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CINEMA DE PERRA GORDA

Mario Bava

OPERAZIONE PAURA (1966, Mario Bava)

OPERAZIONE PAURA (1966, Mario Bava)

Decididamente, no me encuentro entre el creciente círculo de admiradores del cine del italiano Mario Bava. No quiero que se me entienda mal; ni de lejos me parece un mal cineasta. En cambio lo que sí me atrevería a afirmar es el hecho de que su ocasional inspiración o el logro de puntuales set pièces de gan calado, en no pocas ocasiones se estrellan contra unos condicionamientos de producción y unos formulismos y debilidades narrativas que poco a poco se fueron adueñando de su cine, hasta casi anularlo por completo llegada la década de los setenta. Será este un periodo en el que su filmografía se encuentra dominada por películas que rozan el frontera del subproducto. Es decir, nadie le niega su capacidad visual tras la cámara, su especialización pictórica o en la iluminación de sus secuencias, o la existencia de esa admirable LA MASCHERA DEL DEMONIO (La máscara del demonio, 1960) que probablemente siga siendo el título cumbre del cine de horror italiano. Pese a este bagaje positivo, personalmente no puedo compartir el entusiasmo de títulos más o menos simpáticos u ocasionalmente atractivos, pero que a mi modo de ver presentan fisuras como las anteriormente señaladas. Desde la presencia de pésimos actores, deficiencias en la producción, guiones bastante limitados, artificios bastante evidentes en los referentes lumínicos, músicas chirriantes y desajustadas o el creciente y molestísimo recurso a un zoom de forma especialmente feista, son elementos que a mi modo de ver impiden que la obra de Bava –todo lo estimable que se quiera- pueda ser ubicada, como apuestan no pocos comentaristas y aficionados, en la cima del género. Es más, y pese a que mi conocimiento de su obra es también limitado, estaría por señalar que me quedo antes con la homogeneidad narrativa propuesta por su compatriota Riccardo Freda en sus aportaciones al género, que lo que he visto hasta el momento de la obra de Bava.

 

Dicho esto –una apreciación muy personal que estoy seguro suscitará cierta polémica, y lo siento-, he de decir que tenía bastante expectativas a la hora de acceder a OPERAZIONE PAURA (1966) –jamás estrenada en nuestro país ni editada en DVD, y creo que incluso jamás se ha emitido en ningún canal televisivo español-. Expectativas generadas por un lado al encontrarse en un periodo más o menos atractivo de la filmografía del italiano, el propio carácter poco accesible de su conjunto y también, por que no decirlo, el apasionamiento que sobre su resultado han venido manifestando no pocos comentaristas. Finalmente, no puedo decir que en mi opinión estas se encuentren especialmente justificadas. Es indudable que el film de Bava resulta un título más o menos atractivo, que funciona de manera intermitente a la hora de poner en práctica los elementos de un terror puro casi dominado por la abstracción cinematográfica, y que se despega de las limitaciones de un guión bastante convencional. Sin embargo, no puedo dejar de asumir que, como puede parecer consustancial al conjunto de su obra, sus imágenes se resienten de esa irregularidad y esas deficiencias narrativas y de producción, que finalmente impiden ver en ella un producto especialmente destacable.

 

OPERAZIONE… se inicia con el aterrador grito de Irena Hollander. Presa de un enajenamiento absolutamente delirante, finalmente se suicidará arrojándose a una verja que le atravesará el corazón, en cuyo interior se encuentra una moneda. Hasta la localidad de la muerte –Karmingen- llegará el Dr. Paul Eswai (Giacomo Rossi-Stuart), ubicándose la acción a finales del siglo XIX. Viajará hasta la fantasmagórica población desde su escéptica mirada como hombre de ciencia, en torno a unos acontecimientos que tienen aterrorizada a dicha población. Eswai ha acudido ante la llamada del burgomaestre Karl para intentar ofrecer una solución a estos crímenes que se han venido produciendo y que los lugareños achacan a la maldición que se ha provocado en la mansión de los Graps, cuando años atrás sus vecinos dejaron morir a la pequeña Melissa (Valeria Valeri). A partir de ese momento, poco a poco irán muriendo vecinos poco después de contemplar el fantasma de la niña y escucharse el tañir de las campanas de la localidad. Pese a su renuencia a aceptar el alcance sobrenatural de esta terrible circunstancia, y contando con la compañía de la joven asistenta Monica Schuftan (Erika Blanc), el doctor tendrá que rendirse ante la evidencia del maligno horror que encierra la siniestra mansión Graps, y las consecuencias que su maldición han generado en el devenir de la aterrorizada población.

