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CINEMA DE PERRA GORDA

Jim Sheridan

MY LEFT FOOT (1989, Jim Sheridan) Mi pie izquierdo

MY LEFT FOOT (1989, Jim Sheridan) Mi pie izquierdo

Cuando alguien quiere valorar una película en función de los previsibles “valores humanos” que esta demuestra en su argumento, quizá habría que responder diciendo que en el cine no hay grandes historias, sino grandes películas. Y eso es algo que ni de lejos de puede decir de MY LEFT FOOT (Mi pié izquierdo, 1989. Jim Sheridan), por más que en el momento de su estreno lograra un gran éxito y el Oscar al mejor actor a Daniel Day Lewis en su vertiente protagonista y a Brenda Fricker en la modalidad de actriz secundaria. Day Lewis encarna aquí a Christy Brown, joven irlandés que desde nacimiento padece una parálisis en todo su cuerpo –sin impedir ello un desarrollo intelectual no solo satisfactorio sino superior a la media-, contando para ello con la única arma de su pierna izquierda, que es la única extremidad que le permite su expresión física. La historia de Brown está basada en el libro escrito por el propio protagonista –el relato combina esa propia publicación de la obra con la inserción de diferentes flash-backs que recuerdan algunos de los momentos más importantes de su vida, fundamentados en su lucha contra las adversidades-, y de alguna manera ese propio reflejo de un personaje real, estoy convencido que en su momento condicionó de cara a valorar positivamente el resultado que se ve en pantalla.

Pero creo que con la distancia que da el paso del tiempo, y las debilidades que ya muestra Jim Sheridan en esta su primera realización cinematográfica, el conjunto de esta película da un resultado más bien menguado. Limitado en primer lado por mostrar un recorrido vital y de superación de adversidades que en el fondo ya se había visto mil veces antes en el cine. El logro de la minuciosa labor de su protagonista –al que pese a todo prefiero en la frescura que manifestó pocos años antes en MI HERMOSA LAVANDERÍA (My Beatiful Laundrette, 1985. Stephen Frears)-, no esconde en el fondo una puesta en escena mustia y ausente de fuerza. Todo aparece archisabido, formulario y apagado, y los resabios televisivos a mi juicio son bastante evidentes en este film tan correcto como carente de vida interna. Los distintos flash-backs nos evocarán momentos de la infancia del protagonista –atención a la magnífica labor de Hugo O’Conor encarnando a Christy niño, que está a la altura del trabajo de Day Lewis-; el cariño que le brinda su madre; el papel del padre duro y finalmente humillado al ser despedido del trabajo; las condiciones de miseria en el Dublín de la década de los 40; el ingreso del protagonista en un centro en el que conocerá a Eileen Cole (Fiona Shaw) -la doctora que logrará importantes mejoras en su enfermedad y formas de expresión-, la cual logrará que este pueda pintar y posteriormente escribir; el desengaño que Christy sufre al ver que esta no corresponde a su sentimiento amoroso; su intento fallido de suicidio...

Lo dicho; no hay nada en el fondo que no haya visto en mil películas más, lo cual no sería en el fondo motivo de ataque si realmente en sus imágenes se destilara una puesta en escena con fuerza, arraigo o capacidad de interpretar con el suficiente interés o intensidad la historia que se narra. Nada de esto sucede, y aunque bien es cierto que resulta interesante la descripción que se ofrece de los medios obreros dublineses, lo cierto es que según avanza la película –con la excepción de sus minutos finales-, se tiene la sensación de encontrarse ante un film en el que la grisura de los ambientes humanos descritos, haya invadido a las formas narrativas de un film de no muy larga duración, pero que por momentos parece que se alarga más de lo necesario dentro de un ciclo de estampas personajes que para más inri, en sus primeros compases se muestran por medio de diversos de los dibujos que ilustran su libro biográfico. Estampas comentará a la enfermera que lo ha atendido y llevado a una recepción benéfica a la que ha accedido acudir, orquestada por el acaudalado –Lord Castlewelland (el siempre magnífico Cyril Cusack)-.

Será precisamente en la interacción de ambos personajes y en sus minutos finales, cuando MY LEFT FOOT logra una textura, fuerza cinematográfica y temperatura emocional, de la que hasta entonces había carecido y que permite que al menos los rasgos positivos del film permanezcan más en la retina –fundamentalmente esa vinculación de la película con el cine realista británico por medio de su capacidad de descripción, o la sobria labor del conjunto de su reparto-, antes que la general apatía de su conjunto o la prueba de la tendencia que, al parecer, lastrará el posterior devenir de la trayectoria de Sheridan. Me estoy refiriendo a la torpe y enfática planificación de la secuencia en la que Christy descubre que la doctora de quien está enamorado y a quien le ha declarado sus sentimientos, se va a casar con un compañero de profesión –también presente en la taberna donde se desarrolla la situación-. Una demostración de que tras una aparente sobriedad se escondían enormes limitaciones en las cualidades de su realizador. En cualquier caso, reconozco que en este caso me encuentro en minoría a la hora de valorar la película, y no es por pretender ir a la contra, sino reconocer que su visionado me ha producido una relativa decepción.

Calificación: 2