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CINEMA DE PERRA GORDA

THE MAD GHOUL (1943, James P. Hogan)

THE MAD GHOUL (1943, James P. Hogan)

Tan poco conocida como escasamente relevante, THE MAD GHOUL (1943, James P. Hogan) es una más de las numerosas y seminales aportaciones, que la Universal, ofreció al cine de terror, desde su exitosa especialización una década atrás. Algo que llevó a que dicho estudio capitalizara el sello como especialista del terror o el fantástico, cuando otros como la Paramount, la Metro Goldwyn Mayer o la RKO, brindaran al mismo propuestas tan o más valiosas. Lugares comunes que no impiden reconocer el desgaste de unas fórmulas de probado éxito y frecuente brillantez, que conforme fue transcurriendo la década de los cuarenta, desembocó en una degradación de las mitologías y fórmulas que años atrás fundamentaros el prestigio de la firma. Y es curioso constar como nos encontrábamos en la segunda mitad de los cuarenta, con exponentes casi indignantes, combinando la burda parodia, con cómicos de tan baja estofa como Abbott y Costello, cuando la misma Universal, casi sin darse cuenta, daba a luz, una de las más grandes obras de la historia del fantastiqueTHE LOST MOMENT (Viviendo el pasado, 1947. Martin Gabel)-.

Hechos puntuales al margen, THE MAD GHOUL se erige como una grisácea y apresurada contribución al cine de Mad Doctors, encarnado en esta ocasión por el especialista en villanos George Zucco. Se pone en la piel del Dr. Alfred Morris, un investigador químico y profesor, quien trasladará sus inquietudes a su alumno preferido, el joven Ted Allison (David Bruce), llevándolo sinuosamente al terreno de sus experimentos, encaminados a robar y recuperar la vida. Algo que habrá probado con anterioridad con pequeños monos, y que en su malévola mente tendrá la intención de experimentar en Ted. Sin embargo, el muchacho se encuentra confundido. Y es que pese al entusiasmo que le provocan los descubrimientos de su profesor, no deja de albergarse en su momento el nubarrón que se manifiesta en la relación que mantiene con su prometida Isabel (Evelyn Ankers), una joven y prometedora cantante que en el fondo no sabe como anunciar a este que en realidad no lo ama, ya que tiene un nuevo compañero sentimental en un amigo de este, el pianista Eric Iverson (Turhan Bey).

Entre las sucias maniobras establecidas por Morris para someter a Ted a sus experimentos, la situación casi de vigilia que este vivirá al estar sufriendo una extraña mutación en su actividad normal –incluso en su propio aspecto físico-, y las invectivas del malévolo científico, discurre una película de menos de setenta minutos de duración, en la que, por fortuna, no se puede detectar un diseño de producción irrisorio –aunque es fácil colegir que su escenografía probablemente procediera de otras producciones más elevadas-. Dentro de esa clara serie B de respetable apariencia, de entrada conviene destacar la vigorosa impronta que le brinda la nitidez y el contraste de la magnífica fotografía en blanco y negro del posteriormente mítico Milton Krasner. La fuerza que ofrece su luego lumínico y el contraste luces y sombras, es sin duda el principal asidero de una pequeña función que se sostiene de manera muy tibia, en uNA leve trama de se centra en la prolongación de una leyenda que servirá para lograr la prolongación de la vida, a partir de la extracción de corazones en cadáveres, hasta que incluso que llegue el momento en que se hagan extracciones en seres a los que se causará la muerte. Prácticas estas que coincidirán en las diferentes ciudades en que Isabel desarrolle su gira, y que acometerá el doctor y su inesperado ayudante Allison. Será el indicio que utilizará el veterano periodista Ken McClure (Robert Armstrong), para ir acercándose a la búsqueda de los posibles responsables de dichos actos necrófilos.

Entre la insuficiencia de una base argumental que, como antes señalaba, se sostiene por los pelos, no sería justo pedir más peras al olmo, a una peliculita de la que apenas se puede destacar la funcionalidad de su planificación –sin hallar en ella el menor atisbo de inventiva, y utilizando con pertinencia el fundido en negro y el off visual para escenificar las operaciones de extracción de corazones-. Sin embargo –no soy el primero en detectarlo- se observa una cierta nuance homosexual en la atracción y deseo de dominación que el sinuoso científico alberga en torno a su alumno. Detalles malsanos, que palidecen con la efectividad de la conclusión del film, contemplando como el malvado doctor caerá preso por la venganza del desesperado alumno, cubriéndose con la siniestra capa que ensombrecerá su rostro, y buscando desesperadamente en una tumba la posibilidad de extraer un corazón humano, para sobrevivir  a un fin cercano y desesperante.

Calificación: 1’5

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