 

No puede decirse que el planteamiento dramático de OPERAZIONE… sea especialmente novedoso ni tampoco brille por su complejidad. Es más, su desarrollo prácticamente lo que ofrece es un compendio de elementos tradicionales dentro de la iconografía del horror. Mansiones embrujadas, maldiciones, vecinos aterrorizados, el enfrentamiento entre ciencia y superstición, noches espectrales, apariciones… Sin embargo, no se puede negar que la película alcanza destellos de verdadera inspiración. Un elemento especialmente sugestivo es la reiterada presencia de cuatro encapuchados portando el ataúd con el cadáver de Irena –a mi juicio el elemento icónico más fascinante de la función-, logrando crear un contexto de irrealidad durante esos minutos descritos en los títulos de crédito, al tiempo que bañan dichos instantes de lejanos ecos a referentes expresionistas silentes como NOSFERATU, EINE SYMPHONIE DES GRAUENS (Nosferatu, el vampiro, 1922. Friedrich W. Murnau) o HOUSE OF USHER (El hundimiento de la casa Usher, 1960. Roger Corman). Otro rasgo de especial fuerza visual sería la propia configuración de la espectral presencia de Melissa, la fantasmal aparición de una niña detonante de la maldición del lugar, en la que muchos detectaron un referente al posterior episodio felliniano de HISTORIES EXTRAORDINAIRES (Historias extraordinarias, 1968. Federico Fellini, Roger Vadim y Louis Malle), y que preciso es reconocer, alcanza en OPERAZIONE… algunos de sus instantes más poderosos. Más allá de estas referencias concretas, la película apuesta por secuencias y elementos en los que la imaginería de Bava adquiere una especial fuerza y protagonismo. Los sudarios que contienen cadáveres dispuestos para la autopsia en medio de una sala llena de desvencijados ataúdes, el cementerio de la mansión protagonista, la enorme y siniestra cripta que encierra la misma y tendrá acto de presencia en los momentos finales, la escenografía que rodea el yermo y mortecino entorno vital de la baronesa Graps –que nos retrotrae a ciertos instantes del episodio final de I TRE VOLTI DELLA PAURA (Las tres caras del miedo, 1963. Mario Bava)-…

 

Todos estos aciertos más o menos intuitivos, esa capacidad de Bava para extraer el máximo partido de la fuerza de las secuencias, entendidas ambas como auténticos episodios aislados, apostando por la acumulación de elementos hasta intentar alcanzar un paroxismo del horror, bajo mi punto de vista permiten que la película llegue finalmente a sobrepasar las barreras de un conjunto atractivo pero tremendamente irregular. Los penosos intérpretes, los horrorosos zooms, la estridente banda sonora, la molestísima y machacona banda de sonido o el artificio en una iluminación en la que en muchos momentos se detecta la ubicación de los focos, hacen que en más momentos de lo deseable OPERAZIONE… se convierta en una especie de “casa del terror” de las que se ubica en cualquier feria. De verdad que lamento disentir del entusiasmo mostrado por los seguidores del italiano, pero la película que comentamos muestra cualidades, sí, pero también revela las enormes debilidades que presidieron la andadura de un cineasta talentoso aunque deudor en demasía de servilismos visuales de la peor calaña.

 

Calificación: 2’5

LA MASCHERA DEL DEMONIO (1960, Mario Bava) La máscara del demonio

LA MASCHERA DEL DEMONIO (1960, Mario Bava) La máscara del demonio

Recuerdo que cuando hace muchos años contemplé la ópera prima de Mario Bava –LA MÁSCARA DEL DEMONIO (La maschera del demonio, 1960)- me detuve antes en la apreciación de sus deficiencias –que las sigue teniendo- que en el cúmulo de las virtudes que la hacen ser justamente acreedora de su condición de clásico. Es por ello que en una revisión y cuando el lenguaje cinematográfico y la apreciación del mismo ha variado tanto he de reconocer la categoría de este título clave del cine de horror italiano ubicado además en una coyuntura temporal álgida para la cinematografía de dicho país, aunque ya propensa propenso al cambio estructural. Quizá sea a raíz de estas circunstancias que las debilidades que ya se aprecian en esta obra de debut de Bava, demasiado rápidamente se adueñaron de su cine hasta casi devorarlo en el límite del subproducto una vez llegada la década de los setenta.

