Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

George Clooney

GOOD NIGHT, AND GOOD LUCK (2005, George Clooney) Buenas noches, y buena suerte

GOOD NIGHT, AND GOOD LUCK (2005, George Clooney) Buenas noches, y buena suerte

Todavía recuerdo el relativo revuelo que provocó el aún cercano estreno de la segunda película como realizador del actor George Clooney -GOOD NIGHT, AND GOOD LUCK (Buenas noches, y buena suerte, 2005)-. Muy pronto encumbrada con un buen número de nominaciones en la edición de los Oscars de aquel año, lo cierto es que el paso de apenas pocas temporadas cinematográficas han revelado la relativa caducidad de su propuesta. Se trata, por otra parte, de una tendencia muy habitual desde que el cine es cine, sobre todo cuando en su seno se han introducido títulos de clara vertiente crítica, que el paso de los años han devaluado en unas costuras cinematográficas bien endebles. Entiéndaseme bien. No quiero con esta afirmación negar la pertinencia e incluso la necesidad de un cine comprometido y crítico, pero al mismo tiempo esa intención jamás debe llevar aparejado el hecho de comulgar con resultados artísticos mediocres. Y digo todo ello cuando la humanidad se siente un poco más aliviada al terminar la pesadilla del doble mandato de George W. Bush como presidente norteamericano, y en su oposición su cine ha recreado una amplia producción crítica en torno a la influencia social que su largo y casi asfixiante periodo ha generado, como lo ejerció el previamente denostado periodo Reagan o la era Thatcher en la Inglaterra de los ochenta y primeros noventa. Es cuando los humos tóxicos generados por el que ha sido casi unánimemente considerado uno de los peores de la historia USA comienzan a disiparte, cuando en el terreno específicamente cinematográfico cabría valorar la verdadera entidad de tantos y tantos productos de cuestionable enjundia, despojados del apoyo temporal que podría brindarles el contexto en que estos fueron gestados. Hoy día nombres en su momento tan aclamados –a la ligera- como Michael Moore, han sufrido las mieles del olvido, y otro tanto sucederá con no pocos de los títulos emanados dentro de la tendencia anti Bush propiciada por la corriente liberal predominante en Hollywood –un colectivo que sin embargo no se atrevió a consagrar el alegato gay que subyacía en BROKEBACK MOUNTAIN (En terreno vedado, 2005. Ang Lee)-.

 

Se podría argüir con facilidad que GOOD NIGHT… no supone una referencia directa con la actualidad norteamericana circundante, aunque creo que a pocos se oculta el carácter de metáfora que su argumento plantea al trasladarnos a un periodo no demasiado lejano, en el que las libertades fueron constreñidas quizá de manera impensable, pero que la realidad cercana del periodo Bush por momentos ha hecho que parezcan incluso pintorescas. El film de Clooney, que también participó como coguionista, coproductor e incluso intérprete –en un rol secundario, revelando una elogiable mengua de narcisismo en su presencia en pantalla-, se centra en la lucha que mantuvo el prestigioso reportero de la CBS Edward R. Murrow (encarnado por un eminente David Strathairn) en su lucha desde su programa semanal, por descubrir la bajeza de los métodos desarrollados por el siniestro senador Joseph McCarthy, dando vida a esa aterradora “caza de brujas” que fracturó de manera traumática la vida artística, intelectual y creativa de Norteamérica a partir de finales de los cuarenta. La película lo hace prácticamente desde la propia sede de la emisora televisiva, intentando tras ella definir la febrilidad, la lucha, las tensiones y los miedos de un colectivo dominado por su sed de verdad, pero al mismo tiempo vulnerable a los ataques que, de maneras torticeras, emanaba desde el propio contexto de McCarthy, hasta llegar a presiones más sutiles pero finalmente más contundentes. De ajustada duración y, por momentos, inserta en un formato que en demasiados momentos deja entrever su origen televisivo, la película se inicia con la celebración de un homenaje a la figura del periodista protagonista, desarrollado en 1958. El reconocimiento y su turno de palabra servirá como base a un flash-back que se extenderá durante la practica totalidad de su metraje, revelando a mi modo de ver la innecesaria procedencia del mismo. La acción se trasladará a inicios de la década de los cincuenta, mostrando los esfuerzos del equipo del programa que presenta y dirige Murrow, por descubrir e intentar desactivar los turbios manejos y la casi vergonzante demagogia desplegada por McCarthy. Unos manejos que –y esto es algo que jamás deja entrever la película- más allá de su evidente torpeza, pocos se explican tuvieran tanta trascendencia en aquel contexto social, sin que autoridades superiores se atrevieran a abortarlos.

