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CINEMA DE PERRA GORDA

MAN IN THE SADDLE (1951, André De Toth) Lucha a muerte

MAN IN THE SADDLE (1951, André De Toth) Lucha a muerte

Dentro de la tardía rehabilitación efectuada a diversos realizadores en su momento carentes de reconocimiento en su trayectoria, se encuentra la figura del húngaro André De Toth, que –lo reconozco- hasta hace poco años, consideraba un tanto sobredimensionada. Sin embargo, el ir accediendo de manera paulatina a no pocas muestras de su cine, han imbuido en mí el modificar mi criterio inicial, aceptando la justicia de la vindicación de la figura del artífice de HOUSE OF WAX (Los crímenes del museo de cera, 1953), precisamente uno de sus títulos más conocidos y al mismo tiempo sobrevalorados. De alguna manera, esto es lo que sucede con MAN IN THE SADDLE (Lucha a muerte, 1951), aunque disienta del anteriormente citado título protagonizado por Vincent Price, del hecho de su general consideración como un simple western de los que se realizaban por decenas en aquellos primeros años cincuenta. En este sentido, nos encontramos ante el primero de los cinco films del Oeste que De Toth rodó al servicio de la estrella del género Randolph Scott dentro del seno de la Columbia Pictures, antes de que este asumiera el último de sus jalones fílmicos al servicio de Budd Botetticher. Menos conocidos y valorados que aquellos, el paso del tiempo me ha permitido contemplar la practica totalidad de los mismos, y en todos destaca un general interés, aunque en ellos se aprecien lógicas fluctuaciones entre una y otra propuesta. Es en dicho terreno donde creo que MAN ON THE SADDLE no se encuentra a la altura de otros de dichos exponentes, como las posteriores LAST OF THE COMANCHES (El último comanche, 1953) y RIDING SHOTGUN (El vigilante de la diligencia, 1954), lo cual en modo alguno invalida su interés. Llegados a este punto cabría incidir en una ligera mirada sobre la vinculación de Scott en el seno del mencionado estudio que manejaba con mano tiránica Harry Cohn, y en la que también tuvieron su lugar nombres como el de Bruce Humberstone, con resultados finales dentro del ámbito del western nada desdeñables.

MAN ON THE SADDLE se inicia con una caravana de jinetes que acompañan al poderoso ganadero Bill (Alexander Knox). Con su algarabía, estos llegan al saloon y festejan la boda de Bill con Lora (Joan Leslie). Pero en el recinto hay alguien al que la noticia supondrá un duro golpe. Se trata de Owen Merritt (Randolph Scott). Merritt es un ganadero que mantiene un personal muy fiel, entre ellos los hermanos George (Cameron Mitchell) y Juke Vird (Richard Crane) y al que de alguna manera el recién convertido esposo desea combatir, intentando acercarse a las tierras comprando las existentes entremedia de las que son propiedad de ambos, y de la que es propietario un viejo amigo de Owen.

Pero lo cierto es que para el terrateniente –al que Alexander Knox proporciona un inquietante y al mismo tiempo elegante perfil-, por encima de una rivalidad material, se encuentra el deseo de alcanzar a Lena, que parece querer casarse con BVill movida por el interés de un autómata –nunca oculta que esta decisión obedece a intereses alejados del amor, pero al mismo tiempo sus impulsos para reunirse con quien realmente ama, son mitigados-. En esta lucha entre los hombres de Bill contra el entorno de Owen, se desarrollará con diversas luchas y asesinatos, destacando poderosamente la excelente pelea mantenida entre el ganadero y un hosco pistolero contratado por Bill. Esta se iniciará en una vieja cabaña en la montaña, y su fragor hará descender a los contendientes por la montaña, rodeando una cascada de agua. Y es que el marco de violencia que se expresa en la película, constituye uno de los rasgos más interesantes de la misma. Entre ellos no cabe omitir el duelo que se produce en un saloon completamente a oscuras, o la indigna muerte que Bill infringe a ese pistolero a quien anteriormente ha contratado, creyendo que este se encontraba hablando despectivamente de su esposa. Pero poco a poco se irá imponiendo una espiral de creciente violencia, en la que finalmente será el propio Bill quien reciba aquello que ha estado alentando a lo largo del metraje.

Ciertamente, en MAN ON THE SADDLE se aprecia un ritmo trepidante, especialmente en su segunda mitad, en la que las cabalgadas nocturnas y luchas aparecen llenas de ritmo y autenticidad. Y además Owen realmente demostrará su intención de abandonar su interés por Lana. En su lugar, aparecerá otra mujer que siempre lo ha amado en secreto, y que curiosamente era novia del pistolero que eliminara Bill. Se trata de Nan (Ellen Drew), que logrará proteger y ayudar a esconder a nuestro protagonista, hasta que en los minutos finales del film, dominados por una gran tormenta de arena, serán el inesperado marco para cerrar definitivamente –y de manera casual-, una pugna con la que la película llegará a su fin.

Será este un western combinado en sus buenos momentos y también en las convenciones marcadas por la apuesta del género mostrada por Randolph Scott en el seno de la Columbia, que una vez más describe rasgos característicos de esta larga colaboración, y permite también evaluar el mayor o menor nivel de inventiva narrativa puesto a fondo por De Toth en cuantas de estas cintas acometió. Se trata de una mirada en la que hace años, me mostraba renuente a contecer un crédito excesivo, pero de reconocer que el paso del tiempo me ha hecho modificar a una mirada mucho más positiva, por más que el título que comentamos no sea el mejor exponente para esta apuesta sincera por el ya veterano tuerto húngaro.

Calificación: 2’5

2 comentarios

Dave G. -

Estimado JC V. esta es una de las pocas entradas en la que en la página de "portada", en la que apenas se leen cuatro o cinco líneas, ya se entrevé el resto del contenido del artículo. Te recomiendo, humildemente, que intentes en esas primeras palabras de cada entrada esbozar algunas de las ideas fundamentales que después desarrollarás en la reseña completa. Así, cuando abramos la portada, nos orientarás ya desde un primer momento por los derroteros que irá todo el artículo. Gracias

JC Alonso -

A mí me encanta este inquietante cineasta del este—sus Noir son caleidoscópicos— y perteneciente al club de los grandes del parche. Además, se caso con una de mis chicas favoritas; la bella Veronica Lake. El año que viene espero encontrar un hueco para realizar un artículo de ambos. No obstante, quería aprovechar el momento para felicitarte estos días Navideños, que sigas con tu gran labor y “Cinema Perra Gorda” sea ese un sitio inmortal de todo cinéfilo. JC, amigo y tocayo. Gracias, por darme tantas alegrías y un abrazo