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CINEMA DE PERRA GORDA

Giuseppe de Santis

UOMINI E LUPI (1956, Giuseppe de Santis) Hombres y lobos

Es bien cierto que el cine italiano esconde en su historia numerosos tesoros que deberían ser expuestos a la luz pública. Todos conocemos la presencia de sus numerosos clásicos y títulos justamente recordados. Pero junto a ellos coexiste el peso de una producción general que en sus mejores épocas se caracteriza por un excelente nivel –sin duda uno de los más altos dentro de las cinematografías europeas-. Dentro de este contexto, la presencia en estas líneas de esta extraña película del poco prolífico e interesante Giuseppe de Santis, es una buena prueba de este interés que atesora la cinematografía italiana en su conjunto –quizá hasta la segunda mitad de la década de los sesenta-.

UOMINI E LUPI (Hombres y lobos, 1956), es una extrañísima combinación de relato de aventuras tamizado de melodrama pasional con ciertos ecos tardíos neorrealistas, que hoy día mantiene su interés precisamente por esa extraña combinación y, ante todo, en el logro de una extraña, lívida y en buena medida decadente atmósfera rural, caracterizada por la casi constante presencia de la nieve, nieblas, pueblos con escasos habitantes o comunidades cerradas y generalmente vestidos con colores oscuros y angostos.

En ese contexto se establece la historia de los habitantes de un pequeño y antiguo pueblo italiano, en donde se tiene como una de sus más graves amenazas el constante ataque de los lobos que se esconden en los rincones nevados del bosque que les rodea. Para intentar combatirlos se apuesta por dos loberos –interpretados por Pedro Armendáriz e Yves Montand-. El primero de ellos se caracteriza por tener mujer –encarnada por Silvana Mangano- e hijo y estar más escorado al terreno familiar. Al mismo tiempo es un hombre de escasas luces, celoso del interés que su esposa provoca en el otro lobero, y que encuentra en la captura de un lobo con vida una especie de anhelo lejano y similar al del melvilliano Capitán Achab. Lamentablemente, ese interés le costará la vida –aparecerá despedazado en el bosque nevado tras haber logrado capturar un lobo en una trampa y alentar la llamada de la manada que ronda por allí-. Por su parte el otro lobero se caracteriza por un carácter absolutamente despegado de la rígida moralidad imperante y cuyos aires de libertad en poco coinciden con el entorno que domina su vida en aquellos momentos. Es por ello que su interés se cebará en la reciente viuda –que aún conserva un notable atractivo- y su pequeño hijo, aunque también intente coquetear con la pasional hija del acaudalado terrateniente de la zona.

Es ahí donde confluyen los dos conflictos que se entrelazan en esta interesante película, en la que de nuevo de Santis aplica su conocimiento del melodrama y el acierto de introducirlo en atmósferas rurales o en latente conflicto –es el ejemplo que brinda su título más conocido; ARROZ AMARGO (Riso amaro, 1949), aunque personalmente considere más valiosa la película que comentamos-. Ello es aplicado con unos modos narrativos definidos en planos largos caracterizados por su funcionalidad y el uso de la panorámica. Al mismo tiempo hay que añadir el excelente y singularísimo aspecto visual del film, en el que se atenaza y apaga la importancia del color, exponiendo estos fundamentalmente en tonos oscuros o neutros –la excepción serían los constantes rojos que luce la hija del patrono durante todo el metraje-, y cuyo look no deja de recordarme la radical apuesta que un año antes había efectuado William A. Wellman con su excelente TRACK OF THE CAT (1954), caracterizada también por un entorno represivo y puritano y su desarrollo en un ambiente tenebroso en pleno bosque. No cabría desestimar a este respecto una cierta influencia previa ya que las semejanzas creo que no son nada casuales.

En todo caso, UOMINI E LUPI destaca por el empeño en lograr fundamentalmente un relato físico en el que la inclemencia del tiempo y la presencia de pueblos enracimados dominados por la presencia de la nieve y atemorizados por la amenaza de los lobos, tendrá una secuencia de ataque de estos a la población espléndidamente ejecutada, que finalmente será el detonante de la elección del amoral lobero. Un desenlace que se ejecutará ya en pleno día y ante un marco físico ya delimitado por un entorno liberador y sin la ominosa amenaza de la nieve. Y es que no solo en los westerns la influencia del paisaje era determinante. También esta sin duda peculiar y poco reconocida película, es un ejemplo de que en cualquier género y circunstancia su importancia supone un complemento a los sentimientos que en ella se desarrollen.

Calificación: 3