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CINEMA DE PERRA GORDA

Richard Lester

THE MOUSE ON THE MOON (1963, Richard Lester) Un ratón en la luna

THE MOUSE ON THE MOON (1963, Richard Lester) Un ratón en la luna

¿Quién se acuerda hoy de Richard Lester? Para las nuevas generaciones, sin duda podrá sorprender que un hombre de cine de cualidades tan limitadas, fuera en su momento definido como un autentico epítome renovador de la comedia en Inglaterra, o saludando algunas de sus aportaciones como un referente de audacia –pienso en la con todo estimable PETULIA (Idem, 1968)-, o incluso con cierta aureola mítica –la sobrevalorada ROBIN AND MARIAN (Robin y Marian, 1976)-. Lo cierto es que en Lester se dio cita la superficialidad de un realizador de orígenes publicitarios y televisivos, que insertó con determinada astucia, ciertos ecos del slapstick silente norteamericano. La casualidad de ser el firmante de los títulos protagonizados por los Beatles –cuya fama nunca he acertado a comprender-, o una presencia del montaje y de ciertos ecos visuales que muy pronto pasaron de moda –aunque por el camino, contaminaran no poco el lenguaje cinematográfico de la segunda mitad de los sesenta-. En cualquier caso, desde la distancia que proporciona el paso del tiempo, confieso la debilidad que siendo por A FUNNY THING HAPPENED ON THE WAY TO THE FORUM (Golfus de Roma, 1966) –una de las comedias musicales que mejor definen el vitalismo de aquel tiempo-, cierta frescura que se esconde tras la factura visual de THE KNACK (El knack… y como conseguirlo, 1965) o el moderadamente divertido desmonte de las películas de época, que proporcionaba ROYAL FLASH (El cobarde heroico, 1975).

En cualquier caso, he de reconocer que tenía un relativo interés por contemplar THE MOUSE ON THE MOON (Un ratón en la luna, 1963), a la hora de detectar las posibles cualidades, presentes en este título primerizo de Lester. Todo ello, teniendo en cuenta que este planteaba una especie de continuación de una sátira que, sin alcanzar un extraordinario nivel, si que mantengo en un grato recuerdo. Me refiero a THE MOUSE THAT ROARED (Un golpe de gracia, 1959. Jack Arnold). Pocos años después, Lester asumiría un tipo de comedia lindando con el astracán o el anacronismo, a partir de la cual pretende proponer una supuesta mirada disolvente, a determinados usos y costumbres de la sociedad del momento. Vana pretensión. La película se desarrolla en Grand Fenwick, que señala un mapa y una voz en off como el estado más pequeño del mundo. Allí se centrará la atención de la película, mostrando un minúsculo ámbito en el que convive una caduca monarquía que representa una atolondrada Margaret Rutherford, con una serie de siniestros y poco recomendables personajes, de tintes autoritarios, que manejan a su antojo una serie de escasos súbditos. El estado tiene su principal y casi única fuente de financiación en la exportación de sus célebres vinos, hasta que la cosecha de un año presenta unas extrañas características explosivas. Al frenazo en los ingresos que producirá esta circunstancia, se unirá el deterioro de las cañerías e instalaciones de las viviendas, incapaces de trasladar el agua caliente. Para ello, el primer ministro Mountjoy (Ron Moody), ideará un supuestamente ingenioso plan, solicitando a Estados Unidos medio millón de dólares, cara a servir de ayuda al inicio de la carrera espacial en sus tierras. Una serie de azarosas circunstancias –centradas ante todo en la competencia con la escalada espacial rusa-, permitirá que Grand Fenwick reciba el doble de la cantidad solicitada. Sin embargo, junto a ese tan deseado como inesperado aporte, la ingerencia de los propios rusos complicarán los planes. Pero más lo hará el deseo del propio hijo de Mountjoy –Vincent (Bernard Cribbins)- y, sobre todo, el descubrimiento realizado por parte del profesor Kokintz (David Kossoff), de la singular capacidad como combustible espacial de esos vinos malogrados. Así pues, y contra todo pronóstico, desde el minúsculo territorio se procederá no solo a un inesperado lanzamiento sino, lo que es peor, el vehículo espacial llegará hasta la Luna, antes que los creados por las dos grandes potencias.

