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CINEMA DE PERRA GORDA

Tom Ford

A SINGLE MAN (Tom Ford, 2009) Un hombre soltero

A SINGLE MAN (Tom Ford, 2009) Un hombre soltero

¡Cuantas posibilidades desperdiciadas nos ofrece A SINGLE MEN (Un hombre soltero, 2009)! Es totalmente defendible que la expresión de un universo cinematográfico quede influenciada por unos determinados orígenes o referencias ligadas al ámbito fotográfico, al del video clip o al del puro y simple ámbito televisivo. A partir de dichos orígenes han surgidos valores llenos de interés, del mismo modo que otros en los que dicha herencia ha constituido un notable lastre. Pero en cualquier caso, el debut como realizador del diseñador de moda Tom Ford se prestaba de entrada para un resultado de interés, en la medida de resultar un elemento propicio y una temática en la que este podía de entrada encontrarse cómodo. La adaptación de la novela autobiográfica de Christopher Isherwood, no cabe duda que permitía una base sólida para tratar ese relato sobre la pérdida del sentido de la existencia, a través del doloroso recuerdo de su protagonista, el profesor de literatura George Falconer (Colin Firth), al morir quien fuera el amor de su vida durante largos años –Jim (Matthew Goode), en un trágico accidente automovilístico. La acción se desarrollará en el Los Angeles de 1962, coincidiendo con la crisis de los misiles en la Bahía de Cochinos, imbricándose dicha amenaza generalizada con el drama existencial vivido por un protagonista que no desea más que culminar la aventura de su vida, suicidándose incapaz de superar el único asidero que podía proporcionarle sentido a su discurrir vital. Tras esa ausencia prolongada, ni siquiera la ayuda de su íntima amiga -la alocada Charley (Julienne Moore)-, le proporcionará el mínimo consuelo exigible para plantear la continuidad de su andadura diaria, organizando por tanto los pormenores de su definitivo abandono a la andadura por el mundo. Sin pretenderlo en absoluto, e incluso desdeñando de forma abierta la aparición de este en diversos lugares de la jornada en la que decide la culminación de su vida, será el empeño puesto por uno de sus alumnos, el joven y sensible Kenny (Nicholas Hoult), quien logrará de forma inconsciente permitir no solo reconsiderar a George en su actitud, sino a partir de su encuentro con un alma en cierto modo paralela, poder ejercitar a través de la ilusión que le transmite, una catarsis que pudiera expresarse como metamorfosis de su personalidad.

Había materia, y de alto octanaje, para haber realizado una crónica delicada y dolorosa, del la desesperanza de un hombre sensible que ha dejado de encontrar ese grado de felicidad en su existencia. Como si se tratara de una actualización de las crónicas filmadas por Luchino Visconti en los primeros años setenta, Ford intenta plasmar en su primer largometraje ese dolor lacerante del amor perdido de forma irrevocable, tan solo recordado mediante una evocación inútil pero consoladora. Lamentablemente, y aún siendo consciente que su resultado ha sido admirado en no pocos foros, y que las interpretaciones de Colin Firth, y también del joven y más que prometedor Nicholas Hoult son de primera calidad, transmitiendo uno su angustia envuelta en formas elegantes, y el otro el entusiasmo apenas disimulado, que intenta ofrecer a ese profesor su deseo de convertirse en algo importante para su joven vida, lo cierto es que el devenir de A SINGLE MAN se ahoga en un cúmulo de estampitas estetizantes, en un derroche de planos “bonitos” pero carentes en su abrumadora mayoría de sentido dramático. En realidad, el film de Ford se ahoga en esas pretensiones de elaborar una sucesión de vistosas viñetas, aportando un sentido del manierismo visual bastante cercano al cine de Almodóvar –tan adorado por muchos, entre los que no me encuentro, por cierto-. No importa que la película plasme picados ostentosos cuando no hay necesidad de ellos, utilice la cámara lenta, derroche planos de forma innecesaria, intentando componer secuencias fashion a nivel visual… En realidad su propuesta se ahoga en la ciénaga de su propia insustancialidad. La realidad que propone el conjunto de A SINGLE MAN es la de la incapacidad de Ford para sobresalir de su condición de deficiente narrador. Que pese a esas deficiencias, la película articule la brillantez de su juego interpretativo, que el uso en algunos momentos de la voz en off del protagonista devenga pertinente, o que algunos de sus momentos –pienso en especial en la eficacia que ofrecen las secuencias mostradas entre nuestro protagonista y Kenny-, donde su metraje parece dejar de lado todos esos planos “bonitos”, innecesarios e incluso molestos que adornan la función, reduciéndose a un juego de actores en el que se atisba ese sentimiento compartido, esa sensación de ayuda mutua que da sentido a la peripecia dramática de nuestro protagonista. Pero incluso en esas ocasiones, esos juegos con la variación de las tonalidades de su fotografía y otros elementos visuales, nunca impiden que tengamos siempre presente ese pretendido carácter arty de la función.

Por resumirlo en pocas líneas, al final de contemplar A SINGLE MAN, uno tiene la sensación de que la propuesta de Tom Ford va a quedar limitada a la delectación de una determinada audiencia gay decadente –en la que la presencia episódica del modelo Jon Kortajarena deviene casi como inevitablemente cómica-. Sin embargo, ni siquiera en esta vertiente se puede comparar su decepcionante resultado, con propuestas más o menos ligadas a temáticas similares, en las que se encuentran títulos más atractivos como aquel olvidado LOVE IN DEATH ON LONG ISLAND (Amor y muerte en Long Island, 1997. Richard Kwietnowski). A su lado, la propuesta de Tom Ford puede aparecer como más pompier y falsamente trascendente, pero en su conjunto no propone más que una sofisticada pompa de jabón, en que ese sentimiento de angustia existencial, más bien podría solucionarse con una buena taza de té, aunque tomada en esas tierras norteamericanas, en las que nuestro protagonista en modo alguno se inmuta ante la presumible cercanía de una hecatombe nuclear. En definitiva, un título que con facilidad a mi modo de ver debería ser condenado al olvido, y que pone muy en tela de juicio las verdaderas capacidades como director de un diseñador que parece sentirse muy pagado de sí mismo ante el producto realizado. Un poco de humildad no le vendría nada mal.

Calificación: 1’5