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CINEMA DE PERRA GORDA

ALICE'S RESTAURANT (1969, Arthur Penn) El restaurante de Alicia

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Tras el rotundo éxito mundial logrado con BONNIE AND CLYDE (1967), Arthur Penn se lanzaba un par de años después a dar vida una extraña, simpática, desdramatizada y quizá por ello vitalista visión de esa generación de jóvenes que hicieron profesión de fe del pacifismo, de su protesta contra la Guerra del Vietnam, y asumiendo un modo de vida que les alejaban del consumismo ya entonces impuesto en la sociedad norteamericana. A este respecto reconozco mi escaso conocimiento tanto de este movimiento como de su real incidencia o influencia en la sociedad USA. Es por ello que al intentar comentar ALICE’S RESTAURANT –en España EL RESTAURANTE DE ALICIA-, el primer elemento positivo que debería destacar es que mostrándome sus imágenes un mundo que me es ajeno por completo, el tono y la narrativa utilizada por Arthur Penn permite que nos adentremos en las personalidades de este grupo de personajes, amigos que van y vienen pero que tienen siempre un lugar y un momento para confraternizar con sus compañeros.

Y es así como el discurrir de la película de Penn se caracteriza por el reflejo mostrado de esos grupos alternativos que quieren un modo de vida diametralmente opuesto a una sociedad de consumo y dependencia de las grandes multinacionales. Es por ello que deciden comprar una vieja iglesia y sus instalaciones y a partir de ahí utilizarla como lugar de unión de todos ellos. Ciertamente, ALICE’S RESTAURANT está centrada en la figura, la personalidad y la presencia del cantautor Arlo Guthrie quien con su mirada, sus canciones y sus comentarios siempre irónicos y desapasionados marca la evolución de la película. Una producción indudablemente deudora de esa corriente alternativa en la sociedad norteamericana pero que, contra lo que podría parecer, permanece con un poso de sinceridad y valía, cosa que no puede decirse de buena parte de compañeras en objetivos.

Con una estructura bastante libre y caracterizada por su moralidad y casi a modo de variaciones, podemos ver desde una ceremonia de desacralización de una iglesia –algo que creo muy pocas veces ha contemplado en pantalla cinematográfica-, una secuencia en la que torpemente se satiriza sin piedad el proceso de reclutamiento de soldados –bajo mi punto de vista lo más caduco y trasnochado de la película- e incluso la poderosa incidencia que en una pequeña localidad tiene un ilegal e inocente vertido de basuras. Todo confluye en una descripción abierta y en tono de comedia –quizá el rasgo que ha permitido que esta pequeña película tenga una cierta perdurabilidad-, en la que conocemos las formas de actuación de una serie de personajes pertenecientes a diversas edades, pero que confluyen en la apuesta por una forma de vida cercana al mundo hippie y caracterizada por su pacifismo, su escaso apego al consumismo y su oposición a los poderes de la época –que siguen siendo los mismos pese al discurrir de los años-.

La película tiene como eje de acción ese improvisado epicentro que se efectúa en el recinto de una antigua iglesia en Stockbridge, (Massachussets) y junto a la misma un restaurante que monta y regenta Alicia, la compañera de Roger, un ya veterano prácticamente de la contracultura estadounidense. Junto a ellos se despliegan los viajes de Arlo, que en ocasiones visita a su padre enfermo en Nueva York. E igualmente tiene su intermitente presencia Ray (James Broderick), otro cantante folk. A ellos hay que añadir a Shelly (Michael McClanathan), joven protegido por Alice, adicto a las drogas y hábil conductor de motos, quien en un ataque de ansiedad tras una sobredosis morirá atropellado y cuya ceremonia de entierro es sin duda la secuencia más brillante, emotiva y mejor rodada de la película –una larga panorámica lateral entre la nieve, mientras todos los amigos cantan y efectúan sus rituales alrededor de su ataúd-.

También en esos momentos finales morirá el padre de Aldo, y ambas desapariciones –que ofrecen una inflexión dramática en lo que hasta el momento se mostraba con un inequívoco tono de comedia, cuando no de sátira –las ya señaladas ironías hacia los estamentos de poder represor-. Estas muertes serán el catalizador de la celebración en la antigua iglesia de una hipotética ceremonia de ratificación de su ya larga relación entre Alice y Roger. Al finalizar la misma Aldo se marchará con su compañera femenina, quedando Alice sola a la puerta del templo en un larguísimo travelling lateral rodado en un eficaz teleobjetivo, finalizando así una película que queda –más allá de sus logros y deficiencias- como un intento bastante sincero de acercamiento a un estado de ánimo que tuvo su florecimiento en aquellos últimos momentos de la década de los sesenta e inicio del decenio siguiente.

Creo que la capacidad de sinceridad, el tono desdramatizado logrado y la general huída de efectismos a los que tan recurrentes eran determinados cineastas al centrarse en estos temas, es lo que permite que hoy día ALICE’S RESTAURANT (1969) adquiera la fuerza de un testimonio bastante sincero de una manera de intentar buscar una alternativa pacifista a una sociedad que se encontraba herida por el fantasma permanente de la Guerra del Vietnam. Un testimonio además lleno de sentido del humor, sincero en la relación entre los personajes y que pese a sus ciertos efectismos narrativos –que son pocos en este caso-, mantiene la vigencia y la singularidad de este film de Arthur Penn.

Calificación: 2’5

3 comentarios

Air Force Ones -

Every day is blue day. If you encounter a setback, please look up to the sky, if only the sky is blue, you don't lose the hope.

Jordan Spizikes -

The answer is extremely straightforward. It is allin how they understand their troubles. Yes, each and every dwelling person has problems. A problem-free existence is an illusion-a mirage inside the desert. Accept that fact.

Supra Skytop -

Here you should have a goal for the year related to your life purpose. So our life will be full of hope and exciting. Do you think so?