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CINEMA DE PERRA GORDA

SADDLE TRAMP (1950, Hugo Fregonese)

SADDLE TRAMP (1950, Hugo Fregonese)

Antes incluso de vislumbrar el fulgor del Technicolor que brindan las imágenes de esta modesta serie B de la Universal International, cualquier mediando conocedor de la filmografía del argentino Hugo Fregonese –especialmente de su periodo desarrollado bajo el cine de géneros estadounidense-, podrá advertir que nos vamos a encontrar con una propuesta diferente. SADDLE TRAMP (1950) –nunca estrenada comercialmente en nuestro país-, no podía ser una excepción. Y es algo que intuímos ya desde sus primeros fotogramas, encuadrándonos el relajado discurrir de Chuck Conner (Joel McCrea), un jinete de mediana edad que ha decidido tomar su discurrir vital sin las apetencias y deseos que podrían ser moneda corriente en cualquier ser humano. Apenas la posesión de su caballo servirá para ejercer como auténtico “paseante” de la vida. El inicio de la película nos lo muestra situando como unos bellos parajes, teniendo en su parte izquierda una extraña formación rocosa, e introduciendo un elemento muy poco utilizado en el western, como es la voz en off. Por la misma escucharemos esa filosofía de la vida que plantea su única intención de viajar y vivir el presente, sin atender con ello a cualquier obligación y responsabilidad común al resto de los mortales. El inesperado encuentro con el viejo Pop (Russell Simpson), proporcionará al relato una nota humorística cercana al absurdo, al tiempo que nos permitirá recordar la singular personal de un realizador que en su periodo americano propuso en todas sus películas –al menos entre las que he tenido ocasión de presenciar, que ya son considerables-, una visión muy personal que sobrepasaba tanto el acomodo a un género determinado, a partir de los cuales brindaba mixturas bajo las que encubría auténticos apólogos morales, de los que el título que nos ocupa no será una excepción.

Así pues, y sin esperarlo, nuestro protagonista vivirá una persecución, y al mismo tiempo se verá atrapado por su destino cuando se dirija a visitar un viejo amigo –viudo y padre de cuatro hijos-, al que indirectamente ocasionará la muerte cuando este utilice su caballo, reacio a cualquier disparo. Será un punto de partida que ya de entrada nos proporcionará la combinación de western, melodrama e incluso una cierta vertiente sensiblera, a partir del instante en el que Conner no tenga más remedio que asumir las responsabilidad de los cuatro huérfanos, en la medida que la propiedad en la que estos vivían con su padre se encuentra sometida a una hipoteca –su propietario mostrará sin embargo la consideración de retrasar la misma si este está dispuesta a trabajarla, ofrecimiento que el protagonista rechazará-.

Muy poco después, nos daremos cuenta, que la esencia de esta interesante SADDLE TRAMP esconde una nada solapada parábola en torno a la necesidad del ser humano de atender un destino en la vida. En el caso de Chuck, este casi sin pretenderlo, tendrá que asumir el cuidado de los cuatro pequeños, al tiempo que esconderlos en pleno bosque, trabajando en el rancho de Jess Higgins (el siempre magnífico John McIntire), un hombre que detesta a los pequeños y se encuentra enfrentado con un ranchero mexicano limítrofe  -Joe Martínez (Antonio Moreno)-, argumentando que este le roba su ganado. Poco a poco, demostrando sus facultades en el trabajo asumido, nuestro inicialmente despreocupado vaquero cuidará de los cuatro huérfanos, a los que se unirá la joven Della (Wanda Hendrix), que se ha escapado del cuidado del brusco Mr. Hartnagle (Ed Begley). A partir de dichos matices argumentales, retomados de una historia y guión elaborado por Harold Shumate, Hugo Fregonese ofrece –como no podía ser de otra manera-, una personalísima película en la que hay lugar para elementos de comedia –la paliza que los pequeños proporcionan al pendenciero Rocky (John Russell), cuando este se enfrente a Conner, la trampa destinada a este en la cocina de los Higgins, en la que picará tontamente Hartnagle-, en el que se introducen incluso aspectos cercanos al fantastique –la creencia que la esposa de Higgins, de herencia irlandesa, tiene de que las actuaciones de los pequeños corresponden a duendes del bosque-, en donde la fuerza de su cromatismo se erige como un elemento de singular importancia, y al propio tiempo el realizador aboga en todo momento por una notable desdramatización, que solo se verá bruscamente interrumpida en la penúltima secuencia del film, con la brutal pelea que protagonizarán el vaquero protagonista y Russell, una vez el primero ha descubierto quienes eran los auténticos ladrones de ganado, que durante tanto tiempo provocaron una innecesaria enemistad entre los dos terratenientes vecinos.

Como antes señalaba, destaca en SADDLE TRAMP esa voluntad marcada por parte de su autor por ofrecer un producto –cuya copia visionada al parecer posee algunos minutos menos de duración que los normalmente considerados- en el que la entremezcla de géneros es manifiesta. Tanto como esa deliberada ausencia de inflexiones dramáticas. Por el contrario, el director argentino apostará por un relato plácido que incluso se contempla una mirada cómplice y distanciada, con ecos de la denominada Americana, en el que quizá solo cabría reprochar que la parte relacionada con los niños y, sobre todo, el personaje de la joven Della, aparezcan dominados por un cierto ternurismo y, sobre cierto, cierta ausencia de verdadera credibilidad. En todo caso, pese a dichas consideraciones, no se puede negar que nos encontramos con otra muestra más que ratifica la singularidad de un cineasta del que aún nos queda por redescubrir buena parte de su obra, y que film tras film sigue sorprendiendo como uno de los más singulares que poblaron el cine norteamericano durante la primera mitad de la década de los cincuenta.

Calificación: 3

2 comentarios

Anselmo -

Enhorabuena por tu estupendo blog que acabo de descubrir y que ya me ha servido para disfrutar de esta peculiar película. Gracias por compartir una auténtica mina de sugerencias cinematográficas. De Fregonese tenía el recuerdo traumatizado del asalto de los indios a la iglesia al final de Apache drums. Casualidades de la vida, he visto recientemente su Sign of the renegades, con Ricardo montalbán y Cyd Charisse, que me gustó muy por encima de lo esperable y que tiene el mismo desarrollo regido por un principio de incertidumbre. Sin grandes alharacas despacha un discurso sobre las apariencias, o sea sobre la realidad, mucho más complejo de lo que uno podría esperar de una película de ambiciones tan modestas.

Alfredo Alonso (Cineyarte) -

H. Fregonese resulta un director de inesperada importancia y categoría artística teniendo en cuenta que por lo general la crítica no le dispensa demasiadas menciones.


Entre el silencio crítico emergen filmes tan singulares como excelentes (Harry Black y el tigre, 7 truenos) y notable cine de géneros (Untamed frontier o The raid).