 

Más allá de su definitivo alcance, lo cierto es que GOOD NIGHT… es una película necesaria. Necesaria para mantener la memoria despierta sobre una serie de atrocidades demasiado cercanas, y hasta cierto punto original a la hora de plasmarlos a través de una disyuntiva y un punto de vista muy concreto. Sin embargo, más allá de dichas intenciones, hay que reconocer la convicción y al mismo tiempo la modestia con que se resuelve el empeño. Esa convicción que estoy convencido aportaron todos los que participaron en el proyecto se llega a palpar, pero a mi modo de ver no permiten que su resultado sobrepase un estadio de superficialidad, envuelto en tics y elementos narrativos muy familiares por aquellos que hayan tenido la oportunidad de seguir de cerca la trayectoria del intérprete. Y es que en muchas ocasiones –más de las deseables- parece que Clooney haya tenido como auténticos asesores del film a los cineastas Steven Soderbergh –que ejerció como coproductor de la película- o incluso los hermanos Coen. La recurrencia a planos nerviosos, cámara en mano y a composiciones visuales dominadas por esa tendencia nerviosa y a mi modo de ver bastante gratuita y estetizante, domina en exceso una película que considero alcanza un mayor grado de veracidad cuando su vertiente discursiva se centra en manifestaciones en planos fijos –generalmente primeros planos- o incluso en planos generales insertados como cierre de secuencia, que saben expresar de manera contundente los sentimientos existentes en ese instante –como ese plano general que describirá visualmente la separación que a partir de ese momento marcará la relación entre Murrow y el periodista izquierdista Don Hollenbeck (sensacional y, por momentos, conmovedor Ray Wise)-. Así pues, y pese a la cálida acogida con que se dispensó GOOD NIGHT, AND GOOD LUCK –que se eleva de la mediocridad de otras propuestas simbólicas en su carácter crítico como CRASH (2004, Paul Haggis), lo cierto es que esta discurre como una muestra más de esa tendencia denominada con ironía “obras maestras de temporada”. Es decir, películas en su momento capaces de encandilar a crítica y público, y que logran disimular su pretendida hondura bajo oropeles o una indisimulada astucia u oportunidad, tamizada de compromiso.

 

Punto por punto creo que el film de Clooney responde a este enunciado, aunque bien es cierto que su resultado logra en ciertos momentos elevarse por encima de ese artificio del que finalmente, y por mucha pretendida audacia que plantee en su enunciado, no podrá zafarse. Ya lo señalaba anteriormente; la verdadera cualidad de GOOD LUCK... se centra cuando la cámara deja de marear y se detiene en la confesiones en plano fijo de sus personajes, gestos y miradas, es cuando la película realmente despega y cobra plena autenticidad. Una autenticidad esta que se centra en tres personajes excelsamente interpretados; el protagonista que encarna Strathairn, el ya mencionado Ray Wise –que contraste con tantos y tantos personajes malignos en su carrera- y también la poderosa égida que brindan las escasas apariciones de un inmenso Frank Langella, encarnando al mandamás de la cadena William Palley. Junto a ello, el propio devenir de las imágenes justifica la elección cromática del blanco y negro -magnífico, obra del operador Robert Elswit, pero que podía haberse planteado como una decisión puramente esteticista-. Esta no es otra que servir como fondo adecuado para la intercalación de numerosas imágenes de archivo, que dentro de dicho contexto revestirán una notable autenticidad, permitiéndonos incluso asistir con una cercanía insoportablemente física a la presencia de los demagógicos métodos con los que un hombre brusco y ordinario, Joseph McCarthy, logró emborronar la libre conciencia de los intelectuales norteamericanos del momento. Solo por esa circunstancia, por servir de bálsamo contra el olvido, habría que aplaudir esta película, que sin embargo no aporta absolutamente nada que ya no hubieran expresado en la década de los sesenta, las brillantes paranoias filmadas por los entonces denostados John Frankenheimer, Franklin J. Schaffnaer o Sidney Lumet, los engranajes y el lado oscuro de la política mostrado en la admirable y complejísima ADVISE & CONSENT (Tempestad sobre Washington, 1962. Otto Preminger), o incluso los turbios manejos televisivos mostrados en la muy posterior QUIZ SHOW (Quiz Show. El dilema, 1994. Robert Redford) –curiosamente dirigida por otro actor metido a director- Lo que importaría en este caso sería permitir vislumbrar las previsibles cualidades de su debutante realizador. Es algo que, preciso es reconocer en GOOD NIGHT, AND GOOD LUCK deja en el aire muchas dudas sobre su verdadero talento como valor tras la cámara aunque, eso sí, se revela una auténtica esponja de influencias, no todas ellas lo suficientemente sólidas.

 

Calificación: 2