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CINEMA DE PERRA GORDA

Herbert Brenon

BEAU IDEAL (1931, Herbert Brenon)

BEAU IDEAL (1931, Herbert Brenon)

La figura del irlandés Herbert Brenon (1880 – 1958) engrosa esa numerosísima nómina de realizadores que iniciara su andadura en el apogeo del cine silente, y que con el paso del tiempo han quedado relegados al más absoluto de los olvidos. Sin tener elementos de juicio que avalen el previsible interés de su aportación como cineasta, conviene señalar que en su filmografía se encuentra un título bastante prestigiado protagonizado por Lon Chaney –LAUGH, CLOWN, LAUGH (Ríe, payaso, ríe. 1928)-. Pero, ante todo, en su obra se dan cita de dos de los referentes cinematográficos de la novela de Percival Christopher Wren Beau Geste, que quizá tengan su exponente más reconocido en la adaptación que filmó William A. Wellman en 1939. Y es importante reseñar esta circunstancia, en la medida que en 1926 firmó la primera versión de dicha obra de entorno colonialista, y de la cual algún compañero aficionado me ha señalado que numerosos de los elementos tan valorados en el film de Wellman, ya se encontraban presentes en el referente de Brenon.

 

Como quiera que hasta la fecha no he podido contemplar dicha producción, el visionado de la posterior BEAU IDEAL (1931), de alguna manera se erige como una prolongación sonora de ese BEAU GESTE rodado cinco años antes. Y preciso es reconocer que la película se inicia de manera arrebatadora. En medio de la desoladora soledad del desierto, un almacén que ejerce como granero sirve de prisión para un grupo de rebeldes de la legión francesa. La cámara se acerca hacia un recinto en el que se encuentran hacinados e incluso desprovistos de cualquier noción del espacio y tiempo, una serie de soldados que llevan varios días sin ser atendidos en sus más mínimas necesidades. El episodio resulta magnífico en la manera con la que expresa la tensión emocional del conjunto de presos, algunos de ellos decididos a suicidarse, bien colgándose, o bien cortándose las venas. Todo ello conformará un fragmento de tintes casi alucinantes, que se transformará a continuación en un largo flash-back. En ese momento, conoceremos las relación de amistad que desde niños une a Otis Madison, John Geste y la joven Isobel Brandon. Los años pasarán, y un buen día Otis (Lester Vail) vaiajará hasta la hacienda famliar de Isobel (Loretta Young), para pedirle unirse sentimentalmente con él. Sin embargo, la muchacha le contará la vergonzante condena que ha sufrido John (Ralph Forbes), y lo hará de tal forma que Otis asumirá que su amada realmente reserva sus sentimientos hacia John. Es por ello, que con el mismo sentido de la amistad que siempre mantuvo con este, viajará hasta África, alistándose como voluntario en la legión extranjera de Francia, al objeto de lograr con ello acercarse a Geste, e intentar salvarlo de la condena a diez años a trabajos forzados a la que fue condenado.

 

Una vez ya en territorio colonia francés, John pronto logrará la amistad de su superior –en la que se atisba cierto alcance homoerótico-, quien le nombrará su ayudante. Junto a él viajarán todo el regimiento de camino, en un traslado en el que se irán incorporando crecientes dificultades, centradas de manera especial en la dureza del desierto. El mando perderá inadvertidamente la brújula y llevará a los soldados por senderos por completo erróneos, teniendo estos que vivir una tormenta y finalmente revelándose contra este. El motín se solventará con la oportuna llegada de un mando militar que sofocará la rebelión, pero ante ella será condenado injustamente Otis, quien en el fondo aceptará tal condena vislumbrando con ello la oportunidad de reencontrarse con Geste.

 

La película retornará al momento en que se inició, mostrándonos con un largo plano de grúa que los presos del granero se encuentran absolutamente solos, ya que el comando que los salvaguardaba dentro del castigo se encuentra aniquilado –el plano en el que se ve el entorno plagado de cadáveres, resulta aún impresionante-. La aparición casual de un grupo de árabes, que escucharán los gritos de los dos supervivientes en el recinto, permitirá que estos sean rescatados, aunque en el fondo ambos van a ser utilizados en la ofensiva musulmana en contra del colonialismo francés. Será una situación en la que Otis será salvaguardado del seguro sacrificio que iba a recibir Geste, ya que el primero de ellos ha sido elegido por la pérfida bailarina que desde hace tiempo se quedó prendada de este soldado norteamericano. Aunque por parte de Otis no existe ninguna atracción hacia esta, le promete que si les ayuda podrá hacerles salir de este contexto físico, llevándola hasta Paris y ligándose sentimentalmente con ella. Lo que realmente importa a Otis se centra en el intento de contrarrestar el multitudinario ataque musulmán que van a recibir las fortificaciones francesas y, con ello, salvar la vida de su fiel amigo.

 

A partir de dicha circunstancia, el film de Brenon destacará en la vibrante plasmación de este ataque, la respuesta de los legionarios desde sus fortificaciones, el desgaste de sus armamentos, las progresivas bajas de su personal, mostrando un fragmento magnífico que, justo es reconocerlo, en poco tiene que envidiar a las más crueles aportaciones visuales que atesoraba el film de Wellman. Es por ello, que pese a considerar que BEAU IDEAL queda de alguna manera escorado a un ámbito ligado casi a la serie B –la ausencia de rostros conocidos es reveladora a este respecto-, lo cierto es que nos encontramos ante un relato que sabe sobrepasar los tópicos inherentes a este tipo de cine, centrándose en la vertiente física, tensa y sufriente consustancial a esta variante del cine de aventuras. Es algo que no solo se manifiesta en los inolvidables minutos iniciales, sino en la manera con la que se plantea el traslado de los legionarios por las inclemencias del desierto, logrando transmitir al espectador una sensación áspera y casi irrespirable en un entorno misterioso y lleno de peligros casi invisibles.

 

De tal forma, pese a la ingenuidad que manifiesta esa relación de amistad llevada hasta un grado de fidelidad rayana en lo increíble, y a ciertas concesiones exóticas que quizá Wellman supo resolver con mayor ligereza narrativa, lo cierto es que BEAU IDEAL resiste bien el paso del tiempo, erigiéndose como un producto de interés dentro de un subgénero en el que desde hacía mucho tiempo es probable que jamás había sido considerada. Bueno es, que pese a cerca de ocho décadas de olvido, esta reparación pueda ser formulada en la pequeña historia de esta vertiente del cine clásico de aventuras.

 

Calificación: 2’5