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CINEMA DE PERRA GORDA

Terry Gilliam

THE BROTHERS GRIMM (2005, Terry Gilliam) El secreto de los hermanos Grimm

THE BROTHERS GRIMM (2005, Terry Gilliam) El secreto de los hermanos Grimm

Película tras película, la evidencia demuestra que Terry Gilliam sigue manteniendo una serie de admiradores incondicionales que –más allá de que sus resultados fílmicos sean más o menos interesantes-, no dejan de aludir a su condición de “inagotable creador visual” en sus diferentes variaciones. En el fondo tampoco es que se alejen de la verdad. Ciertamente al ex componente de los Monthy Python no se le puede negar esa cualidad... si a ello le añadimos su considerable ineptitud como auténtico realizador cinematográfico. Su pedantería ha quedado demostrada –más allá de sus constantes conflictos en los rodajes- en títulos tan mediocres y pretenciosos como FEAR AND LOATHING IN LAS VEGAS (Miedo y asco en Las Vegas. 1998), TWELVE MONKEYS (Doce monos. 1995) –entre los que he tenido que soportar-. Lamentablemente THE BROTHERS GRIMM (El secreto de los Hermanos Grimm. 2005) entra de lleno en esa galería y se erige bajo mi punto de vista en uno de los grandes fracasos cinematográficos de la temporada.

Retomando elementos del cine de Tim Burton –SLEEPY HOLLOW- o el Drácula de Coppola, THE BROTHERS GRIMM intenta erigirse en una apuesta por distanciarse de la mera biografía de los conocidos escritores, integrando el relato como si él mismo proviniera de la imaginación de ambos escritores y participando en el mismo como protagonistas de sus propias aventuras. En la película Wilhelm y Jacob Grimm son dos hermanos de caracteres contrapuestos. Wilhelm (Matt Damon) es el más tramposo y extrovertido, mientras que Jacob (Heath Ledger) es un joven tímido y más apegado a la fantasía. Ambos sobreviven en tierras alemanas del siglo XIX, en periodo de ocupación francesa, dedicándose a obtener ganancias jugando con la credulidad de los lugareños. Sin embargo por una vez lo que podría ser el escenario de la más retorcida fantasía se convertirá en realidad. En una aldea se produce la desaparición de numerosas niñas que se adentran en un bosque encantado. Tanto Wilhelm como Jacob e incluso con la ayuda de la joven Angelika se verán enfrentados en el deseo de lograr averiguar el origen de los siniestros sucesos que allí se desarrollan con la desaparición de niñas, un bosque que literalmente se mueve y la existencia de un fantasmal torreón rodeado de tumbas.

A partir de esta base es bastante fácil constatar que nos encontramos ante una película tremendamente desequilibrada. Los aireados conflictos entre Gilliam y los productores se notan excesivamente en el vaivén de unas secuencias que en no pocos momentos inciden en ese ya señalado acusado desequilibrio, cuando no decididamente entran a trompicones sin la debida fluidez o evolución dramática. Pero es que además de ello THE BROTHERS GRIMM demuestra, por si a alguien le cabía alguna duda, que Terry William poseerá una innegable capacidad fabuladora de la imagen, pero es prácticamente incapaz de aprovechar dramáticamente ninguna de las propuestas que ofrece. Y el título que nos ocupa es una prueba evidente de esa sistemática torpeza narrativa que no va mas allá de la creación de fabulosas imágenes que pierden su efectividad pocos segundos después con la rapidez de un spot publicitario. Son constantes los ejemplos a señalar, pero me quedaré con uno solo, plenamente demostrativo de este enunciado. Es el angustioso momento en que la pequeña Sasha (Laura Greenwood) se queda literalmente sin ojos y sin boca –como en aquel célebre plano de EN LOS LÍMITES DE LA REALIDAD (Twilight Zone; The Movie, 1983)-. William es incapaz de explotar lo inquietante de la propuesta y apenas unos segundos después la arruina incorporando una masa cercana al “cartoon” que en modo alguno se relaciona con lo que estamos viendo.

Y es que más allá de esa constante irregularidad otro elemento que destroza a mi juicio la película es la constante introducción de toques distanciadotes y de comedia. Una apuesta que jamás se integra en la película y que sirve igualmente para arruinar bastantes de sus propuestas. Si a ello le unimos la pobrísima prestación e interacción de Matt Damon y Heath Ledger en los personajes protagonistas –el primero con una ridícula caracterización capilar y demostrando su poca destreza para la comedia y el segundo con un afectado histrionismo y amaneramiento, que por momentos me recordó el practicado por Brad Pitt en la ya mencionada TWELVE MONKEYS-, podemos establecer el balance del fracaso pues a mi juicio así cabría definir el resultado ante la pantalla.

Que duda cabe que hay que lamentarlo por que se evidencia un intento de ofrecer un producto personal, pero eso en este caso no se puede decir que haya estado cornado por el éxito. Apenas la fuerza en pantalla de Lena Headley, la prestancia de Jonathan Pryce –por otra parte arruinada en ocasiones por la torpe inclinación hacia elementos paródicos-, o la capacidad de sugerencia de instantes como aquel en el que la joven reina (Monica Belluci) rompe su juventud cuarteando su imagen como si ella misma fuera un espejo con vida, son pequeñas pinceladas de talento en un conjunto deslavazado, sin sentido de la progresión, empeñado en un forzado tono de comedia y, lo que es peor en un título de estas características, aburrido.

Calificación: 1