo es señalarlo, a mi juicio una de las mejores y menos recordadas películas de este sobrevalorado cineasta. Cierto es, a este respecto, que su propio planteamiento ofrece ciertos elementos que dejan entrever una cierta inclinación a la falsa audacia –el inserto de los títulos de crédito al final de la función, el alcance discursivo del relato, la búsqueda de una conclusión que, sin obviar el dramatismo, intente apostar por un relativo grado de esperanza…-. Sin embargo, y sin negar estas circunstancias –que francamente apenas tienen incidencia en el conjunto de la película-, nos encontramos con un relato oscuro y penetrante, que va directamente al grano, no elude ninguno de los apuntes que desprende a lo largo de su muy ajustado metraje y que, con muy leves altibajos de ritmo, plantea a primera instancia un panorama descriptivo marcado por el trauma de la posguerra en la aparentemente acomodada sociedad norteamericana. Se trata, indudablemente, de un contexto que será largamente utilizado en el conjunto del cine noir USA en diversas de sus variantes, por medio de títulos como las posteriores, WHERE THE SIDEWALK ENDS (Donde vide el peligro, 1950. Otto Preminger) o THE SNIPER (1952, Edward Dmytryk), entre tantos y tantos ejemplos válidos. Junto a ellos, el primerizo film de Zinnemann puede situarse sin complejo alguno, a través de esta historia de reencuentro de un pasado casi innombrable. Un ayer que llegaría a resultar hasta incómodo para una sociedad superficialmente encaminada al progreso y amparada en un semblante más o menos cómodo y basado en el bienestar. Una vez más, el cine de Hollywood se planteaba una cierta mirada crítica a ese American Way of Life tan recurrente en sus pantallas.

 

Desde el primer momento, el espectador que asiste a ACT OF VIOLENCE sabe que Joe Parkson (Robert Ryan) tiene en mente matar a alguien. La cámara de Zinnemann se centra con verdadera intensidad en los preparativos de un hombre caracterizado por su personalidad introvertida y taciturna. Parkson recoge una pistola y deambula como si fuera un autómata por un contexto urbano que es mostrado con maestría por el realizador, realzando esa soledad urbana que se desprende de un contexto dominado por la alienación e incluso por estereotipos patrioteros –ese pequeño desfile patriótico que nuestro protagonista sortea con indiferencia-. La intención de este hombre dominado por su cojera, pronto advertirá el espectador que se centra en el intachable y emprendedor Frank Enley (Van Hefflin). Enley es un respetado empresario, casado con la joven Edith (Janet Leigh) y padre de un niño. La tranquilidad de esta modélica familia pronto se verá violentada con la llegada de Parkson, quien viajará incluso hasta la pequeña localidad californiana donde residen los Enley como auténtico portador de un recuerdo que para Frank se revelará auténticamente angustioso. El suceso se produjo durante la II Guerra Mundial el mando de un comando que fue capturado por los nazis. Un grupo ante el que finalmente actuó como soplón en un intento de huída, y del que finalmente solo logró sobrevivir –sobrellevando desde entonces su cojera-, ese mismo Joe Parkson que desde entonces ha deseado vengarse de su antiguo amigo. A partir de este espinoso argumento, basado en una historia de Collier Young, la virtud del film de Zinnemann se centra fundamentalmente en la fisicidad del relato –a la que ayuda poderosamente la labor del operador de fotografía Robert Surtees-, potenciada por una planificación en la que se intenta dejar de lado cualquier debilidad por su vertiente discursiva. En su lugar, marcará la progresión de su metraje en función de constantes destellos puramente cinematográficos, quizá en algunos momentos escorados a esteticismos y artificios visuales, pero en líneas generales revelando una inspiración francamente poco habitual en el cine del posteriormente prestigiado cineasta. La planificación y desarrollo de la secuencia descrita en los minutos iniciales en el lago, los planos en los que Frank huye por las calles nocturnas de Los Angeles tras haberse encontrado en un restaurante con su perseguidor y haberle propinado un puñetazo –en un momento, por lo demás, poco logrado-, el encuentro con la veterana, mundana y al mismo tiempo humana Pat (una estupenda Mary Astor), la manera de describir una sociedad gris, sombría, y dominada por la alienación y una tipología humana escasamente recomendable, la estupenda secuencia, espléndidamente descrita por la iluminación y la manera con la que el magnífico Van Hefflin se intenta expresar y buscar una imposible compasión ante su esposa al recordarle ese hecho reprobable de su pasado, o ese fragmento final –de resonancias crísticas-, en el que los dos protagonistas acuden uno a otro –ambos saben desde el primer momento que antes o después hay que saldar la deuda del pasado con un encuentro que se ha ido solapando durante demasiado tiempo-, planificado con inspiración e incluso dotado de una capacidad para la emoción y el logro de esa deseada dignidad, la magnífica labor del conjunto de actores, o la clara apuesta por restringir al máximo la presencia de diálogos. Son, sin lugar a duda, motivos suficientes para avalar por sí sola una película estupenda que, cierto es, se encuentra en sus últimos minutos con la difícil circunstancia de resolver un planteamiento de elementos incómodos, y en el que no se podía incurrir en un convencional happy end, puesto que ACT OF VIOLENCE en definitiva es la expresión física de un problema de conciencia, y la búsqueda de una solución moral que permita de alguna manera redimir un hecho que, por mucho que se intente justificar, no puede llevar a su protagonista a la vivencia de esa anhelada vida normal.

 

En este sentido, justo es señalar que el realizador se desenvuelve con verdadera inspiración por los recovecos del relato, logrando plantear un conjunto interesante ya en su rasgo descriptivo y meramente policíaco, y dominando los riesgos que podía plantear en la película, el desarrollo del drama moral vivido por Enley. Llegados a este punto, lo cierto es que por un lado, sorprende el hecho de que la muy conservadora Metro Goldwyn Mayer auspiciara un título de estas características, y por otro, quizá pudieramos intuir que si la carrera posterior de Fred Zinnemann hubiera mantenido las facultades como cineasta de género demostradas en esta película, en vez de inclinarse por títulos que le llevaron a ser un cineasta progresivamente más pesado –y al mismo tiempo, aclamado por el público y la crítica USA de su tiempo-, creo que esa filmografía que en Europa provoca un considerable desapego, hubiera alcanzado una mayor valoración. En cualquier caso, hablamos de un posible. Lo que resulta innegable es que ACT OF VIOLENCE es una brillante película, que debe ser destacada, incluso para aquellos que, como yo, no estimamos demasiado la obra de su reiteradamente galardonado director.

 

Calificación: 3

2 comentarios

Juan Carlos Vizcaíno -

Hola, Alfonso:

Lamentablemente, esta película no se encuentra editada en DVD en nuestro país. yo pude visionarla a través de un enlace que existía en los foros de cine clásico... y la verdad es que fue una captura interesante, jejeje.

Un saludo

alfonso hinojosa -

interesante film de cine negro,estara editada en dvd?