Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

INDISCREET (1931, Leo McCarey) Indiscreta

INDISCREET (1931, Leo McCarey) Indiscreta

Contaba Leo McCarey en una entrevista concedida a la revista francesa Cahiers du Cinena, que INDISCREET (Indiscreta, 1931) se planteó inicialmente como una comedia musical, hasta que poco tiempo antes de su rodaje hubo que modificar radicalmente el guión, y en diez días se planteó un nuevo proyecto para su protagonista, Gloria Swanson, ligado más de cerca con la comedia. El propio director señalaba que su resultado final no es que fuera un desastre, pero que no respondió a su juicio a las expectativas planteadas. En cualquier caso, partiendo de antemano del carácter excesivamente autocrítico mostrado por el gran realizador –que le llevaba a detestar una película tan admirable como ONCE UPON A HONEYMOON (1942)-, lo más razonable en estos casos es intentar dejar en un segundo término estas apreciaciones, y sentarse a ver y disfrutar cualquier obra de McCarey incluso, como sucede en este periodo, nos encontramos con los que quizá sean los dos títulos más prescindibles de toda su filmografía –me refiero a THE KID FROM SPAIN (Torero a la fuerza, 1932) y BELLE OF THE NINETIES (No es pecado. 1934).

 

No se puede decir lo mismo de INDISCREET –que no tiene nada que ver con la película del mismo título, rodada por Stanley Donen en 1958, y protagonizada por Cary Grant e Ingrid Bergman-, en la que probablemente solo quepa oponer lo extremadamente liviano de su planteamiento –probablemente es ahí en donde las afirmaciones de McCarey podrían tener una cierta justificación-, que en sí mismo no plantea más que una aventura sentimental que se desestima y la ocultación de dicha circunstancia por parte de su protagonista –Gerry Trent (Gloria Swanson)-, a la hora de iniciar un nuevo episodio amoroso con el amable escritor Tony Blake (Ben Lyon). Se trata, sencillamente, de una tenue línea argumental que, por fortuna, permite desplegar la esencia del estilo de su realizador, hasta formular un relato notable por la modernidad de su construcción y desarrollo –podríamos definirlo como un estilizado precedente de la Screewall Comedy-, y en el que se ausenta cualquier rasgo teatral, algo habitual en el cine de los primeros años del sonoro. En su oposición, ya desde su secuencia inicial, el film de McCarey describe la ruptura de la relación entre la protagonista y el poco fiable Jim Woodward (Monroe Owsley). Y lo hará mostrando esa despreocupación por la dramatización de la misma, prefiriendo por el contrario la composición de una larga secuencia, elemento primordial del cine del realizador, que le permitirá describir a través de miradas, detalles –el pelo rubio que se quita Woodward ante las alusiones de Gerry, y que servirá para revelar que ha descubierto una infidelidad de este, base de la situación que vivimos-, y la propia ubicación de los actores, los auténticos sentimientos de sus protagonistas. No era muy habitual en el cine de aquellos años encontrarse con situaciones como la presente, en una producción dominado en la comedia por su ascendencia teatral. Por el contrario, McCarey aporta puro cine, y puro cine además delimitado por una personalidad artística que ya entonces se había manifestado, y que se prolongaría en toda su andadura posterior como realizador. Será esta misma secuencia de apertura, un marco en el que incluso no faltará el equilibrio del melodrama –predominante- con la comedia, con esa inesperada llamada de Gerry a Jim cuando este finalmente desiste en sus intentos para que ella olvide esta infidelidad y pueda prolongar su relación, este se atusará satisfecho y orgulloso, hasta darse cuenta que lo ha hecho para devolverle su equipo de golf. Resulta a este respecto inevitable recordar en ese gesto por parte del petulante galán, los modos de un Oliver Hardy, como tampoco se pueden olvidar las semejanzas que ofrece el joven Buster (Arthur Lake) –joven pretendiente de Joan, la hermana de Gerry- con el inolvidable Stan Laurel.

 

Sería, no obstante, bastante reductor, limitar las virtudes de INDISCREET al citar esos ecos del cine de Laurel & Hardy, ya que el gran aliento de la película reside precisamente en esa construcción basada en el intenso tratamiento de unas secuencias que se erigen como auténtico eje vector de su cine. Viendo la aparentemente liviana e inofensiva anécdota de la película, uno no puede por menos que apreciar en sus mejores momentos la génesis que marcaba la divertida crisis matrimonial expuesta en la posterior THE AWFUL TRUTH (La pícara puritana, 1937), o incluso los ecos románticos del primer LOVE AFFAIR (Tu y yo, 1939). Será una semejanza que a mi modo de ver ejemplificará de manera delicada, la larga secuencia de la llegada de Tony portando en brazos a Gerry a su apartamento. Por las ventanas se escucha la lluvia –la presencia o ausencia de las gotas será determinante para modular la secuencia-, y en un encuentro revestido por el romanticismo se plantea la –finalmente- inevitable confesión de la joven, de la antigua relación que mantuvo con Woodward. Una escena magnífica, en la que la sensación de sinceridad de sus protagonistas llega a resultar casi absoluta, contagiando de esos sentimientos al espectador y, una vez más, dando buena prueba de esa maestría del realizador para oscilar del drama a la comedia de una manera pasmosa. En esta ocasión quedará expresado por esa nueva dedicatoria que Tony le añade al libro que entrega a Gerry, en la que esta intuye una actitud negativa tras haberle revelado esa relación anterior. El temor de esta –revestido de gravedad-, y la alegría posterior al comprobar que se trata de un añadido que ratifica el amor que siente por ella, supondrá quizá el instante más hermoso de una película pródiga en aciertos cinematográficos.

 

Entre ellos, habría que incluir la divertida secuencia en la fiesta de Woodward, en la que el padre de este contempla con horror a Gerry en su lucha infructuosa con las tostadas durante la cena, al haber escuchado previamente el infundio de que la familia de este tiene tendencia a la locura –resulta impagable en esa situación la labor de una Gloria Swanson tan alejada de la imagen que tenemos de ella-. Será esa inclinación a la comedia la que se prolongará en los instantes finales del film, con los intentos de la protagonista por acceder al crucero en el que pretendidamente viaja Tony, que le llevarán a integrarse como polizonte en un coche, y que finalmente provocará un divertido equívoco al confundir a este con el capitán a la hora de darle un beso, en medio de la hilaridad del público.

 

Son algunos de los constantes aciertos de una película de escueta duración, modélica en su plasmación visual, reveladora de las mejores armas del cine de su realizador, que quizá cabria proponer como puente entre el slapstick hasta muy poco antes vigente en el cine USA, y una estructura de comedia más elaborada, en la que incluso no faltará un impetuoso travelling de retroceso que sigue a Tony cuando abandona a Gerry tras descubrirla en su inesperado reencuentro con Woodward. Una audaz decisión visual, que logra su efecto dramático precisamente por insertarse en un conjunto cinematográfico tan dominado por su sincera relajación de formas.

 

Calificación: 3

0 comentarios