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CINEMA DE PERRA GORDA

Frederick De Cordova

THE GAL WHO TOOK THE WEST (1949, Frederick De Cordova) La cautivadora

THE GAL WHO TOOK THE WEST (1949, Frederick De Cordova) La cautivadora

Por encima de sus ocasionales cualidades y general discreción, o el servilismo a la figura de Yvonne De Carlo, es preciso reconocer que THE GAL WHO TOOK THE WEST (La cautivadora, 1949. Frederick De Cordova), es una película que proporciona no pocas singularidades. De entrada, el espectador percibe ese Techinicolor tan propio de la Universal en aquellos últimos años cuarenta, cercano a la estampita colorista e irreal, y que tiene en las manos del operador Wiliam Daniels un aliado de excepción. Será el ámbito visual de esta historia centrada en el personaje de la bella cantante Lilian Marlowe (De Carlo), que será evocada por un periodista, bastantes décadas después de su llegada hasta Arizona, reclamada para actuar en un teatro musical erigido por encargo del veterano general Michael O’Hara (Charles Coburn). Sin embargo, la cantante –que no es de ópera sino ligera-, será recibida por los dos sobrinos de O’Hara. Ellos son Lee (Scott Brady) y Grant (John Russell) O’Hara, dos primos que se encuentran totalmente enfrentados, hasta el punto de dividir la ciudad en la que viven, para con ello evitar un enfrentamiento dominado por la violencia. La llegada de Lilian supondrá inicialmente la presencia de un tímido alto el fuego, ya que ambos jóvenes caerán rendidos ante la elegancia y la belleza de esta, poniendo todo su empeño a la hora de combatir contra su oponente –esta vez sí, con un claro objetivo-, aunque utilizando otras argucias al margen de la lucha.

En realidad, en la base de esta simpática aunque limitada combinación de comedia y western, uno ha de apreciar antes que nada las sugerencias que aporta su planteamiento argumental –obra de William Bowers y Oscar Brodney- antes que en la aséptica realización del posterior especialista televisivo Frederick De Córdoba, artífice de una considerable filmografía como opaco y poco conocido practicante del cine de género. Es por ello que su labor en la película se circunscribe en ilustrar un material dominado por la ironía y una serie de planteamientos, que aparecen antes que en otros títulos más prestigiosos –y, obviamente, mejores-. Es evidente que esa mirada nostálgica al pasado del Oeste, ha dado pie para señalar un precedente de la nostalgia que John Ford planteaba en la excelente y mítica THE MAN WHO SHOT A LIBERTY VALANCE (El hombre que mató a Liberty Valance, 1962). Y ello se ofrece en los primeros, y a mi juicio más estimulantes minutos de la película, en los que ese periodista querrá remontarse al pasado, investigando para ello en esos tres ancianos –genial detalle-, pendientes antes de pegarse una buena bebida a costa del periodista, y relatándoles sus recuerdos en torno a lo sucedido con la llegada de Lillian. Será a partir de dicha premisa, cuando en realidad aparece la gran singularidad del film de De Cordoba. Lo cierto es que nos encontramos ante un precedente, tanto del célebre RASHOMON (Idem, 1950) de Akira Kurosawa, como el George Cukor de LES GIRLS (Las girls, 1958). Es decir, asistimos a un relato complementario y contradictorio, de lo que para ambos veteranos testigos supondrá la evocación de aquellas circunstancias. Ello dará pie a unos divertidos contrastes de pareceres pero, sobre todo, a un producto bastante inusual dentro del Hollywood de su tiempo, que aún no había introducido audacias como el off de un muerto –William Holden en SUNSET BOULEVARD (El crepúsculo de los dioses. Billy Wilder)-, apenas un año después. Es una circunstancia que, al menos permite otorgar un pequeño recuerdo a una película modesta, moderadamente divertida, que en su segunda mitad se deja ganar por la presencia del magnífico Charles Coburn, encarnando a un personaje a medio camino entre el cascarrabias W. C. Fields y cualquiera de los Marx Brothers, permitiendo con ello que su conjunto adquiera una cierta personalidad cómica.

Más allá de ello, nos quedará la planificación de alcance pictórico, de esos exteriores del Oeste encuadrados entre grandes plantas de cactus, la sorprendente irrupción de Lillian en un teatro abarrotado, esperando escucharla cantar ópera, y dejando al auditorio noqueado con una canción llena de ritmo, hasta que el viejo general les ordene que exterioricen su entusiasmo aplaudiendo. O, en definitiva. la tremenda pelea que protagonizarán los dos encelados sobrinos, serán los puntos más elevados de una película que finaliza, desaprovechando en parte su considerable caudal se sugerencias, en base a una conclusión dominada por la blandura. En conjunto, un producto en parte característico de la producción del western en la Universal de aquel tiempo, pero a la que las singularidades señaladas, otorgan un cierto grado de atractivo.