Basado en la novela del escritor satírico irlandés Leornard Wibberley, delimitado como guión de la mano del experto comediógrafo Michael Pertwee, lo cierto es que THE HOUSE ON THE MOON propone un material de base que no esconde sus atractivos, basado en una mirada satírica, centrada sobre todo, y más allá de su base argumental central, en esa visión distanciada, no solo del mundo de la pugna de las grandes potencias, sino sobre todo de ese ámbito gubernamental, dominado por políticos, negociaciones, espías y falsas decisiones. Sin embargo, no nos engañemos, su resultado no es solo decepcionante. En la mayor parte de su metraje, la propuesta de Lester deviene tediosa –lo peor que le puede suceder a una comedia-. Las secuencias que en teoría deben describir la alocada vitalidad del ridículo estado, transmiten una asombrosa indigencia narrativa. Todo aparece dominado por una extraña y mortecina tosquedad, que en no pocos momentos revelan la inane ascendencia televisiva del joven director, que se enfrentaba con su segundo largometraje. Apenas tienen gracia sus supuestas situaciones cómicas. El enfoque satírico de esa mirada en torno a las pugnas de las dos grandes potencias, aparece dominado por una puerilidad casi sonrojante.

Lo cierto y verdad es que poco se puede salvar de THE MOUSE ON THE MOON, una comedia que nació vieja, curiosamente de la mano de un director que muy poco después iba a ser falsamente definido como el adalid de la frágil modernidad. Cierta humanización en torno al joven personaje encarnado por Cribbins, el divertido y torpe espía que encarna el inolvidable Terry-Thomas, o la cierta eficacia que reviste el episodio en el que Vincent y Kokintz realizan su viaje a la Luna, violentando sin pretenderlo las expectativas de rusos y americanos, a los que adelantarán, implantando la bandera del pequeño territorio, como propietarios del conquistado planeta. Será un fragmento en el que se vivirán situaciones divertidas, como la inesperada caída de Vincent al interior de un cráter lunar, o las situaciones que se producen en el interior de la insólita nave, a cargo de los astronautas de los tres países, jugando con las opciones de comida. Poco es, sin embargo, para elevar esta apagada comedia, más allá de su interés arqueológico, en la que ni siquiera los títulos de crédito del gran Maurice Binder, logran elevarse por encima de la mediocridad que presentan.

Calificación: 1

HOW THE WON I WAR (1967, Richard Lester) Como gané la guerra

HOW THE WON I WAR (1967, Richard Lester) Como gané la guerra

Parece hoy día increíble que el nombre de Richard Lester –que goza de un merecido olvido en el sueño de los justos- fuera en los años sesenta uno de los referentes de la cinematografía mundial. Puede que junto al francés Claude Lelouch se erija en uno de los más destacados falsos prestigios que adornaron el pretendido cine de “vanguardia” de su tiempo. No cabe extrañarse de ello, en la medida que los diferentes contextos temporales han aparecido cineastas en su momento controvertidos y admirados, incluso largamente premiados, que el paso del tiempo pronto se definieron como flor de un día. Cada uno puede a este respecto, incluir los nombres que estime oportuno, pero o mucho me equivoco, o el paso del tiempo no va a ser muy el mejor aliado de la obra de realizadores de nuestro tiempo como los tan laureados Alejandro González Iñárritu, Michael Gondry o Paul Haggis –dejemos que cada aficionado incluya en esta relación los nombres que estime oportuno y conformen sus fobias particulares-. Pero centrándonos en la figura de Lester, personalmente uno no dejaría de valorar la alegría que desprende A FUNNY THING HAPPENED ON THE WAY TO THE FORUM (Golfus de Roma, 1966), ciertos elementos que sobresalen dentro de la empañada visual de PETULIA (1968) o la relativa frescura que sigue manteniendo THE KNACK… AND HOW TO GET IT (Una chica con gancho, 1965) Sin embargo, no son motivos suficientes para intentar siquiera justificar el revuelo y la –ciertamente perjudicial- incidencia que lo “lesteriano” tuvo en el cine de los sesenta, pronto invadido de  injustificados zooms y de un montaje corto que la mayor de las veces encubría la vaciedad más absoluta. Es algo que tuvo su manifestación más evidente en el –a mi juicio incomprensiblemente reconocido-, díptico protagonizado por los Beatles. Títulos en los que las ascendencia publicitaria de Lester se plasmó en una planificación en apariencia moderna y en la realidad carente de consistencia. Un look que muy pronto envejeció, pero sobre el que logró una efímera fama que muy pronto se reveló inconsistente, por más que en la década de los setenta Lester firmara una auténtica cult movie con ROBIN AND MARIAN (Robin y Marian, 1976). Un film que podría inspirarme cierta simpatía, pero cuya veneración jamás he entendido en modo alguno. Es más, de este periodo, uno podría quedarse ante antes con las relativamente estimulantes ROYAL FLASH (El cobarde heroico, 1975) o CUBA (1979).

