LA MASCHERA DEL DEMONIO (1960, Mario Bava) La máscara del demonio
Recuerdo que cuando hace muchos años contemplé la ópera prima de Mario Bava –LA MÁSCARA DEL DEMONIO (La maschera del demonio, 1960)- me detuve antes en la apreciación de sus deficiencias –que las sigue teniendo- que en el cúmulo de las virtudes que la hacen ser justamente acreedora de su condición de clásico. Es por ello que en una revisión y cuando el lenguaje cinematográfico y la apreciación del mismo ha variado tanto he de reconocer la categoría de este título clave del cine de horror italiano ubicado además en una coyuntura temporal álgida para la cinematografía de dicho país, aunque ya propensa propenso al cambio estructural. Quizá sea a raíz de estas circunstancias que las debilidades que ya se aprecian en esta obra de debut de Bava, demasiado rápidamente se adueñaron de su cine hasta casi devorarlo en el límite del subproducto una vez llegada la década de los setenta.
Parto de la base de que no tengo al cine de Bava entre mis preferencias dentro del cine fantástico. Cierto es que me resta por ver varios de los títulos del periodo que conformn su prestigio, pero habiendo contemplado otros de los más reconocidos –LAS TRES CARAS DEL MIEDO (I Tre volti della paura, 1963), TERROR EN EL ESPACIO (Terror nello spazio, 1965), DIABOLIK (1968), LA MUCHACHA QUE SABÍA DEMASIADO (La ragazza che sapeva troppo, 1963), etc-, si por un lado es innegable la habilidad que demuestra al lograr atmósferas y secuencias aisladas extraordinarias, siempre he visto en su cine una tendencia hacia la cutrez, al descuido y la fealdad visual que se adueñó de su filmografía como un cáncer finalmente incurable.
Afortunadamente esta obra de debut de Bava –ya experto operador de fotografía e incluso realizador de secuencias reconocidas en títulos como LA BATALLA DE MARATÓN (La bataglia di Maratone, 1959. Jacques Tourneur)-, es tal el grado de “inocencia cinematográfica” que muestra el italiano, que el espectador se deja llevar por el ritmo, la acumulación de detalles, el aprovechamiento de la dirección artística de interés, ambientación de exteriores, extraordinaria fotografía en blanco y negro (obra del propio Bava) o lances folletinescos que conforman toda una sinfonía del horror casi en estado puro.
Como es de sobra conocido LA MÁSCARA DEL DEMONIO se basa en el cuento “El Vij” de Nicolai Gogol y se ambienta en tierras rusas dos siglos después de una maldición por brujería que pesará sobre la princesa Aja Vajda (Barbara Steele) y su amante y ayudante Javutich (Arturo Dominici). Ambos son ajusticiados por medio de una máscara que se ensarta en sus rostros, no pudiendo sin embargo ser quemados en la hoguera por la maldición que provoca una enorme tormenta. Todo ello es mostrado en un prólogo percutante y directo que nos introduce rápidamente en situación, hasta que la llegada de los títulos de crédito nos traslada doscientos años después, con la accidentada llegada del Dr. Kruvajan (Andrea Checchi) y su ayudante el joven y apuesto Dr. Andre Gorovec (John Richardson). Ambos acceden tras una serie de incidencias a la siniestra cripta donde se encuentra el cadáver de Asa, provocando que su cuerpo vuelva a la vida. Con su satánica resurrección se inicia la maldición contra los Vajda que había pronunciado dos siglos atrás antes de ser ajusticiada y que irá provocando la desaparición violenta de los componentes de esa noble familia empezando por el padre, su mayordomo, el hijo, el ayuda de cámara y hasta casi provocar de la hija Katia (interpretada igualmente por la Steele).
