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CINEMA DE PERRA GORDA

Danny Boyle

SUNSHINE (2007, Danny Boyle) Sunshine

SUNSHINE (2007, Danny Boyle) Sunshine

No cabe duda que los últimos pasos de la andadura del británico Danny Boyle discurren por el sendero de una relativa dosificación del efectismo que definía su trayectoria previa, unido a un relativo esmero en la elección de argumentos y guiones que supusieran una base lo suficientemente sólida para sus últimas películas. Podría decirse a este respecto que para Boyle esta circunstancia discurrió de la mano de su encuentro con el escritor y guionista Alex Garland, sino fuera por el hecho de que el título que posibilitó esta colaboración fuera una de las propuestas más horripilantes de finales de los 90, y sin duda la cima más baja de su realizador. Me estoy refiriendo a THE BEACH (La playa, 2000), involuntariamente divertido producto al servicio de la “puesta de largo” de un Leonardo DiCaprio post-titanic.

 

En cualquier caso, hemos de intentar dejar en el olvido tan lamentable película, y centrarnos en la ulterior colaboración Garland-Boyle, que dio hace pocos años como resultado una interesante propuesta del cine catastrofista -28 DAYS LATER (28 días después, 2002)- y, más recientemente, SUNSHINE (2007), con la que este tandem se reafirma en su implicación con el cine de ciencia-ficción de connotaciones metafísicas. En esta ocasión –nos encontramos en 2056-, la película centra su desarrollo en la expedición que un grupo de científicos realiza con destino al sol. Aunque en apariencia se trate de una iniciativa de carácter científico, pronto advertiremos que se trata de una misión absolutamente a la desesperada, ya que de su éxito se dirime el futuro de la humanidad, castigada por el progresivo oscurecimiento del brillo del sol. Es por ello que la misión –que deviene en la continuidad de otra previa de similares características que fracasó en su empeño-, tiene como objetivo el estallido de una potente bomba en el interior del plantea, que permita aflorar en él un renacimiento de su brillo y, con ello, la continuidad de la vida en la tierra.

 

Digamos que la mera enunciación de su nudo argumental, permitiría atisbar que nos encontramos ante una temible continuidad de ARMAGGEDDON (1998, Michael Bay). Afortunadamente, nada hay más lejano en sus pretensiones que la película dirigida por Boyle, que alcanza sus mejores instantes en un carácter intimista como drama psicológico, y en donde la relativa cotidianeidad de los tripulantes de la misión muy pronto esconde la diversidad de sus perfiles psicológicos y, con ello, las diferentes vertientes de conflicto en las situaciones vividas por ambos. Pienso que ese logrado tono de falsa cotidianeidad está dominado por una cuidada escenografía de índole futurista, impregnando el desarrollo dramático con pequeñas pinceladas en la actividad cotidiana de los tripulantes de la impresionante nave –la presencia de ese microclima, el largo mensaje a sus familiares efectuado por el joven Capa (Cillian Murphy) o la pelea que por dicha excesiva duración mantiene con su compañero Mace (Chris Evans)-. Detalles y elementos todos ellos, que junto a oportunos diálogos, nos ofrecen una visión desdramatizada de la trascendencia de la misión que están viviendo nuestros protagonistas, así como las problemáticas e incidencias que paulatinamente irán adueñándose de la misión. En ese contexto de creciente tensión, es donde el film de Boyle dejará entrever la importancia de la mente humana en medio de un contexto progresivamente deshumanizado –esa permanente recurrencia a la decisión de sus componentes ante la problemática generada cuando encuentran rastros de la nave que les precedió, o cuando tienen que decir la muerte de uno de ellos-.

 

En cualquier caos, si hubiera que definir en líneas generales los rasgos generados por SUNSHINE, creo que se podría hacer sin mucha dificultad recurriendo al concepto de auténtico “coctel” de referencias cinematográficas generadas por algunos de los clásicos de la ciencia-ficción en la pantalla de las últimas décadas. No hace falta ser muy despierto al referirnos a cos de títulos como 2001: A SPACE ODISSEY (2001: una odisea del espacio, 1968. Stanley Kubrick), SOYLENT GREEN (Cuando el destino nos alcance, 1973. Richard Fleischer) o ALIEN (Alien, el octavo pasajero, 1979. Ridley Scott), pero lo cierto es que ese asumido carácter de mezcolanza de referentes, no perjudica en exceso un relato bien llevado, y en donde si algo cabe destacar es su relativa sencillez, y la adecuación de su prestancia visual con la definición de sus personajes, así como un diseño de efectos especiales en sintonía, pero que en ningún momento se adueñan del devenir del conjunto.