 

Dicho esto, no cabe duda que la égida de Lester muy pronto quedó despojada de su insustancialidad, conforme quedaban al descubierto los rasgos más epidérmicos de la década de los sesenta. Tal y como ha venido sucediendo antes y después a la hora de dejar en entredicho entronizaciones injustificadas, puede ser que HOW THE WON I WAR (Como gané la guerra, 1967) fuera la cinta que revelara el declive de la hasta entonces triunfante trayectoria del realizador británico nacido en USA. Pese a la presencia en el reparto de John Lennon, y pese también a su carácter de parábola antimilitarista, lo cierto es que con esta película asistimos al primer eslabón abiertamente descendente de una trayectoria triunfante –siempre hablando a nivel de aceptación en su momento-, que solo tendría una posterior propuesta en esta línea satírica –THE BED SITTING ROOM (1969)– antes de iniciar un descenso realmente abrumador para un cineasta que basó su fortuna en una superficial transgresión visual y temática, encubriendo en realidad una casi sonrojante vaciedad cinematográfica. Algo que el título que nos ocupa muestra plano a plano, dentro de un resultado caótico. Una circunstancia que cuatro décadas después lo único que deja entrever es la estupefacción que provoca la mediocridad de un conjunto en el que nadie puede intuir que en sus imágenes estuviera presente el más mínimo atisbo de coherencia. Retomando los servicios de Charles Wood como guionista, y tomando como base la novela de Patrick Ryan, HOW THE WON… se erige como una indiscriminada sátira en torno al sinsentido de la guerra. Loable intención que, lamentablemente, no tiene su adecuada plasmación en el desfile deslavazado de secuencias que, de manera inconexa, nos muestran las desventuras de un escuadrón del ejército inglés comandado por el ingenuo Goodbye (el estupendo Michael Crawford), en su marco de actuación en Norteamérica o en territorio alemán, luchando en los últimos coletazos de la II Guerra Mundial. Entremezclando las incidencias en uno u otro marco, es clara la pretensión de mostrar un cuadro bastante sombrío dentro de su inicial alcance satírico, del sinsentido de la guerra y la inutilidad del respeto a cualquier tipo de mando u ordenanza militar. Un interesante objetivo que no tendrá su justa correspondencia en la contundencia del relato. Y es que pese a la presencia de buenos actores de reparto y a la ocasional incidencia, casi entre plano y plano, de algunas –pocas- atractivas situaciones cómicas, o destilando entre ellas ciertos momentos en los que se logra adivinar el patetismo que se deseaba infundir con la propuesta –en la que la presencia de John Lennon sin duda pretendía proporcionar un marchamo de autenticidad en su denuncia-, lo cierto es que nos encontramos con una película en la que la mediocridad de su resultado deviene manifiesta. Hay en su casi interminable metraje –no excesivamente dilatado, pero si carente de interés-, una sensación absoluta de carencia de densidad, de sentido de la progresión, en una sucesión indiscriminada de “gracietas” y gags que se presumen portadores de un cierto sentido del absurdo, y que finalmente pueden revelarse como absurdos a secas, ya que en su arbitrariedad desprenden muy pronto la insustancialidad específicamente cinematográfica del conjunto. En casi todo momento se tiene la sensación de que HOW THE WON… es una mera e inconexa sucesión de pequeños momentos –muchos de ellos rodados en nuestra Almería-, definidos en una generalizada suciedad visual y, por encima de todo ello, una sensación de morosidad narrativa, de la que uno despierta en ocasiones de un letargo casi letal cuando se plantean ciertos elementos tragicómicos o determinados chistes de relativa eficacia.

 

Es, sin embargo, un muy menguado balance para una película mortecina, que pretende trasladar una mirada basada en un non sense conectado con Beckett e Ionesco, pero que en realidad vehicula una tan bienintencionada como inane parábola antibelicista. Nada nuevo, por otra parte, que en su vertiente de comedia ya aportara un año antes el estupendo y poco reconocido Blake Edwards de WHAT DID YOU DO IN THE WAR, DADDY? (¿Qué hiciste en la guerra, papi?, 1966) o en un contexto dramático, dos títulos que por cierto también se rodaron en España. Me refiero a la previa THE HILL (1965), uno de los grandes films de Sidney Lumet, o la posterior y eternamente menospreciada ANZIO (La batalla de Anzio, 1968. Edward Dmytryk). En ambos casos, se demostraría que no solo las buenas intenciones sirven para alcanzar un producto válido. Edwards, Lumet y Dmytryk lo consiguieron con su sentido cinematográfico, y Lester únicamente pudo obtener con una misma base una absoluta mediocridad.

 

Calificación: 1

THE RITZ (1976, Richard Lester) El Ritz

THE RITZ (1976, Richard Lester) El Ritz

Pocos realizadores han sido más sujetos de la moda y de unas circunstancias como el norteamericano pero con trayectoria en Inglaterra Richard Lester. Máximo representante del denominado Swing London cinematográfico, sus realizaciones fueron pasto de la frugalidad de una época en la que su ascendencia publicitaria y su conexión con determinados cómicos británicos hicieron ver en aquellos años sesenta algo que realmente no era tal; considerarle un renovador de la comedia clásica y quizá, del propio lenguaje cinematográfico.