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Parto de la base de que no tengo al cine de Bava entre mis preferencias dentro del cine fantástico. Cierto es que me resta por ver varios de los títulos del periodo que conformn su prestigio, pero habiendo contemplado otros de los más reconocidos –LAS TRES CARAS DEL MIEDO (I Tre volti della paura, 1963), TERROR EN EL ESPACIO (Terror nello spazio, 1965), DIABOLIK (1968), LA MUCHACHA QUE SABÍA DEMASIADO (La ragazza che sapeva troppo, 1963), etc-, si por un lado es innegable la habilidad que demuestra al lograr atmósferas y secuencias aisladas extraordinarias, siempre he visto en su cine una tendencia hacia la cutrez, al descuido y la fealdad visual que se adueñó de su filmografía como un cáncer finalmente incurable.

Afortunadamente esta obra de debut de Bava –ya experto operador de fotografía e incluso realizador de secuencias reconocidas en títulos como LA BATALLA DE MARATÓN (La bataglia di Maratone, 1959. Jacques Tourneur)-, es tal el grado de “inocencia cinematográfica” que muestra el italiano, que el espectador se deja llevar por el ritmo, la acumulación de detalles, el aprovechamiento de la dirección artística de interés, ambientación de exteriores, extraordinaria fotografía en blanco y negro (obra del propio Bava) o lances folletinescos que conforman toda una sinfonía del horror casi en estado puro.

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Como es de sobra conocido LA MÁSCARA DEL DEMONIO se basa en el cuento “El Vij” de Nicolai Gogol y se ambienta en tierras rusas dos siglos después de una maldición por brujería que pesará sobre la princesa Aja Vajda (Barbara Steele) y su amante y ayudante Javutich (Arturo Dominici). Ambos son ajusticiados por medio de una máscara que se ensarta en sus rostros, no pudiendo sin embargo ser quemados en la hoguera por la maldición que provoca una enorme tormenta. Todo ello es mostrado en un prólogo percutante y directo que nos introduce rápidamente en situación, hasta que la llegada de los títulos de crédito nos traslada doscientos años después, con la accidentada llegada del Dr. Kruvajan (Andrea Checchi) y su ayudante el joven y apuesto Dr. Andre Gorovec (John Richardson). Ambos acceden tras una serie de incidencias a la siniestra cripta donde se encuentra el cadáver de Asa, provocando que su cuerpo vuelva a la vida. Con su satánica resurrección se inicia la maldición contra los Vajda que había pronunciado dos siglos atrás antes de ser ajusticiada y que irá provocando la desaparición violenta de los componentes de esa noble familia empezando por el padre, su mayordomo, el hijo, el ayuda de cámara y hasta casi provocar de la hija Katia (interpretada igualmente por la Steele).

Estaremos de acuerdo que el debut de Bava en la realización es lo suficientemente conocido por los aficionados como para insistir en elementos ya reiteradamente destacados. De cualquier manera sí me gustaría incidir en detalles que quizá no han sido resaltados en algunos comentarios. Por supuesto destacar el sentido de la acumulación del detalle que brinda Bava en todo momento –y que tiene su primera expresión absoluta en la secuencia en la cripta que provoca la resurrección de Asa-. Lo cierto es que en su ajustada duración de apenas 80 minutos LA MÁSCARA DEL DEMONIO apenas concede tregua al espectador, apoyándose en una estructura casi de lances folletinescos y que entremezcla brujería y horror de tal forma que sus numerosas debilidades queden diluidas en la precisión del conjunto. El director italiano incide en la utilización de una música que subraya los momentos de horror pero que en su bellísimo tema de piano ennoblece la inolvidable primera aparición de Katia flanqueada por dos mastines en el exterior de la capilla abandonada –provocando la inmediata fascinación del joven Gorobec-. Al mismo tiempo Bava no desdeña la utilización de grandes angulares para aprovechar los interiores –que seguro fueron muy sencillos a nivel de producción- del palacio de los Vajda o incluso aplica ese recurso para describir ya una cierta amenaza en la primera aparición de Kruvajan y Gorobek dentro del carruaje; incorpora con acierto picados y contrapicados; prodiga con intuición cinematográfica el uso de las nieblas y tenebrosas ambientaciones; ofrece fascinantes momentos con el recurso del ralenti –la carroza en la viaja Javutich en plena campiña brinda una sensación pavorosamente fastastique-; e incluso aplica elementos de montaje que varias décadas después se antojan casi sorprendentes –el plano en el que del cuerpo momificado de Asa emergen de nuevo sus ojos funde con el extremo de un trombón-. Todo eso sin olvidar el sentido de la sexualidad que está claramente definido y se manifiesta en la relación entre Katia y Gorobec –los planos en que este la porta cuando se desmaya y le abre su escote para despejarla están llenos de erotismo-.

