Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

David O. Russell

I HEART HUCKABEES (2004, David O. Russell) Extrañas coincidencias

I HEART HUCKABEES (2004, David O. Russell) Extrañas coincidencias

Hay películas y propuestas que en los tiempos actuales permiten darnos la impresión de que no todo está inventado en el terreno de la comedia cinematográfica. Es probable que pese a su escueta tibia de público y no demasiado calurosa de la crítica estadounidense –lo que ha contribuido a una pobre distribución internacional-, en primera instancia I HEART HUCKABEES (Extrañas coincidencias, 2004. David O. Russell) pueda ser un ejemplo de estos indicios de renovación. No obstante, a poco que nos detengamos en sus imágenes, hay ecos claros de la screewall comedy desarrollada en los años treinta y cuarenta, se utilizan esos colores pasteles propios de finales de los cincuenta, una despiadada crítica a la sociedad de consumo actual –estoy seguro que a Frank Tashlin le hubiera encantado esta película-, y su formulación visual tiene la añoranza de los grandes valedores del género en los años sesenta –Jerry Lewis, Stanley Donen, Blake Edwards...-. Sin embargo, creo que el elemento de referencia más palpable de esta –digámoslo ya- brillantísima comedia, lo supone la obra maestra de Paul Thomas Anderson PUNCH-DRUNK LOVE (Embriagado de amor, 2002), con la que comparte semejanzas visuales y la determinante presencia de Jon Brion en su banda sonora. Sinceramente, la propuesta de O. Russell –de quien recordaremos con agrado su previa THREE KINGS (Tres reyes, 1999)- carece de la capacidad revulsiva y el virtuosismo formal del mencionado PUNCH... –que personalmente considero una de las mejores y más singulares comedias generadas para el cine-, pero no es menos cierto que constituye un conjunto atrevido y original. Un producto quizá no apto para todos los paladares, pero que he reconocer supuso para mí una gratísima sorpresa, y deviene progresivamente en una película más ingeniosa que divertida, acertadamente desarrollada como comedia coral, muy bien trasladada en un cuidado formato panorámico y definida por un cromatismo tutti-fruti que atiende a las necesidades internas de sus imágenes –y no queda como un simple y brillante adorno, como sucedía en DOWN WITH LOVE (Abajo el amor, 2003. Peyton Reed)-. Sus imágenes desprenden la suficiente destreza para proponer la interacción de una serie de personajes que inicialmente puedan parecernos absurdos –y lo son-, pero que en el desarrollo de sus historias tienen mucho que decirnos sobre la búsqueda de la propia identidad o el sentido de una existencia que se pone en entredicho, incluso formando parte de un entorno acomodado.

A partir de esa premisa discurrirá un argumento característico de comedia coral, extendido alrededor de unos personajes relacionados con una multinacional –la Huckabees del título-, de la que surge el que sirve como nexo de unión de todos ellos. Se trata de Albert (Jason Schwartzman), un joven de conciencia ecologista que reflexiona ante la búsqueda del sentido de la existencia a partir de una serie de coincidencias relacionadas con un joven inmigrante negro. En pleno proceso acude a una agencia de detectives “existenciales” –la mejor idea de la película-, que intentará resolver la crisis de identidad del joven. Con ese planteamiento se intercalará la presencia de un ejecutivo narcisista obsesionado con el éxito, su novia, un bombero amargado por su intuición de la nada existencial y obsesionado con las doctrinas de una filósofa de corte nihilista. Un auténtico mosaico envuelto en una brillante desmesura argumental y un atractivo tratamiento visual, que en ocasiones incluso recurre a efectos digitales y fantasías casi surrealistas. Cierto es que I HEART... no es un título especialmente divertido, pero en todo momento se caracteriza por su enorme capacidad de ingenio y, lo que es mejor, se expresa cinematográficamente con tanta inventiva como acierto. No voy a ocultar que en algunos momentos puede pecar entre determinados públicos como demasiado intelectual –tal y como lo podría parecer hace cuatro décadas A FINE MADNESS (Un loco maravilloso, 1966. Irvin Kershner)- pero personalmente me parece muchísimo más lograda –sobre todo en su coherencia visual-, que las tan prestigiadas comedias basada en guiones de Charlie Kauffman rodadas en los últimos años.

Para el logro de un resultado satisfactorio como este, hay dos elementos que David O. Russell logra revertir en la película. En primer lugar, una magnífica dirección de actores que incluso logra un espléndido resultado en Mark Walbergh, y sabe explotar la altiva antipatía de Jude Law para la comedia, pero que alcanza un resultado descomunal en un Dustin Hoffman que alcanza –a mi juicio- una de las mejores creaciones de toda su carrera –y además en un personaje que se prestaba a los peores excesos-. El otro rasgo que otorga personalidad propia a la película es el contrapunto sonoro de un Jon Brion que, por momentos, se “adueña” de la película, ayudando con su creatividad y singularidad sinfónica a alcanzar ese “gramo de locura” que definen los mejores momentos de la función –por ejemplo, la secuencia en la que Jason Schwartzman e Isabelle Huppert muestran su atracción sexual de forma tan inusual-.

Finalmente, entre angustias ante la nada, esperanzas filosóficas, intentos de búsqueda de la felicidad con el amor o la fragilidad de estar pendiente únicamente de la imagen y el consumismo, lo cierto es que ante I HEART HUCKABEES uno se regocija ante una mirada que sin perder el ingenio, por momentos parece llevarnos al mundo de Lewis Carroll y que se reafirma como una de las más originales y valiosas comedias de los últimos años.

Calificación: 3’5