El paso del tiempo ha sido inclemente con la carrera de Lester. Habiendo visto la mayor parte de su obra solo considero realmente interesante –y divertida, pese a sus debilidades y “modelneces”-, la entrañable GOLFUS DE ROMA (A Funny Thing Happened on the Way to the Forum, 1966) –quizá la película más alejada a sus intenciones y rasgos iniciales, pero que a mi juicio transmite una contagiosa “alegría de vivir” que te hace perdonar sus flaquezas. Aprecio discretamente THE KNACK, pero en poco me interesan sus dos primeras realizaciones para el grupo The Beatles. Asimismo, pienso que PETULIA es un film moderadamente interesante “a pesar de” la rúbrica de su director...

En cualquier caso, es evidente que Lester nunca ha suscitado en mi un especial interés por más que al no haber vivido personalmente su influencia cinematográfica tampoco sea un motivo de fobia personal. Llegada la década de los 70, el interés de sus realizaciones desciende de forma generalizada de interés –incluso se implica en una discreta aventura de “cine de catástrofes”-. Sin embargo, la llegada de ROBIN Y MARIAN (Robin and Marian, 1976) suscita un enorme entusiasmo incluso para numerosos “anti-Lesterianos”. Un entusiasmo que jamás he entendido en esta para mi únicamente simpática recreación del muy conocido mundo medieval.

Pese a este éxito puntual –que desconozco si en su día se saldó en un beneficio comercial-, la caída de Richard Lester se hizo irremediable por muchas secuelas anodinas de Superman a las que se prestara a firmar. Hoy día es un ilustre jubilado al que dedican –creo que inmerecidamente- algunos homenajes en festivales, quedando como un referente olvidado de una tendencia cinematográfica muy en boga décadas atrás.

Valga todo este amplio preámbulo al comentar la enorme decepción que me ha provocado contemplar EL RITZ (The Ritz, 1976) –rodada en Londres pese a contar ambientación norteamericana y entre la mencionada ROBIN Y MARIAN y la posterior y aceptable LOS PRIMEROS GOLPES DE BUTCH CASSISY Y SUNDANCE (Butch and Sundance: The Early Days, 1979)-. Adaptada de un exitoso original escénico de Broadway obra de Terrence McNally, la película adopta de forma nada simulada la estructura de un vodevil a la antigua usanza. En ella se nos cuenta las intenciones de Gaetano Procolo (Jack Weston) de esconderse en un hotel para evitar que su mafioso cuñado lo elimine cumpliendo la venganza aplicada por su suegro en el lecho de muerte –la secuencia progenérico nos muestra ese deseo de vendetta-.

A partir de ahí nuestro protagonista recala en una lujosa sauna gay, siendo acosado por un fetichista antiguo compañero de promoción –de sospechoso parecido con el español Javier Cámara- y descubriendo en todo momento su contacto con un mundo que hasta entonces le era absolutamente velado. Hay quien ha calificado la obra original como una variación de otro célebre vodevil –NOISES OFF, llevada al cine por Peter Bogdanovich-, pero centrando su mirada a un entorno gay. Esto en teoría no tiene nada de bueno ni de malo. Es más, podría tener su carácter positivo al ser una de las primeras apuestas de cine con temática abiertamente homosexual. Sin embargo, lo cierto es bien poco bueno se puede decir de su resultado.

Parece incluso sorprendente el escaso apego con que Lester trata el material que toma como base. Las incidencias vodevilescas carecen de ritmo, son chuscas e incluso aburridas y los estereotipos que se ofrece sobre el mundo gay no dejan de ser sonrojantes –intuyo que incluso los ofrecidos en LA CAGE AUX FOLLES (1978, Edouard Molinaro) gozarán de un mayor sentido de la diversión-. THE RITZ discurre cansina, sin ritmo, aburrida y en algunas ocasiones resulta hasta enojosa de ver. Con una apagada fotografía, afortunadamente abandonando el uso de “zooms” y teleobjetivos que habían caracterizado su cine años anteriores, creo sinceramente que esta es una de las peores películas jamás firmadas por Richard Lester. En la misma solo se puede destacar la profesionalidad de Jack Weston encarnando al atribulado protagonista, a una ya madura Rita Moreno interpretando a Googie y, de forma, muy especial, el personaje que recrea de forma francamente divertida el entonces poco conocido Treat Williams. Se trata de Michael Brick, un atlético detective contratado para investigar y localizar a Gaetano, caracterizado por una voz aflautada que contrasta con su aspecto.

Ello y la divertida parodia / imitación de las inefables Andrew Sister’s son los escasos momentos de regocijo de esta apagadísima THE RITZ, condenada al sueño de los justos.

Calificación: 1