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A nadie se le oculta que LA MÁSCARA DEL DEMONIO se brinda igualmente dentro de un espacio temporal fundamental para el cine fantástico, ejerciendo como faro de guía heredero de elementos del fantástico de la Universal –la disposición de la cripta recuerda forzosamente la del DRACULA (1931) de Tod Browning o incluso LA NOVIA DE FRANKENSTEIN (The Bride of Frankenstein, 1935) de James Whale-, de la muy cercana Hammer Films y el DRÁCULA (Horror of Drácula, 1958) y LAS NOVIAS DE DRÁCULA (The Brides of Drácula, 1960) de Terence Fisher. Al mismo tiempo tanto la referencia de Hammer como la de este propio film influirá poderosamente en el ciclo de adaptaciones de Allan Poe realizado por Roger Corman –que pese a su variable nivel nunca me cansaré de reivindicar-, y de las que esta película arroja notables influencias en EL HUNDIMIENTO DE LA CASA USHER (The Fall of the House of Usher, 1960), EL PÉNDULO DE LA MUERTE (The Pit and the Pendulum, 1961), THE HAUNTED PALACE (1963) y LA MÁSCARA DE LA MUERTE ROJA (The Masque of the Red Death, 1964). Ello sin olvidar la atmósfera malsana en blanco y negro que nos emparenta con ese otro magistral islote de referencia que produjo el PSICOSIS (Psycho, 1960) de Alfred Hitchcock.

Pero dentro de este capítulo de referencias, no sé si alguien habrá captado algo que personalmente consideré muy evidente al ver el film. Creo que Mario Bava a la hora de filmar y sobre todo montar el film tomó como otro patrón válido las diversas películas realizadas por Orson Welles en condiciones de producción precarias y que conocemos todos los aficionados –desde el MACBETH (1948) hasta MR. ARKADIN (1955)-. Pero en este caso la ventaja que adquiere la labor del italiano sobre la de Welles es que manifiesta tanta convicción en lo que está narrando y no aprecia esa distancia intelectual que el americano imponía en estas producciones que ciertamente no podían traspasar la condición de serie B llena de dificultades, que el espectador se ve inundado por el torrente de vitalidad y horror constante que llena la pantalla.

Es innegable que LA MÁSCARA DEL DEMONIO está llena de imperfecciones. Desde la mediocridad de su reparto –en el que siento incluir una Barbara Steele de fascinante presencia pero desiguales aportes dramáticos-, una cierta recurrencia al zoom, el poco cuidado con que se ofrecen algunos raccords diurnos / nocturnos, el montaje en ocasiones entrecortado, la ridícula caracterización del viejo mayordomo de los Vajda o la falsedad del punto de vista del momento en el que Gorobec es salvado de caer por la trampa subterránea por la imposible ayuda de Ivan (Tino Bianchi), el hermano de Katia, -un plano inmediatamente anterior nos ofrece una perspectiva general de un abismo inmenso-, son algunos de los detalles que impiden que la película llegue al estatus de obra maestra. En cualquier caso el debut de Mario Bava se puede mostrar como el ejemplo de cuando el arrojo y la inventiva de una puesta en escena casi ausente de prejuicios puede elevar un producto que por sus condiciones de producción estaba condenado a la mediocridad. Afortunadamente, el resultado final es realmente excelente y sobrevive con entereza el discurrir del tiempo.

Calificación: 4