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CINEMA DE PERRA GORDA

Gary Ross

THE HUNGER GAMES (2012, Gary Ross) Los juegos del hambre

THE HUNGER GAMES (2012, Gary Ross) Los juegos del hambre

Valorable en exclusiva por su interés sociológico, quizá el elemento más significativo a reseñar al hacer un comentario a THE HUNGER GAMES (Los juegos del hambre, 2012. Gary Ross), lo ofrece el enorme, descomunal contraste obtenido entre su repercusión crítica en Estados Unidos –generalmente laudatoria- y los países europeos –por el contrario, paupérrima-. Pero al mismo tiempo, y con un coste de unos ochenta millones de dólares, se convirtió en apenas su primer fin de semana –esas fechas mágicas en las que se decide la carrera comercial de una película-, en el tercer título más comercial jamás generado en Hollywood. Así pues, además de levantar la carrera del ya casi invisible Gary Ross –de la que apenas recuerdo su insustancial PLEASANTVILLE (1998)-, estar ya en rodaje una continuidad de los contenidos de las novelas de Suzanne Collins, lo cierto es que nos encontramos ante una propuesta que bebe mucho, muchísimo más, de las fuentes de la inaguantable saga TWLIGTHT (Crepúsculo, 2008. Catherine Hardwicke), que de ese atisbo que se deja vislumbrar en alguno de sus instantes, y que tan bien reflejaba el guión de Andrew Niccol –adecuadamente llevado a la pantalla por Peter Weir- en THE TRUMAN SHOW (El Show de Truman, 1998. Peter Weir).

Estamos situados en un futuro indeterminado pero que no parece muy lejano, en el territorio que en el pasado fueron los Estados Unidos, pero que se han transformado en el denominado Panem, que ejerce un enorme control de los doce distritos sobre los que se construye un imperio que comanda el presidente Snow (Donald Sutherland). Como prueba de ese símbolo de unión entre los grandes territorios que componen un imperio de tintes fascistas, cada año se celebran los denominados “juegos del hambre”, en donde una pareja de jóvenes de cada uno de ellos luchará a vida o muerte, pudiendo solo sobrevivir uno de los veinticuatro contendientes. Por parte del último de dichos distritos, saldrá elegida la hermana pequeña de Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence), ofreciéndose esta para sustituir a la misma, y aceptándose dicho cambio, aunque ello le comporte un casi pasaporte a la muerte y, más allá incluso que la separación de su familia, la que comporta con su enamorado –Gale Hathworne (Liam Hemsworth)-. Pese a la dramática circunstancia, y con la confianza mantenida por ser una joven experimentada en la lucha y el manejo de bosques y situaciones peligrosas, será emparejada representando al distrito con el también joven Peeta Mellark (Josh Hutcherson), un antiguo novio suyo con el que terminó en circunstancias poco gratas. Al introducirse en una aventura mortal, la pareja poco a poco irán saboreando las ventajas que les ofrece esta aventura –trato lujoso, adulación de su vanidad en la exposición ante un público deseoso de lucha y sangre-, para lo cual contarán con el lúcido asesoramiento de Haymitch (Woody Harrelson), quien años atrás lograra ser el triunfador y, por ende, superviviente, de uno de dichos juegos. De forma paulatina se irá rompiendo la barrera de hostilidad mantenida entre Katniss y Peeta, quien desde el primer momento estará dispuesto a dejarse inmolar para que ella sobreviva. Y en medio de dicho contexto darán comienzo unos juegos crueles en los que veinticuatro personas personas lucharán por matar y defender sus vidas, siendo en algunos momentos ayudados por los responsables de la organización, quienes en otros instantes no dudarán en plantear peligros y, ante todo, trasladar a la pantalla las incidencias de sus personajes, para los consumidores y alienados espectadores de tan multitudinaria y –por cercana- audiencia televisiva.

Es por ahí, por donde THE HUNGER GAMES podría haber ofrecido al espectador inteligente, una propuesta en la que se recordara a tantas y tantas mentes adormecidas por los Tele 5 que se extienden ante todo el mundo, del nefasto papel que la televisión y la extensión que la información ha ofrecido para lograr simplemente la audiencia, captar la atención, contener o alentar a las masas, e impedir la reflexión, vivimos desde hace demasiados años en nuestra sociedad. Lo logró aquel THE TRUMAN SHOW antes señalado, como lo vino ofreciendo Andrew Niccol en su todavía escueta filmografía. Sin embargo, bajo los oropeles de pretendida denuncia que se espolvorean en esta larguísima película –para lo poco que se cuenta-, en realidad solo podemos asistir a una inane parábola destinada ante todo a complacer a esos públicos juveniles que sobrepasaron incluso a las previsiones de los responsables del film. Y todo ello para asistir a un torneo que en ningún momento parece tener razón de ser ¿De qué manera puede contribuir ello para mantener la paz de un imperio? Narrado además con un exceso en ocasiones insoportable de movimientos de cámara y una planificación entrecortada, una descripción de personajes secundarios por lo general ridícula –de ella solo salvaría la veteranía del citado Sutherland, Harrelson y, sorprendentemente, al desahuciado Wes Wentley-. Pero aquí lo que importa es complacer al público teen, sobre todo al femenino –pese a que su protagonista sea femenina. Para ello nos brindarán un nuevo “yogurín” –Hutcherson-, al que contrapondrán con el más “cachas” –Hemsworth, al que no dudo una carrera fulgurante, al tiempo-. Es tan simplista ese planteamiento del triángulo, que a cada momento en que la pareja participante, cuando vive leves interludios amorosos –esos besos que se dan en la cueva, cuando ella procura curarle la pierna-, nunca faltará el contrapunto del plano de Gale con semblante de dolor.

Y es que no hay que dar más vueltas a este juguete que, miren por donde, ha iniciado una franquicia de la que nos hartaremos de hablar en los próximos años. Ya cuando la pareja triunfante –merced a las arbitrarias decisiones de los organizadores, de acceder a que triunfen los dos, ya que estaban dispuestos a inmolarse al mismo tiempo-, y en su localidad sean recibidos como héroes, veremos como la hermana pequeña de Katniss subida al hombre de Gale, quien no deja de mirarla con resignación. Sin duda la campanada de la continuidad de otra saga juvenil, en la que uno lamenta que no se prolongara en esa vertiente de denuncia de social que estamos viviendo ya día a día, y que en la película tiene su único punto de inflexión en la rebelión del distrito negro, a partir del asesinato de su participante femenina, pese a la lucha que nuestra protagonista ponga en marcha para salvarla. Es un simple apunte, el más valioso, de una mediocridad fílmica, un film hinchado en su duración, carente de la entidad dramática y reflexiva que su base pedía a gritos y, sobre todo, provisto de una formulación narrativa en la que la puesta en escena es casi, casi, inexistente. En definitiva, una nadería que ha llenado de oro a sus promotores, por lo que su continuidad quedará asegurada.

Calificación: 1