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CINEMA DE PERRA GORDA

Michael Rymer

QUEEN OF THE DAMNED (2002, Michael Rymer) La reina de los condenados

QUEEN OF THE DAMNED (2002, Michael Rymer) La reina de los condenados

Producida años después del éxito logrado por la estupenda ENTREVISTA CON UN VAMPIRO (Interview with the Vampire, 1994) –título importante en el cine fantástico de los 90 por más objeciones que se le pueda formular-, en el 2002 se dio vida a una determinada continuidad de las obras de Anne Rice con QUEEN OF THE DAMNED –traducida literalmente en España como LA REINA DE LOS CONDENADOS-, y dirigida por el australiano Michael Rymer. La película no puede decirse que supusiera un éxito lo que quizá provocó que su firmante no filmara más películas en pantalla grande y dedicándose posteriormente a la dirección televisiva.

A pesar de esta etiqueta y aunque es de reconocer que su resultado final está muy desequilibrado, creo que QUEEN OF THE DAMNED es una producción con los suficientes elementos de interés para ser apreciados, logrando fundamentalmente un relato gótico adaptado al mundo de los grupos rock por medio de una estética hasta cierto punto discutible en la que destaca una fluidez en la evolución del relato ciertamente poco habitual en el cine comercial. La película de Rymer retoma el personaje de Lestat (encarnado por un esforzado pero finalmente poco consistente Stuart Townsend, por más que su dicción sea magnífica) efectuando en el inicio de un relato en off que reflexiona sobre la rutina de la inmortalidad encarnada en la condición de vampiro. Ello posibilita a la película la inclusión de un flash-back en el que se relata el aprendizaje de Lestat a partir de la acción como mentor del enigmático Marius (espléndido Vincent Pérez) y la osadía que el joven vampiro comete al intentar degustar los placeres que le proporciona la estatua de Akasha (Aaliyah).

Ese entrar en lo prohibido es el que le lleva durante casi dos siglos inerte soportando su inmortalidad hasta que a finales del Siglo XX decide volver a la vida nocturna. Para ello nada mejor que hacerlo asumiendo el liderazgo de un grupo de música rock y decidiendo ofrecer un concierto en el Valle de la Muerte de California para el cual convoca al resto de vampiros que pululan en el planeta. Rodeando esta nueva andadura de Lestat se encuentra Jesse (Marguerite Moreau), investigadora de lo oculto en realidad relacionada con una familia de vampiros que sucumbe ante la personalidad del atractivo no-muerto. De forma paralela este atraerá de nuevo a Marius... e igualmente la personificación de Akasha, que ve en Lestat a su nuevo consorte al haberse rebelado al que lo era en tiempos remotos. En esta situación se establece el conflicto entre los vampiros que apuestan por una relativa convivencia de su raza con los humanos con los representados por la “reina de los condenados” que abogan por un exterminio de estos.

Considero que la primera mitad de QUEEN OF THE DAMMNED supone un conjunto de indudable interés, en el que su formulación visual con prodigalidad en la movilidad de la cámara no molesta –como sí sucede en muchas otras ocasiones en el cine de nuestros días-, y se establece un interesante relato de horror dotado de atmósfera gótica –esos travellings con Lestat discurriendo por los pasillos antes de encontrarse con la estatua de Akasha-. Al mismo tiempo y mas allá de la ya señalada fluidez de su discurrir narrativo, se establece esa singular traslación del universo vampírico a un universo actual poblado de jóvenes alienados que adoran como dioses a las estrellas del espectáculo. Para ello la película lo simboliza perfectamente con ese plano de Lestat apostado provocativamente –en todo momento viste atuendos muy sexualizados- sobre una gran plataforma de imagen y sonido, reflexionando sobre el poder manipulador que sobrelleva en su nueva condición, que le permite anunciar su condición satánicamente sobrenatural y disfrutar de su estrellato como tal. Su retorno con la figura de Marius incide en esa misma dirección, en esa reflexión entre mentor – discípulo llena de complicidad y en la que no quedan ausentes irónicos comentarios sobre la escasez de alicientes de la vida de la segunda mitad del Siglo XX –salvo Elvis Presley-.

Lamentablemente, ese bloque inicial en el que notamos una especial solidez se rompe en buena medida en el preciso momento en que irrumpe en escena el persona de Akasha –además se trata de la peor secuencia de la película-, en la discoteca y con leve ralenti. A ello contribuye poderosamente la execrable prestación de la muy poco después fallecida cantante Aaliyah, a cuya memoria de dedica el film. Uno lamenta su desaparición como la de cualquier otro ser humano -especialmente si es joven-, pero lo cierto es que su aportación en esta película se encuentra entre lo más odioso visto en muchos años en performances femeninas cinematográficas, dentro de una especie de traslación mestiza de Victoria Beckham. A partir de la presencia del personaje en pantalla, QUEEN OF THE DAMNED jamás recobra la relativa brillantez de su primera mitad, pareciendo en ocasiones y en sus “números” finales un remedo de espectáculo de barraca de feria y continuidad de series como “Buffy, la cazavampiros” o su sucesora “Angel”.

A pesar de este decreciente interés y reconociendo que su resultado final no pasa de una ajustada discreción, creo que QUEEN OF THE DAMNED merecía al menos un pequeño reconocimiento siquiera sea por sus aciertos parciales, la prestancia de su dirección artística, el acierto visual que demuestra en buena parte de sus imágenes o la sencillez con la que se presenta un relato sencillo de seguir. Ello aunque elementos como la extraña relación entre Maruis y el investigador ocultista David Talbot (Paul McGann) queden tan diluidos como quizá excesiva la presencia de música moderna en su banda sonora.

Calificación: 2