 

Antes señalaba que con el paso del tiempo, Danny Boyle ha ido atemperando sus excesos visuales. Ello no debe hacernos llevar al equívoco, ya que pese a su creciente prestancia como realizador jamás nos hace dejar de apreciar en él la ausencia de un gran estilista cinematográfico. Hay mucho en sus imágenes de superficial, de aparente, aunque ello lentamente le lleve al logro de títulos más entonados, como el que nos ocupa. Ello también se muestra en las secuencias de la película, en su conjunto incapaces de sobrellevar el caudal de referencias, ecos metafísicos e inquietudes que podría sugerir la propuesta de Garland, y que tiene su punto más bajo en la inflexión psico-killer que se describe con la presencia de ese lunático superviviente de la nave inicialmente perdida, dominado por una locura de carácter místico, y a partir de cuya confluencia se marcarán los instantes más críticos para alcanzar el objetivo de la misión, aunque ello lleve a la progresiva muerte de sus tripulantes. Una circunstancia en la que, finalmente, permitirá como privilegiado testigo a Capa, quien antes de su inmolación podrá asistir al sublime espectáculo de formación de nuevas estrellas. Una visión para la que se ha estado preparando, y que quizá para él, suponga la mejor conclusión de su vida. En cualquier caso, y con toda su prestancia, lo cierto es que ese componente metafísico, ni se lejos pueden emular los previos logrados por el veterano Jack Arnold en 1957, con los estremecedores minutos finales de THE INCREDIBLE SHRINKING MAN (El increíble hombre menguante, 1957).

 

Calificación: 2’5

 

28 DAYS LATER (2002, Danny Boyle) 28 días después

28 DAYS LATER (2002, Danny Boyle) 28 días después

Como cualquier espectador uno también tiene sus filias y fobias cinematográficas. Para mi una de las segundas aunque de forma moderada, la constituye el falsamente “moderno” Danny Boyle. En las tres películas suyas que he visto previamente, solo TRAINSPOITTING (1996) me parece –con todas las reservas que se le pueda hacer- aceptable, mientras que TUMBA ABIERTA (Shallow Drive, 1994) –que es la que le descubrió ante el público británico- es una absoluta mediocridad. Ni que decir tiene que LA PLAYA (The Beach, 2000) supone uno de los horrores cinematográficos de más grueso calibre de toda la década de los 90.

Si a esas reservas unimos que la temática sobre muertos vivientes no es precisamente mi favorita dentro del género fantástico –con las gloriosas excepciones de YO ANDUVE CON UN ZOMBIE (I Walked with a Zombie, 1943. Jacques Tourneur), LA LEGIÓN DE LOS HOMBRES SIN ALMA (White Zombie, 1932. Victor Halperin) y, en menor medida, la desconocida e infravalorada THE LAST MAN ON EARTH (1964, Sidney Salkow & Ubaldo Ragona), verán que no cito la propuesta de Romero, es algo deliberado-, la perspectiva de contemplar 28 DÍAS DESPUÉS (28 Days Later, 2002) francamente no era muy entusiasta. Pese a ello he de reconocer que con todas las objeciones que me produce su visionado, el resultado final de la misma dista de ser despreciable, erigiéndose como una aceptable muestra de cine fantástico y encerrando una nada solapada reflexión nihilista sobre la propia relatividad de la existencia humana.

La película se inicia con una secuencia narrada con unos atropellamientos visuales que hacen temer lo peor –en ella un grupo de activistas liberan a unos simios enjaulados en un laboratorio que sabemos están infectados de un grave virus-. Sin embargo de inmediato nos trasladamos a 28 días después –estupenda elipsis-. Vemos a Jim (Cillian Murphy), ingresado en un hospital. Instantes después de recobrar el conocimiento va adquiriendo conciencia de que se encuentra solo. Abandona el hospital y recorre los lugares más estratégicos de un Londres... totalmente desierto. Ciertamente si 28 DAYS LATER pasará a la historia del más reciente cine fantástico será por esos planos descriptivos en los que nuestro protagonista deambula estupefacto por los lugares en donde la capital inglesa habitualmente se erigía como epicentro en la vida de miles y miles de personas. (recordar film desconocido USA) En este lapsus de tiempo la infección se ha extendido devastadoramente por la población, quedando solo seres infectados que atacan a los pocos supervivientes que hipotéticamente sobreviven. Jim sufre uno de dichos ataques de los que es defendido por Mark (Noah Huntley) y Selena (brillante Naomie Harris), dos jóvenes que explican al aún aturdido joven la situación en la que se encuentra. Los tres decidirán acudir a casa de los padres de Jim –que se han suicidado y eliminado a su hermana pequeña antes de caer en la infección- y en ella Mark finalmente será víctima de uno de los ataques siendo eliminada por Selena, provista de un practico sentido de la supervivencia.



