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CINEMA DE PERRA GORDA

ESCAPE (1948, Joseph L. Mankiewicz)

ESCAPE (1948, Joseph L. Mankiewicz)

ESCAPE (1948) ha sido y sigue siendo, el film ignorado por excelencia en la filmografía de Joseph L. Mankiewicz. Durante décadas todos aquellos que hemos transitado la andadura del director de THE HONEY POT (Mujeres en Venecia, 1967), intentamos acceder a una producción que suponía, además, la segunda de las cuatro obras que dirigió con el protagonismo de Rex Harrison, quizá el intérprete que mejor conectó con la mirada cínica e incluso llena de misantropía que extendió en el conjunto de su obra. Se trata además del título que rodó en el seno de la 20th Century Fox tras su memorable THE GHOST AND MRS. MUIR (El fantasma y la Sra. Muir, 1947). Motivos sobrados para acercarnos a este film invisible durante largos años, del que muy pocos –ni siquiera sus propios artífices- se detenían demasiado a la hora de comentar sus características. Parecía que nos encontrábamos ante una película de la que nadie quería hablar. Casi un corpúsculo molesto en la obra de un realizador considerado intocable. Y no toda la obra de Mankiewicz alcanza esa alta estima que le atribuyen sus admiradores –entre los que me encuentro-. Son varios los títulos que ratificarían esa por otra parte lógica irregularidad, extensible a otros sobrestimados exponentes. Tras contemplar ESCAPE, es fácil comprender ese oscurantismo que ha recaído sobre la misma a lo largo del tiempo, hasta convertirla en una película casi invisible. Quizá lo sea ese claro aspecto de serie B, que podría resultar ‘indigno’ en la obra de un cineasta ya consolidado dentro de la nómina del estudio de Zanuck. Nos encontramos ante la que fue la primera película estadounidense rodada en territorio británico, y, en cierta medida, es ese un valor suplementario que con el paso del tiempo fue imitado –con mayor o menor fortuna- por muchas otras producciones posteriores.

En esta ocasión, muy pronto la iluminación sombría en blanco y negro, del posteriormente prestigioso Freedie Young, acompaña una amplia panorámica de la cámara hacia la izquierda, trasladándonos a la prisión en la que se encuentra encerrado Matt Denant (Rex Harrison, como siempre, impecable). La cita en torno a la imposibilidad del arrepentimiento que inicia el relato, proveniente de la obra teatral de John Walsworthy, adentra al primer plano del rostro de Denant, quien muy pronto nos introduce a uno de los clásicos flashbacks inherentes al mundo del cineasta, trasladándose al pasado más o menos reciente de este, en calidad de heroico piloto durante la II Guerra Mundial, y la situación vivida en defensa de una mujer cuando es acosada por un agente, al que matará de manera accidental. En apenas unos minutos viviremos con gran sentido de la síntesis, la carencia de sensibilidad que rodeará el caso, asumido casi como una pesadilla por el hasta entonces piloto, quien será condenado a tres años de trabajos forzados en la prisión de Dartmoor –emocionante el instante en el que la mujer a la que defendió, llorará desconsolada al comprobar dicha condena leyéndola en la prensa-. La película tornará al momento presente, sin perder en ningún momento ese aire sombrío, hasta plantearse en medio de la niebla casi nocturna en la que siguen desarrollando sus tareas los presos, la decisión de escapar de un recinto ubicado en medio de unos páramos que nunca han permitido la huída de nadie.