Estaremos de acuerdo que el debut de Bava en la realización es lo suficientemente conocido por los aficionados como para insistir en elementos ya reiteradamente destacados. De cualquier manera sí me gustaría incidir en detalles que quizá no han sido resaltados en algunos comentarios. Por supuesto destacar el sentido de la acumulación del detalle que brinda Bava en todo momento –y que tiene su primera expresión absoluta en la secuencia en la cripta que provoca la resurrección de Asa-. Lo cierto es que en su ajustada duración de apenas 80 minutos LA MÁSCARA DEL DEMONIO apenas concede tregua al espectador, apoyándose en una estructura casi de lances folletinescos y que entremezcla brujería y horror de tal forma que sus numerosas debilidades queden diluidas en la precisión del conjunto. El director italiano incide en la utilización de una música que subraya los momentos de horror pero que en su bellísimo tema de piano ennoblece la inolvidable primera aparición de Katia flanqueada por dos mastines en el exterior de la capilla abandonada –provocando la inmediata fascinación del joven Gorobec-. Al mismo tiempo Bava no desdeña la utilización de grandes angulares para aprovechar los interiores –que seguro fueron muy sencillos a nivel de producción- del palacio de los Vajda o incluso aplica ese recurso para describir ya una cierta amenaza en la primera aparición de Kruvajan y Gorobek dentro del carruaje; incorpora con acierto picados y contrapicados; prodiga con intuición cinematográfica el uso de las nieblas y tenebrosas ambientaciones; ofrece fascinantes momentos con el recurso del ralenti –la carroza en la viaja Javutich en plena campiña brinda una sensación pavorosamente fastastique-; e incluso aplica elementos de montaje que varias décadas después se antojan casi sorprendentes –el plano en el que del cuerpo momificado de Asa emergen de nuevo sus ojos funde con el extremo de un trombón-. Todo eso sin olvidar el sentido de la sexualidad que está claramente definido y se manifiesta en la relación entre Katia y Gorobec –los planos en que este la porta cuando se desmaya y le abre su escote para despejarla están llenos de erotismo-.
A nadie se le oculta que LA MÁSCARA DEL DEMONIO se brinda igualmente dentro de un espacio temporal fundamental para el cine fantástico, ejerciendo como faro de guía heredero de elementos del fantástico de la Universal –la disposición de la cripta recuerda forzosamente la del DRACULA (1931) de Tod Browning o incluso LA NOVIA DE FRANKENSTEIN (The Bride of Frankenstein, 1935) de James Whale-, de la muy cercana Hammer Films y el DRÁCULA (Horror of Drácula, 1958) y LAS NOVIAS DE DRÁCULA (The Brides of Drácula, 1960) de Terence Fisher. Al mismo tiempo tanto la referencia de Hammer como la de este propio film influirá poderosamente en el ciclo de adaptaciones de Allan Poe realizado por Roger Corman –que pese a su variable nivel nunca me cansaré de reivindicar-, y de las que esta película arroja notables influencias en EL HUNDIMIENTO DE LA CASA USHER (The Fall of the House of Usher, 1960), EL PÉNDULO DE LA MUERTE (The Pit and the Pendulum, 1961), THE HAUNTED PALACE (1963) y LA MÁSCARA DE LA MUERTE ROJA (The Masque of the Red Death, 1964). Ello sin olvidar la atmósfera malsana en blanco y negro que nos emparenta con ese otro magistral islote de referencia que produjo el PSICOSIS (Psycho, 1960) de Alfred Hitchcock.
Pero dentro de este capítulo de referencias, no sé si alguien habrá captado algo que personalmente consideré muy evidente al ver el film. Creo que Mario Bava a la hora de filmar y sobre todo montar el film tomó como otro patrón válido las diversas películas realizadas por Orson Welles en condiciones de producción precarias y que conocemos todos los aficionados –desde el MACBETH (1948) hasta MR. ARKADIN (1955)-. Pero en este caso la ventaja que adquiere la labor del italiano sobre la de Welles es que manifiesta tanta convicción en lo que está narrando y no aprecia esa distancia intelectual que el americano imponía en estas producciones que ciertamente no podían traspasar la condición de serie B llena de dificultades, que el espectador se ve inundado por el torrente de vitalidad y horror constante que llena la pantalla.
Es innegable que LA MÁSCARA DEL DEMONIO está llena de imperfecciones. Desde la mediocridad de su reparto –en el que siento incluir una Barbara Steele de fascinante presencia pero desiguales aportes dramáticos-, una cierta recurrencia al zoom, el poco cuidado con que se ofrecen algunos raccords diurnos / nocturnos, el montaje en ocasiones entrecortado, la ridícula caracterización del viejo mayordomo de los Vajda o la falsedad del punto de vista del momento en el que Gorobec es salvado de caer por la trampa subterránea por la imposible ayuda de Ivan (Tino Bianchi), el hermano de Katia, -un plano inmediatamente anterior nos ofrece una perspectiva general de un abismo inmenso-, son algunos de los detalles que impiden que la película llegue al estatus de obra maestra. En cualquier caso el debut de Mario Bava se puede mostrar como el ejemplo de cuando el arrojo y la inventiva de una puesta en escena casi ausente de prejuicios puede elevar un producto que por sus condiciones de producción estaba condenado a la mediocridad. Afortunadamente, el resultado final es realmente excelente y sobrevive con entereza el discurrir del tiempo.
Calificación: 4
2 comentarios
westerner -
Toni -