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CINEMA DE PERRA GORDA

Aisling Walsh

SONG FOR A RAGGY BOY (2003, Aisling Walsh) Los niños de San Judas

SONG FOR A RAGGY BOY (2003, Aisling Walsh) Los niños de San Judas

A la hora de ver cine, hay títulos en los que el hecho de saber que están basados en un hecho real quizá fuercen a ser valorados con una mayor benevolencia de la que merecen sus imágenes. Bajo mi punto de vista SONG FOR A RAGGY BOY (Los niños de San Judas, 2003. Aisling Walsh) es una demostración manifiesta de este enunciado. Pese al prestigio que en ciertos niveles ha adquirido esta película, creo que no es más que una maniquea, bienintencionada y finalmente poco estimulante recreación de los métodos represivos un sórdido internado religioso irlandés de 1939. Una historia en la que además se adivinan enormes ecos de títulos tan excesivamente mitificados como DEAD POETS SOCIETY (El club de los poetas muertos, 1989) o tan mediocres como TO SIR, WITH LOVE (Rebelión en las aulas, 1967. James Clavell), y que lamentablemente destaca por la grisura de una realización plana que solo en muy contados instantes potencia la pasión o profundidad psicológica en sus personajes y por el contrario se deja llevar por una impecable ambientación, por otra parte típicamente irlandesa.

Y es que en todo momento la película se etiqueta con el marchamo de “film irlandés de qualité”, manifestado tanto en el generoso despliegue de paisajes de sus tierras y el protagonismo del poco dúctil Aidan Quinn, tan caracterizado a la hora de interpretar títulos que entran en estas coordenadas. En SONG FOR A RAGGY BOY encarna a William Franklin, un profesor que ha huido de los horrores de las guerra civil española - donde estuvo simpatizando con el bando republicano-, convirtiéndose en el primer seglar que imparte el profesorado en el ya mencionado colegio irlandés de San Judas, que tiene carácter de reformatorio. Un colegio cuyo alumnado está formado por niños de los denominados “difíciles”, que apenas saben leer y escribir, y que en el fondo no tienen más que puesta la coraza ante el trato que reciben fundamentalmente por el sádico Hermano John (Iain Glen) y los abusos homosexuales del reprimido Hermano Mac (Marc Warren). En medio de la siniestra presencia de ambos religiosos, Franklin logrará ir poniendo en practica sus métodos educativos con gran aceptación por parte de un alumnado hasta entonces temeroso y escéptico.

Y será precisamente con uno de ellos, Liam Mercier (estupendo John Travers), con el que el profesor establecerá una especial relación, al atisbar el superior coeficiente de inteligencia del muchacho y, sobre todo, la sensibilidad por la lectura de la poesía que demuestra practicar. Mercier irá convirtiéndose en rebelde ante las practicas cercanas a la tortura practicadas por el Hermano John, hasta que finalmente sea él la victima propiciatoria del odio que ha generado en el religioso la actitud combativa del muchacho.

Será esa la conclusión de la película, en la que alguna manera podemos ver bastantes de las peores practicas de esa Iglesia Católica que aún nos sigue atormentando incluso a los que en ella no tenemos puesto interés alguno. Pero en la película de Walsh, de alguna manera se apuesta por una ambigüedad manifiesta al ver que pese a que en los momentos finales los dos hermanos abandonan el reformatorio –uno de ello ha matado a un niño-, al mostrar por otra parte los “elementos” positivos de la misma representación del clero. Esa misma ambigüedad que siempre le ha permitido al catolicismo inclinarse al lado de dictadores y posteriormente demostrar que en algunos de sus componentes hay inclinaciones progresistas o realmente honestas.

Pero además de este elemento temático, lo cierto es que SONG FOR A RAGGY BOY deviene una película maniquea y previsible, en la que el retrato del personaje que interpreta Iain Glen casi resulta más cercano a los villanos que interpretó el inmortal Vincent Price que realmente creíble por su absoluto esquematismo y en el que además cuesta creer –aunque la historia relatada sea veraz- que tenga que consumarse el asesinato de un niño para que la comunidad religiosa finalice con el reinado de terror encabezado por un personaje repulsivo y ayudado de otro religioso tan repulsivo como él. Y es que en el cine no todo se trata en basarse en historias reales, sino en hacerlas creíbles por los elementos puestos en juego en ellas. Si a ello le unimos el desaprovechamiento de la subtrama paralela del trauma que sufre el protagonista con su experiencia en la II República Española –los flash-backs que se visualizan en la película resultan ciertamente ridículos-, y lo vergonzante de la conclusión del film con la felicidad de los niños por el cambio de actitud del abierto profesor que finalmente decide permanecer en el centro, podremos valorar un conjunto ciertamente discreto y arquetípico. Un producto en el que finalmente cabe destacar la buena dirección del conjunto de actores –especialmente los niños del internado-, y que bajo sus ropajes de veracidad y estar centrado en un par de escenas de schock, en realidad esconde un resultado discreto y poco recordable.

Calificación: 1’5