Calificación: 2

THE GAL WHO TOOK THE WEST (1949, Frederick De Cordova) La cautivadora

THE GAL WHO TOOK THE WEST (1949, Frederick De Cordova) La cautivadora

Por encima de sus ocasionales cualidades y general discreción, o el servilismo a la figura de Yvonne De Carlo, es preciso reconocer que THE GAL WHO TOOK THE WEST (La cautivadora, 1949. Frederick De Cordova), es una película que proporciona no pocas singularidades. De entrada, el espectador percibe ese Techinicolor tan propio de la Universal en aquellos últimos años cuarenta, cercano a la estampita colorista e irreal, y que tiene en las manos del operador Wiliam Daniels un aliado de excepción. Será el ámbito visual de esta historia centrada en el personaje de la bella cantante Lilian Marlowe (De Carlo), que será evocada por un periodista, bastantes décadas después de su llegada hasta Arizona, reclamada para actuar en un teatro musical erigido por encargo del veterano general Michael O’Hara (Charles Coburn). Sin embargo, la cantante –que no es de ópera sino ligera-, será recibida por los dos sobrinos de O’Hara. Ellos son Lee (Scott Brady) y Grant (John Russell) O’Hara, dos primos que se encuentran totalmente enfrentados, hasta el punto de dividir la ciudad en la que viven, para con ello evitar un enfrentamiento dominado por la violencia. La llegada de Lilian supondrá inicialmente la presencia de un tímido alto el fuego, ya que ambos jóvenes caerán rendidos ante la elegancia y la belleza de esta, poniendo todo su empeño a la hora de combatir contra su oponente –esta vez sí, con un claro objetivo-, aunque utilizando otras argucias al margen de la lucha.

En realidad, es la base de esta simpática aunque limitada combinación de comedia y western, uno ha de apreciar antes que nada las sugerencias que aporta su planteamiento argumental –obra de William Bowers y Oscar Brodney- antes que en la aséptica realización del posterior especialista televisivo Frederick De Córdoba, artífice de una considerable filmografía como opaco y poco conocido practicante del cine de género. Es por ello que su labor en la película se circunscribe en ilustrar un material de base dominado por la ironía y una serie de planteamientos, que aparecen antes que en otros títulos más prestigiosos –y, obviamente, mejores-. Es evidente que esa mirada nostálgica al pasado del Oeste, ha dado pie para señalar un precedente de la nostalgia que John Ford planteaba en la excelente y mítica THE MAN WHO SHOT A LIBERTY VALANCE (El hombre que mató a Liberty Valance, 1962). Y ello se ofrece en los primeros, y a mi juicio más estimulantes minutos de la película, en los que ese periodista, querrá remontarse al pasado, investigando para ello en esos tres ancianos –genial detalle-, pendientes antes de pegarse una buena bebida a costa del periodista, y relatándoles sus recuerdos en torno a lo sucedido con la llegada de Lillian. Será a partir de dicha premisa, cuando en realidad aparece la gran singularidad del film de De Cordoba. Lo cierto es que nos encontramos ante un precedente, tanto del célebre RASHOMON (Idem, 1950) de Akira Kurosawa, como el George Cukor de LES GIRLS (Las girls, 1958). Es decir, asistimos a un relato complementario y contradictorio, de lo que para ambos veteranos testigos supondrá la evocación de aquellas circunstancias. Ello dará pie a unos divertidos contrastes de pareceres pero, sobre todo, a un producto bastante inusual dentro del Hollywood de su tiempo, que aún no había introducido audacias como el off de un muerto –William Holden en SUNSET BOULEVARD (El crepúsculo de los dioses. Billy Wilder)-, apenas un año después. Es una circunstancia que, al menos permite otorgar un pequeño recuerdo a una película modesta, moderadamente divertida, que en su segunda mitad se deja ganar por la presencia del magnífico Charles Coburn, encarnando a un personaje a medio camino entre el cascarrabias W. C. Fields y cualquiera de los Marx Brothers, permitiendo con ello que su conjunto adquiera una cierta personalidad cómica.

Más allá de ello, nos quedará la planificación de alcance pictórico, de esos exteriores del Oeste encuadrados entre grandes plantas de cactus, la sorprendente irrupción de Lillian en un teatro abarrotado, esperando escucharla cantar ópera, y dejando al auditorio noqueado con una canción llena de ritmo, hasta que el viejo general les ordene que exterioricen su entusiasmo aplaudiendo. O, en definitiva. la tremenda pelea que protagonizarán los dos encelados sobrinos, serán los puntos más elevados de una película que finaliza, desaprovechando en parte su considerable caudal se sugerencias, en base a una conclusión dominada por la blandura. En conjunto, un producto en parte característico de la producción del western en la Universal de aquel tiempo, pero a la que las singularidades señaladas, otorgan un cierto grado de atractivo.

