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CINEMA DE PERRA GORDA

THEY WON'T BELIEVE ME (1947, Irving Pichel) [Ellos no creen en mí]

THEY WON'T BELIEVE ME (1947, Irving Pichel) [Ellos no creen en mí]

Ciertamente entre la amplia galería de extraños hombres del cine norteamericano –que va de lo mejor a lo peor (Edgar G. Ulmer, Ed Wood)- coexisten otros nombres  que puntualmente demostraron un talento cinematográfico, pero a las que sus propias personalidades superaban en interés a sus resultados en la pantalla. Creo que uno de los más claros exponentes de ese enunciado lo encontramos en la figura de Irving Pichel.

Hombre de orígenes teatrales, represaliado en la “Caza de Brujas” de MacCarthy por su condición de comunista, ocasional actor –lo recuerdo en su inquietante rol en DRACULA’S DAUGHTER (La hija de Drácula, 1936. Lambert Hillyer)- y correalizador de la excelente THE MOST DANGERUOS GAME (El malvado Zaroff, 1932, junto a E. B. Schoedsack), lo cierto es que no hay nada que pueda hacer ver que nos encontremos con un director siquiera de mediano interés, aunque es probable que alguna de sus obras lo tengan –algo por otro lado habitual en cine de estudios imperante en Hollywood en aquella época-.

Creo que ese es, de alguna manera, el ejemplo que ofrece ese entonado pero finalmente poco perdurable THEY WON’T BELIEVE ME (1947), jamás estrenado comercialmente en España aunque emitido por televisión bajo la traducción literal de ELLOS NO CREEN EN MÍ. Se trata de un clásico melodrama negro, explotando una fórmula tan en boga en aquellos años, con excelentes exponente en el cine de Lang, Preminger o incluso Billy Wilder. Con evidente tono moralista, la película de Pichel se inicia mostrando la sala en la que se realiza un juicio a Larry Ballentine (Robert Young). Se trata de un acomodado ejecutivo que es acusado del asesinato de su esposa Greta (Rita Johnson). Muy pronto –tras una habitual descripción por medio de grúas y panorámicas del entorno de la sala-, la cámara se detendrá en el relato del acusado de la odisea por la que se le ha llevado al estrado. De inmediato, la película adoptará la fórmula del flash-back para, con la ayuda quizá excesiva de la voz en off del propio Ballentine, se vaya narrando en primer lugar ese extraño y formulario matrimonio que Larry mantiene con una Greta que es consciente de sus aventuras amorosas, las cuales tolera en beneficio del mantenimiento de su unión, siempre de cara a guardar las apariencias.

Ciertamente, y pese a que esta parte no tiene una especial espesura cinematográfica, al menos permite describir un estado de desasosiego social en el que un matrimonio mantenido artificialmente, las hipocresías de un entorno de ejecutivos y las infidelidades que el protagonista mantiene, sí que exponen una sociedad basada en la falsedad y la apariencia. Sin embargo, en este fragmento no podemos decir que la película adquiera un especial relieve, puesto que se echa de menos, por ejemplo, la pasión que un King Vidor sin duda hubiera ofreccido al relato –y tengo el recuerdo de algunos melodramas de estas características que firmó en aquellos años-.

Los devaneos amorosos de Larry se extenderán con una de las empleadas de la firma con la que trabaja. Se trata de Janice (Jane Greer), una joven que es la que más cerca está de convencer al protagonista de huir de la vida hipócrita y decepcionante que este sobrelleva. Sin embargo, finalmente la muchacha se marchará hasta Canadá para trabajar, no logrando que su amante viaje con ella. Poco después será Verna (Susan Hayward), una mujer de dudosa moralidad, la que tendrá un idilio con Ballentine. La condición de Verna alterará la habitual condescendencia de Greta, que prácticamente obligará a su esposo a que viaje con ella hasta un rancho que ha comprado. Allí Larry no tendrá otra obsesión más que llegar a contactar con Verna, algo que logrará finalmente, contemplando con ella la posibilidad de huir finalmente del entorno de su esposa. Pese a las dudas y vacilaciones, finalmente decidirá huir con ella, pero un repentino y cruel accidente dejará a su amante totalmente carbonizada y a él herido. Como quiera que esta llevaba puesto un anillo de compromiso, se le hará pasar por la esposa de Larry. Sin embargo, cuando este retorna al rancho descubre en un rápido de agua el cadáver de su esposa –que se ha matado al caer del caballo que tanto apreciaba-, el cual hace desaparecer entre las aguas del río.

