BAMBOOZLED (2000, Spike Lee) Bamboozled
Me consta que la figura del cineasta Spike Lee no escapa a la controversia. Desde aquellos que lo entronizan por sus constantes temáticas e incluso estéticas, no faltan quienes formulan constantes reservas con respecto a sus películas, centradas fundamentalmente en su tendencia al efectismo o el recurso fácil. No voy a determinar en estas líneas la fidelidad de uno u otro argumento, máxime cuando he podido contemplar hasta ahora una porción limitada de su obra. Lo que sí puedo afirmar es que el muestro de lo que ella he visionado, me permite considerarlo uno de los realizadores más interesantes con que cuenta actualmente el cine norteamericano. Y para ello me baso en diversos elementos que lo caracterizan, entre los que podría citar su capacidad de provocación –entendida la misma como algo positivo y transgresor en su obra- y evidentemente una considerable inventiva y búsqueda de nuevos caminos, que permiten que su obra –o al menos lo que de ella he visto- huyan de discurrir por senderos ya trillados.
El caso es que una prueba de ello los constituye la sorprendente BAMBOOZLED (2000) –cuya traducción aproximada podría ser DESQUICIADO- y que podría calificarse sino como una de sus mejores obras, sí al menos como una de las más singulares. Y lo es no solo por la temática abordada –que se extiende en el desarrollo de diversas vertientes como si fueran las ondas que describe el agua cuando se lanza una pequeña piedra en ellas- sino por lo atrevido del aspecto visual elegido para plasmarlas, que inicialmente puede desconcertar al espectador, pero que muy pronto se hace familiar, puesto que se elige un formato puramente televisivo alejado de la precisión del comúnmente cinematográfico.
Y es que BAMBOOZLED se centra fundamentalmente en una gran cadena televisiva, uno de cuyos creativos es el único de color en la misma –Pierre Delacroix (Damon Wayans)-, que en un momento determinado decide crear un show provocador para captar la audiencia del público negro. Para ello recurrirá a dos músicos callejeros a los que incluso maquillará subrayando su evidente condición racial, pretendiendo con ellos formular una reedición de aquellos personajes que décadas tras formaron la imagen más común del “negro gracioso” en el “entertainment” norteamericano. Una premisa sin duda interesante que es plasmada en la película con garra y fuerza, al tiempo que con una constante variación de tono en todo el metraje de la película. Y es que si algo caracteriza esta interesante propuesta de Lee es precisamente ese aire incómodo que recoge todo su metraje, que en su carácter de sátira se permite recorrer diversos frentes y generalmente con una notable densidad. Junto a la sucesión de elementos de comedia o de pura apología al espectáculo, se agolpan elementos dramáticos e incluso trágicos, que en muchos momentos da la intención de ofrecer al mismo tiempo un recorrido sobre los vicios de la sociedad norteamericana, utilizando para ello los códigos visuales de los diferentes formatos televisivos –y para ello la nada casual elección de su modo narrativo-. Es en esa curiosa y por momentos apasionante mezcolanza, a través de la cual se traza una parábola nada complaciente de la obsesión por el éxito, los vicios televisivos, la alienación, la manipulación y la renuncia a los orígenes.
Elementos y detalles que se entrelazan formando un complejo y arriesgado tapiz –cierto es decirlo, no siempre logrado-, que incita al debate, la provocación y la participación activa del espectador, y que por encima de todos los temas y contenidos que aborda, tiene un especial hincapié en la condición de explotación y despoje de su propia cultura por parte de la forma de realizar el espectáculo que ha caracterizado de forma paralela a ese innato racismo existente en los Estados Unidos, la evolución de los negros.
Provocadora y transgresora, más compleja de lo que pudiera parecer a primera vista, terrible en algunos momentos –como el asesinato de Manray a cargo de unos Mau Mau que lo secuestran por su traición a la raza- BAMBOOZLED culmina con una extraordinaria sucesión de momentos característicos de la visión folklórica y humillante con el que el mundo de la pantalla –grande, pequeña y el propio cartoon- consideró a la raza negra. Imágenes reveladoras y al mismo tiempo emotivas excelentemente punteadas por el impecable fondo sonoro de Terence Blanchard, a la que suceden unos magníficos títulos de crédito finales –y es este uno de los rasgos que también caracterizan a Spike Lee; el cuidado de esos elementos formales que contribuyen a apreciar en mayor medida un producto como este, si se quiere no perfecto, pero en su conjunto demostrativo de la vitalidad de uno de los realizadores más críticos e inventivos con que actualmente cuenta el cine norteamericano.
Calificación: 3
0 comentarios