Sin embargo, este logrará llevar a cabo su fuga, iniciando una especie de parábola que le hará vivir en carne propia las actitudes de toda una galería humana, descrita con bastante escepticismo por la cámara de Mankiewicz, y surgida de la pluma del sagaz Philip Dunne. Seres que van desde la mezquindad del compañero de taller de Matt –encarnado por un joven Cyril Cusack-, la rudeza del agente de policía sobre cuya muerte recaerá el epicentro del relato, la crueldad y frialdad que se observa en los tribunales de justicia, la chismosa responsable de una taberna, que no duda en escuchar la conversación que Denant mantiene por teléfono, el terrateniente que llegará a montar una batida a la hora de ofrecer la busca y captura del presunto delincuente, o incluso el vendedor de vehículos, cuya presunta honorabilidad llegará a ponerse a prueba de juicio por nuestro protagonista en el traslado que ambos acometerán. Es más, incluso en unos seres caracterizados por sus miserias más o menos declaradas, el inspector encargado de su captura –Harris (William Hartnell)-, aparecerá con un grado de cordura ausente en el entorno humano que irá descubriendo. En última instancia, el único apoyo que reciba será el de la joven Dora Winton (Peggy Cummings), quien pronto empatizará con el prófugo, no solo creyendo sus palabras, sino iniciando con él una extraña relación, que le llevará a romper con su prometido –al que nunca veremos-. Mantendrá incluso el apoyo de su hermana Grace (Jill Esmond), una mujer más curtida, admiradora en secreto del arrojo de su hermana, que quizá en su juventud ella no pudo albergar.

Escape resalta en el magnífico uso de los páramos exteriores que son captados con un magnífico sentido de lo sombrío –algo que aventuraría de manera rotunda Jacques Tourneur en CIRCLE OF DANGER (1951)-. Su ajustada duración permite que esta adquiera un considerable ritmo, y si bien uno echa de menos una mayor presencia del pathos, no es menos cierto que ese encuentro casi final del fugitivo a la capilla de la localidad, por más de reflejar no pocos tópicos en las manifestaciones del sacerdote, suponen el necesario contrapunto de serenidad y esperanza, para un hombre al que prácticamente no le queda ninguna salida válida, más que la que le puede proporcionar la joven Dora, capaz de esperar esos tres años para encontrar en él ese amor que desde el primer momento ha vislumbrado. Objeto de algunos cortes en el momento de su edición, ESCAPE es la prueba evidente de un relato que habla en voz baja, pero en su modestia no solo no merecía el ninguneo al que ha sido sometido durante tantos años, sino que debería situarse en un lugar encomiable dentro de una filmografía en la que no desentona en absoluto.

Calificación: 3

4 comentarios

Juan Manuel -

Caramba, no sabía esa coincidencia de guionistas. Gracias por el dato. Después de poner mi comentario he visto que Rex Harrison estuvo en la RAF durante la guerra, así que por eso se le ve con tanta soltura manejando el avión.
Qué imponente el exterior de la prisión de Dartmoor y especialmente ese arco de piedra de la última escena.

Juan Carlos Vizcaíno -

Jorge, la película a la que te refieres, en España se tituló ODIO ENTRE HERMANOS, y también la considero entre las grandes del primer periodo de Mankiewicz. Tuvo un notable 'remake' en clave de western, dirigido por Edward Dmytryk, protagonizado por Spencer Tracy.

En cuanto a los detalles que señalas José Manuel, hay que destacar que en los años 30, Hitchcock rodó varias películas, con guiones realizados por Charles Bennett, y el tandem de guionistas formado por Sidney Gilliat y Frank Launder. Ellos son, en realidad, los padres de ese modelo de cine -en muchos momentos, escorado hacia la comedia-, que el gran cineasta fue perfeccionando con el paso de los años.

Juan Manuel -

Rex Harrison está eminente. Asocio vagamente su peripecia a la de Robert Donat en “39 escalones”. Algo de Hitchcock hay en cómo se desenvuelve un protagonista sumamente elegante –cual Cary Grant en “Con la muerte en los talones”- en una persecución campo a través. Montones de detalles fantásticos, como el de la chica quitando las llaves del coche tras oír al policía, la escena inicial con Harrison pilotando el avión él mismo sobre la pista o cuando el policía ve al protagonista conduciendo con la chica apoyada en el hombro y los toma por “una pareja de americanos”.

jorge trejo -

hay otra película de este director que a mí me gustó mucho y que poco se ha comentado: HOUSE OF STRANGERS con richad conte