Los hilos de la tela de araña se ciernen sobre Ballentine, quien repentinamente recupera la presencia de Janice, con la cual intenta recuperar el pasado, pero de la que pronto se da cuenta que ha llegado encargada de localizarle. A partir de ahí se estrecha el cerco hacia el protagonista, hasta que cuando la policía revisa las orillas del rápido en donde está herido el caballo de Greta, descubrirán su cadáver.

La imagen vuelve al momento del juicio, con un acusado que confiesa su inocencia sobre las dos muertes, pero sintiéndose culpable de haber provocado toda dicha trágica situación. Después de ser visitada en la cárcel por Janice –que le traslada sus ánimos y los indicios que tiene de varios jurados favorables a su absolución-, se dará lectura al fallo del mismo. Será algo que el acusado no podrá asumir, inflingiéndose un final absolutamente trágico.

Antes señalaba que los primeros minutos de THEY WON’T... acusaban una cierta falta de garra cinematográfica en su narración. En todo caso, sí que hay que destacar en el conjunto de la película un especial cuidado a la hora de aprovechar escenográficamente la profundidad de campo de las secuencias de interior. Volviendo al conjunto de la misma, no se puede decir que jamás se logre un nivel especialmente destacable, pero cierto es que a partir del traslado de la acción a ese rancho, su argumento cobra un mayor interés, hasta irse adueñando de tintes negros y alcanzando su cenit con el sorprendente accidente que rompe con esa deseada huída. Ello marcará un carácter fatalista que ya no abandonará todo el metraje y que tendrá su continuidad con la aparición de cadáver de Greta magullado junto al estrecho del río, y la imagen del caballo mirando desde la parte superior del precipicio. Pero incluso en una secuencia como esta, hay detalles que se definen por su ingenuidad –Larry encuentra en el camino la carta que él le había escrito a su esposa para solicitar el divorcio-.

Es a partir de ahí cuando la película gira hacia la simple crónica detectivesca, hasta que la misma derive a la crónica judicial. Unas ya breves secuencias en las que la cámara –y con ella la impresión de Larry- solo está centrada en intentar adivinar tras los semblantes de los jurados que ya salen a emitir su veredicto, si este ha sido culpable o inocente. Se trata de un elemento si se quiere tramposo, pero que indudablemente ofrece la singularidad más destacada; Ballentine acabará acribillado cuando intenta suicidarse tirándose por la ventana, segundos antes de que el secretario del Jurado le declarara –contra su impresión- inocente.

Será precisamente y con un primer plano en contrapicado del secretario anunciando enfáticamente el fallo, con la que acabará esta curiosa película. Una obra menor entre tantas propuestas de esas características, que lograron ofrecieron algunas de las mejores películas del cine negro norteamericano.

Calificación: 2’5

4 comentarios

Luis -

Una pelicula curiosa de un realizador tambien curioso del que recomiendo vivamente Mañana es vivir. pelicula conmovedora con un Orson Welles sencillamente descomunal y en la que debuta Natalie Wood.

Dave G. -

Son muchos los elementos de la película que la hacen no estar a la altura de otras imprescindibles. El guión no está limado y los personajes principales son demasiado esquemáticos, apenas ocultan algo que nos inquiete. Robert Young no es el actor para este personaje, más que desencantado da la imagen de hueco. Siempre que aparece Jane Greer en una pantalla me acuerdo inevitablemente de Retorno al pasado, de la que esta película tiene alguna reminiscencia: la búsqueda del personaje en otra ciudad fuera de USA, el encantamiento del personaje principal por otra mujer, la cascada de agua que recuerda al lago. Pero la fatalidad que respira la película de Tourneur es aquí un camino lineal. Es verdad que salvo algunas secuencias o planos, como los terroríficos de la esposa muerta o el del caballo observando desde arriba.

Feaito -

La vi hace poco y la encontré muy buena. Rita Johnson, una actriz poco conocida que apareción en varios títulos de la MGM está especialmente bien en un papel bastante ingrato.

opera0 -

Gracias por el análisis de una película poco conocida pero interesante como ésta y por la breve introducción a Irving P.ichel.