[TV] CAROL FOR ANOTHER CHRISTMAS (1964, Joseph L. Mankiewicz)
1964 supone para la sociedad norteamericana una auténtico referente convulso. La cercanía del asesinato de Kennedy, la creciente escalada de la “Guerra Fría” o los conflictos con Cuba, son elementos que configuran un contexto dominando en su superficie por el progreso de su población, pero entre cuyas rendijas se cuela el temor a una conflagración de consecuencias mundiales. Es una tendencia que en la gran pantalla ya se había hecho evidente desde incluso un par de años atrás, ofreciéndose títulos –buena parte de ellos emanados por los cineastas de la “generación de la televisión”, que van desde SEVEN DAYS IN MAY (Siete días de mayo, 1964) u la previa THE MANCHURIAN CANDIDATE (El mensajero del miedo, 1962), ambas firmadas por John Frankenheimer, FAIL-SAFE (Punto límite, 1964. Sidney Lumet). THE BEDFORD INCIDENT (Estado de alarma, 1965. James B. Harris) y la versión satírica brindada por Stanley Kubrick en la excelente DR. STRANGELOVE OR: HOW I LEARNED TO STOP WORRYING AND LOVE THE BOMB (¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú, 1964. Stanley Kubrick).
En medio de ese contexto de tensión sociopolítica internacional, y con la previa repercusión alcanzada en el tratamiento de ficciones basadas en futuras y temibles consecuencias del mismo, es cuando sorprende la presencia de la producción televisiva titulada CAROL FOR ANOTHER CHRISTMAS (1964), auspiciada y dirigida por Joseph L. Mankiewicz, probablemente exhausto después del monstruoso rodaje de CLEOPATRA (1963), tras el cual no retomó los rodajes cinematográficos hasta cuatro años después, con THE HONEY POT (Mujeres en Venecia, 1967) –bajo mi punto de vista una de sus dos obras maestras-. La producción televisiva –al amparo de la financiación de la Xerox Corporation-, fue destinada a una serie creada en la promoción de la ONU. Es decir, que sus intenciones se han de configurar dentro de un objetivo concreto que, justo es reconocerlo, resulta tan loable en su planteamiento, como en no pocas ocasiones discursivo en su definitiva configuración visual. Pero no adelantemos apreciaciones.
CAROL FOR... mantiene de partida un equipo técnico y artístico de verdadero lujo. No es de extrañar, dada la personalidad de su realizador. Junto a un cast repleto de prestigiosos intérpretes, advertimos desde el primer momento la presencia como guionista de Rod Serling, mientras que podemos atisbar los intentos del ya consagrado Henry Mancini por prolongar una línea dramática en su registro como compositor, que ya había puesto de manifiesto en sus orígenes musicales con TOUCH OF EVIL (Sed de mal, 1957. Orson Welles), y más cercanamente en EXPERIMENT IN TERROR (Chantaje contra una mujer, 1962. Blake Edwards). Todo se pondrá al servicio de una curiosa actualización del célebre relato de Dickens A Christmas Carol, traslado al periodo de rodaje, y centrado en la figura de un adusto y acaudalado hombre de negocios –Daniel Grudge (un eminente Sterling Hayden)-, que vivirá la nochebuena recordando amargado la muerte –veinte años atrás- de su hijo en una acción bélica en la última contienda mundial. Una conversación que mantendrá con su apacible sobrino Fred (Ben Gazzara), pondrá de manifiesto una posición intolerante y reacia a cualquier percepción del mundo basada en el diálogo y el entendimiento. Grudge y su sobrino se despedirán no sin brindar por ese hijo ausente, dejando al magnate solo en su mansión. Será el inicio de una aventura inimaginable para él, en el que tendrá sendos viajes a unas navidades pasadas, otras presentes y unas futuras de tintes apocalípticos, que no solo aterrarán a nuestro protagonista, sino que por último le implicarán a un nuevo amanecer en el que sus planteamientos vitales se modifiquen por completo.