Calificación: 2

COLUMN SOUTH (1953, Frederick De Cordova)

COLUMN SOUTH (1953, Frederick De Cordova)

¿Alguien puede decir una definición más o menos fundada de la obra de Frederick De Cordova? Me temo que muy pocos, ya que no fue más que uno de los más oscuros artesanos que pulularon por la Universal en la década de los cincuenta, practicando poco recordables títulos destinados a los géneros más populares de su tiempo. Al contrario que otros realizadores de su misma condición, en De Cordoba jamás se vio más que a un mediocre hombre de cine que tras su paso por la gran pantalla se recluyó –como tantos compañeros de generación- en la televisión, sin que nadie lo echara de menos. Bajo su batuta se establecieron no pocos títulos, generalmente centradas en el cine de aventuras y del Oeste, sin que en ninguno de ellos hubiera nada destacable. Dentro de dicha coyuntura, podemos situar sin temor a equivocarnos COLUMN SOUTH (1953), destinada al lucimiento del entonces emergente Audie Murphy, tras su presuntamente gloriosa andadura bélica, que le llevó a ser considerado el soldado más condecorado del ejército USA en la II Guerra Mundial. Con un aspecto más imberbe y acentuando la inmadurez que poco a poco iría puliendo en productos –algunos de más enjundia y superiores realizadores-, Murphy encarna en esta discreta película al teniente de caballería Jed Sayre. Sayre se encuentra destinado en Navajo Country, desde donde demuestra su comprensión por la situación por los indios que allí se encuentran confinados. Esa situación de comprensión y conocimiento se verá repentinamente alterada, con la llegada al Fuerte del Capitán Lee Whitlock (Robert Sterling), acompañado de su hermana Marcy (Joan Evans). Al contrario que Jed, Lee muestra una clara animadversión por la raza india y, por su parte, su hermana pronto exteriorizará una extraño rechazo hacia el joven teniente, que poco a poco no será más que la muestra de la lucha interior por la atracción que sentirá hacia él. Todo ello, se trasladará en un marco previo al estallido de la guerra civil norteamericana, lo que incidirá en la clara hostilidad que mantendrá Lee contra Jed, sin conocer ninguno de ellos el astuto plan preparado por el General Stone, en realidad un sureño camuflado de general confederado, que utilizará la presencia de los navajos para encender una llama de enfrentamiento que contribuya al estallido de la ya casi inevitable guerra civil.

Cuando a inicios de los cincuenta, con BROKEN ARROW (Flecha rota, 1950. Delmer Daves) se inicia una corriente proindia en el cine norteamericano, se abrió una veta en la que confluyeron decenas de título de desigual calado, entre los que el que nos ocupa no puede decirse encuentre precisamente entre los más ilustres, erigiéndose por el contrario como un producto de programa doble, en que resulta curioso contemplar al posteriormente famoso McCloud televisivo –Dennis Weaver-, interpretando a Menguito, el jefe navajo amigo de nuestro protagonista. A partir de la premisa argumental señalada, lo cierto es que COLUMN SOUTH se contempla sin sorpresas ni grandes decepciones. Cualquiera que haya visto con anterioridad un título firmado por De Cordova, retendrá esa mezcla de profesionalidad y rutina que guió el conjunto de su carrera. Sin elementos para retener, ni tampoco margen para la irritación, lo cierto es que en la misma lo único que cabe destacar es la relativa solvencia a la hora de describir ese proceso de evolución en la relación marcada por Marcy con respecto a Jed. Sin que ello nos evite asistir a una sesión de las que se contemplan con tanta relativa placidez como rápido olvido, lo cierto es que el film de De Cordova, cabe situarlo con considerable facilidad dentro de ese cómputo de mediocres y olvidables propuestas –algunas de las cuales, protagonizadas por el propio Murphy, quien por el contrario, también tendrá ocasión a lo largo de su no muy extensa carrera de alternar títulos de mayor calado; como el previo THE DUEL AT SILVER CREEK (1952. Don Siegel), por citar un ejemplo-.

En definitiva, de nuestra película cabe retener esa mirada compasiva en torno al sufrimiento del pueblo indio –aspecto en el que la película alcanza algunos de sus instantes más perdurables-, dentro de un conjunto ya señalado de programa doble, y en el que la acción vil del General Stone devendrá en conjunto, ciertamente esquemática y poco convincente. Eso sí, como mandan los cánones, Jed y Marcy lograrán finalmente exteriorizar y consolidar sus sentimientos. Espero no haber roto la sorpresa.

Calificación: 1’5