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CINEMA DE PERRA GORDA

25th HOUR (2002, Spike Lee) La última noche

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No se puede decir que conozca muy de cerca la ya amplia filmografía de Spike Lee. En cualquier caso y a tenor del pequeño muestreo que hasta la fecha he podido contemplar –lo bueno del caso es que es bastante fácil ir acercándose a otras de sus obras-, me permite considerarlo como uno de los más interesantes realizadores norteamericanos de los últimos tiempos. Desde su obsesiva mirada a la ciudad de Nueva York –es junto a Woody Allen el otro gran cantor de esta ciudad, aunque Lee se centre en unos entornos menos glamourosos que Allen-, su destreza con los retratos corales, la mirada ambigua que ofrece de esas zonas de extrarradio, las problemáticas de las minorías –especialmente la afroamericana-, la latente presencia del racismo tamizada con una llamada a la tolerancia, su excelente dirección de actores o el atrevimiento de una puesta en escena que si bien en no pocas ocasiones es tachada de efectista, en la mayor parte de sus exponentes demuestra una clarividencia e intuición admirable.

Sin embargo, con ser bastantes dichos elementos y definitorios de un hombre de cine lleno de fuerza y personalidad, hay dos rasgos que hasta el momento me han permitido acercarme con interés a las pocas obras suyas que he logrado visionar hasta hoy. Una de ellas es la enorme ambivalencia que ofrece en la descripción y comportamientos de sus personajes, que en ningún modo cabe definir de una pieza y que con cuya presencia observan retratos complejos y generalmente hondos llenos de espesura dramática. Por último, el otro gran rasgo que me produce una especial debilidad por la obra de Spike Lee es sin duda su extraordinaria compenetración con las bandas sonoras y la introducción de canciones en sus films. Tal es así que en numerosos de los momentos de sus películas nos encontramos con auténticas sinfonías elegíacas, que unidas al virtuosismo de los montajes ofrecen instantes realmente admirables.

Todo ello tiene un extraordinario exponente en 25th HOUR (2002) –en España titulada LA ÚLTIMA NOCHE-, que es considerada por diversos comentaristas cinematográficos como la mejor película de su filmografía. Como quiera que es el cuarto título que veo de entre la treintena que ha realizado, que yo suscriba dicha afirmación tendrá poco peso. En cualquier caso creo que LA ÚLTIMA NOCHE es en sí misma una excelente película, al que solo unas pequeñas irregularidades de ritmo privan de la condición de obra maestra, pero que al mismo tiempo logra en diversas de sus set-piêces una temperatura emocional y una emotividad realmente insólitas en el cine de nuestros días. No tengo rubor en confesar que en algunos de estos momentos la intensidad de lo que estaba viendo me hizo aflorar lágrimas.

25th HOUR nos narra la odisea que le espera a Monty Brogan (un Edward Norton realmente fabuloso en esta ocasión), joven y atractivo traficante de drogas newyorkino en un instituto, que es condenado finalmente a siete años de cárcel por las autoridades del estado. A partir de esa inminente encarcelación, Brogan vive las últimas horas de libertad repasando –con el uso de flash-backs- diversos episodios de su vida precedente, y temiendo al mismo tiempo el siniestro panorama que se le plantea a la hora de ingresar en prisión, donde incluso su aspecto agradable juega en su contra. Monty dudará por momentos de la lealtad de su amante –Naturelle Riviera (Rosario Dawson)-, y se reunirá con sus dos mejores amigos para celebrar una triste celebración de despedida llena de amargura.

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Sus dos compañeros son Frank (Barry Pepper) y Jacob (Philip Seymour Hoffman). El primero es un acelerado agente de Wall Street mientras que el segundo se define como un adinerado y tímido profesor de instituto que se encuentra embelesado por una alumna menor de edad. A partir de la confluencia de estos personajes y la cercanía de la hora de ingresar en prisión, parece que el fondo de la ciudad de Nueva York sea el escenario para sufrir un exorcismo moral, intentando valorar la influencia del entorno de vida y, quizá, de una sociedad acelerada que permite cualquier infracción de la ley en una sociedad convulsa –y a ello la referencia al 11 de septiembre no resulta en modo alguno ociosa-.

En cualquier caso, podría calificarse LA ÚLTIMA NOCHE como un auténtico musical. Como una película que sabe profundizar hasta el límite los comportamientos de sus personajes y, finalmente, e incluso con cierto sentido del humor, albergar una capacidad para la esperanza en un ser humano encerrado en banalidades y que olvida el peso de la lealtad y la amistad. Una vez más Spike Lee juega con diversas licencias narrativas, que si bien en manos de un realizador menos capacitado hubiera condenado al film al fracaso, permite que este cobre esa extraña sensualidad, ese grito interior y sordo de rebeldía –excelente detalle de figurar en el apartamento de Monty el poster de LA LEYENDA DEL INDOMABLE (Cool Hand LukeCool Hand Lukeque añadir la hermosa prestación de Brian Cox al dar vida a James Brogan, padre de Monty-, e igualmente en una magnífica elección técnica en el operador de fotografía –obra de Rodrigo Prieto- y, fundamentalmente, una banda sonora excepcional a cargo de Terence Blanchard, con cuyas composiciones sinfónicas se logra la alta temperatura emocional requerida en los momentos más intensos del film.

Comentaba anteriormente esos ciertos baches de ritmo que en algunos momento se observan –especialmente en la larga secuencia de la fiesta en la discoteca-. Es muy poco a oponer en un film que alberga secuencias tan impactantes como la de los propios títulos de crédito mostrando los haces de luz que sustituyen las desaparecidas “torres gemelas” en Manhattan; aquella en la que tras una conversación en un bar con su padre, en el lavabo conversa consigo mismo mirándose al espejo, y deviene en una larga sarta de insultos hacia todas las minorías, religiones, elementos sucios e incluso sus seres más allegados e intentando expiar con ellos su culpa (un tour de force que se encuentra entre lo más hondo y logrado de toda la obra del realizador); finalmente no es posible olvidar esa ilusoria escapada que le brinda a Monty su padre, que en una narración en off le aconseja que rompa totalmente con su pasado y jamás regrese a Nueva York e incluso ni vuelva a buscar noticias suyas. Pese a resultar finalmente una ilusión –Monty decidirá cumplir su pena-, esos momentos adquieren una profunda emotividad y aliento de esperanza, quizá necesarios en un metraje donde lo desesperanzado está presente en todo momento, y para ello las tonalidades de sus fotografía inciden en ese nihilismo que campa por las más de dos horas de duración del film.

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Resulta reconfortante encontrarse en el cine de nuestros días con propuestas tan hondas, honestas y, sobre todo, bien desarrolladas cinematográficamente. Es por ello que no dudo en recomendar ampliamente una película como LA ÚLTIMA NOCHE, que además se extiende en sus últimos pasajes como un original y muy sentido homenaje a la diversidad cultural y étnica y la vitalidad que siempre ha caracterizado la ciudad que el 11 de septiembre de 2001 recibió el mayor atentado de su historia. Y como de la ceniza surge la nueva vida, de un acto terrorista de esta magnitud no podía surgir más que una película tan asumida, sentida y emocionada como este 25th HOUR, que al tiempo que en sus imágenes tiene presente la tragedia, en el fondo es una mirada ante el desconcierto social y una pequeña llamada a la esperanza.

Calificación: 4

1 comentario

Petete -

Te entiendo. Este film me hizo sentir lo mismo. Gran película si señor.