Bajo mi punto de vista, lo mejor de la propuesta realizada por Mankiewicz se manifiesta en sus quince minutos iniciales. Desde la atractiva manera con la que se introduce el marco de la acción, pasando de unos grabados a imagen real –y prefigurando con ello el inicio de la posterior SLEUTH (La huella, 1972)-, hasta el inteligente juego de cámara desarrollado en el interior de la mansión, incluyendo en ese fragmento los primeros atisbos de la nostalgia y rabia del protagonista ante la ausencia de su hijo muerto, ligeros apuntes que inducen a una presencia sobrenatural –esa música que suena sin estar el tocadiscos en funcionamiento-, o el diálogo que mantienen el protagonista con su sobrino, en el que una inteligente planificación casi nos adelantan el Cecil Fox (Rex Harrison) y William McFly (Clift Robertson) del ya citado THE HONEY POT. Son instantes revestidos de una impecable prestancia cinematográfica, desgranados en inteligentes diálogos, e interpretados de manera magnífica. La modulación que adquiere ese posterior brindis conjunto ante el retrato del soldado fallecido dos décadas atrás, supone una inflexión intimista que proporcionará al relato un componente humanista, que muy poco después oscilará por derroteros cercanos al fantastique. Por un instante, Mankiewicz parece trasladarnos a senderos marcados en su admirable y ya lejana THE GHOST AND MRS. MUIR (El fantasma y la Sra. Muir, 1947) –su otra obra maestra-, insertando a su atribulado protagonista escenarios en los que contemplará la relatividad de esos símbolos que defienden esos soldados que mueren en las guerras, a la habitual e invisible presencia de ese multitudinario colectivo de gentes necesitadas o, por último, a la latente presencia de un cercano apocalipsis que elimine de la faz de la tierra la raza humana.
De entrada poco cabe reprochar a la traslación efectuada por Serling de este clásico navideño. La actualización del referente literario y su integración en otro contexto diferente por completo, revelan a un guionista competente. Sin embargo, no puedo ocultar que en numerosos momentos calado discursivo de la propuesta llega a enervar. En bastantes ocasiones –sobre todo centrados en los personajes que encarnan los fantasmas de las navidades pasadas (de manera muy especial), presentes, y futuras (por más que Robert Shaw ofrezca de su retrato una labor llena de intensidad)-, el discurso y la intención nos remite a la impresión de encontrarnos ante cualquier episodio alargado de la serie que llevara a Serling a la fama televisiva –The Twlight Zone-, combinado por la influencia de algunos referentes cinematográficos citados al comienzo de estas líneas –entre lo que no sería ocioso señalar la presencia en el reparto del mencionado Hayden e incluso Peter Sellers (que compone un rol excesivamente bufonesco), recién salidos del rodaje del mencionado DR. STRANGELOVE...
Todas estas circunstancias limitan, y no poco, el alcance de una propuesta que, a mi modo de ver, esgrime fragmentos dominados por una veta intimista –el episodio que nos traslada al desolado y ruinoso hospital con niños quemados por la bomba atómica; la reacción que ofrece al mismo la excelente Eve Marie Saint-, o incluso la sutileza con la que se plantea en la pantalla esa modificación final en la concepción de la existencia por parte de Grudge tras su fantástica y catárquica triple experiencia. En ellas domina el mejor Mankiewicz, que estoy convencido se tomó el encargo de plasmar esta adaptación televisiva como un pequeño oasis profesional. La docilidad con la que introduce esas influencias tan cercanas antes señaladas, o el condicionamiento discursivo presente en todo momento sin que su componente estrictamente narrativo refuerce tal inclinación, no impide que nos encontremos ante un resultado curioso, desigual, pero en algunos fragmentos realmente atractivo, al tiempo que permita completar la mirada global ante uno de los cineastas más interesante surgidos en el cine norteamericano de su generación de posguerra.
Calificación: 2’5
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