A partir de aquí el guión de Alex Garland tiene la habilidad de proponer una interesante progresión dramática no solo al incorporar nuevos personajes y situaciones, sino fundamentalmente al ofrecer giros en el desarrollo que de alguna forma permiten que finalmente el film adquiera una extraña estructura. Es así como tras encontrarse con un hombre y su hija –mediante el ingenioso aviso que proporcionan unas luces navideñas luminosas desde un balcón en la noche-, los cuatro personajes deciden desplazarse hasta Manchester alentados por unas emisiones radiofónicas. Juntos abandonan Londres –sufriendo un pinchazo en un túnel atestado de vehículos atropellados y que permitirá una tensa situación de suspense ante la cercanía de un grupo de infectados-.

La película entra en un relajado interludio –los cuatro supervivientes entran en un supermercado simulando comprar para realmente hacer provisión- y nos introducimos en el terreno de la road movie visualizando carreteras y parajes rupestres tan desiertos como simbólicos de esa naturaleza que ha logrado mantenerse al margen de la plaga generada por los humanos. Como se puede comprobar es un bloque que contrasta que el precedente, y al cual sucederá la sobrecogedora visión de un Manchester –en un plano general amplísimo- en llamas. El auto llegará a sus alrededores y en forma de presagio –un cuervo se hace notar-, el padre será infectado no sin antes lograr avisar a su hija.

De repente un grupo de soldados surgen de unas ruínas y eliminan al infectado pese a la consternación tanto de su hija como de los otros dos supervivientes. Los tres son escoltados hasta un recinto protegido por una decena de soldados. Este nuevo segmento proporciona un nuevo giro. Se inicia el planteamiento de la defensa –en ella se incluye el encadenamiento de un infectado cuyo rostro es singularmente semejante al del tourneriano I WALKED... (quizá el más famoso de la historia del cine). En este colectivo, comandado por el comandante West (Christopher Eccleston) inicialmente encontrarán la deseada seguridad pero muy pronto detectarán tanto las contradicciones existentes entre la propia tropa, la relatividad de estar inmersos repentinamente y a pequeña escala de un mundo cainita y, fundamentalmente, el deseo que sobre las dos mujeres ejercen unos soldados a los que se les ha prometido saciar su sed de sexo.

A partir de ahí se desencadenarán las situaciones finales, dentro de un planteamiento en el que se pone en solfa los límites del sentido de supervivencia y de forma evidente se ofrece una visión nihilista de la propia condición humana. Sin embargo y pese a un muy ajustado guión y progresión dramática, 28 DAYS LATER en muy pocos momentos da la medida de sus notables posibilidades, fundamentalmente debido a la desequilibrada tendencia a la “modernez” sin cuya presencia realmente Danny Boyle jamás habría llamado la atención entre determinados sectores, aunque quizá hubiera potenciado en su trayectoria algunas cualidades cinematográficas menos caducas pero sin duda más perdurables.



Y es que la película encuentra un gran desequilibrio narrativo entre un uso interesante del formato digital; la discutible aceleración de las embestidas de los zombies-infectados; una elegancia formal en determinados planos generales en los que se describen lugares desiertos, exteriores naturales aún vírgenes e incluso encuadres dantescos; aplicación de primeros planos cuando los supervivientes reflexionan ante las situaciones vividas o desahogan sus tensiones y un abuso de planos inclinados que en ocasiones funcionan y en otras operan como mero artificio.

En cualquier caso y pese a que dentro de una ortodoxia cinematográfica realmente la película de Danny Boyle tendría suficientes elementos como para ser más que cuestionada –reconozco que sus maneras no son de mi especial aprecio- creo que su conjunto resulta realmente atractivo. Consigue inquietar, sus vericuetos dramáticos son interesantes, afortunadamente no incide en demasía en el terreno del higore –en ese sentido Boyle apuesta por la sobriedad-, logra incorporar elementos visuales realmente atractivos y sus propios desequilibrios acierten quizá involuntariamente a alcanzar un conjunto finalmente apreciable –en la medida que sucedía con la mencionada TRAINSPOITTING, que en su momento se calificó de forma tan ligera como “un antes y un después en el cine británico”-.

Finalmente, me gustaría destacar que 28 DAYS LATER supone conceder el definitivo lanzamiento del joven Cillian Murphy –del cual ya había visto estupendos trabajos en sencillos films británicos- y que en mi opinión es uno de los mejores intérpretes ingleses de su generación.

Calificación: 2