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CINEMA DE PERRA GORDA

SHE (She, la diosa de fuego, 1935. Irving Pichel y Lansing C. Holden)

SHE (She, la diosa de fuego, 1935. Irving Pichel y Lansing C. Holden)

No cabe la menor duda que, pese a sus deficiencias y excesos, SHE (She, la diosa de fuego, 1935. Irving Pichel y Lansing C. Holden) debe de ser al menos reseñada dentro del devenir del cine fantástico norteamericano en la década de los años treinta. Títulos de similares o quizá aún menores cualidades que el citado –y estoy pensando, por ejemplo, en el DRACULA (1931) de Tod Browning-, no dejan de ocupar referencias en el repaso de la andadura del género en estos años tan fértiles, y en los que la mirada centrada en la producción desarrollada por la Universal –con ser importante-, ha eclipsado notablemente la aportación de otros estudios en similar periodo –Paramount, R.K.O.,- artífices ocasionalmente de exponentes mucho más valiosos –WHITE ZOMBIE (La legión de los hombres sin alma, 1932. Victor Halperin), ISLAND OF LOST SOULS (La isla de las almas perdidas, 1932. Erle C. Kenton, SUPERNATURAL (Sobrenatural, 1933. Victor Halperin)-. No puede decirse que el título que nos ocupa queda incluirlo en dicha elite, pero no es menos ciertoque cabe ser integrada dentro de un determinado contexto del fantastique en aquellos años, en el que se combinaba aventura desarrollada en ambientes exóticos, lances en los que el rasgo caballeresco –con la presencia correspondiente del joven héroe-, fuera acompañado de cierta incipiente vertiente erótica, muy pronto derogada del contexto del cine norteamericano con la llegada del retrógrado código Hays. En esa vertiente, es en la que el título que nos ocupa queda integrado con títulos como los ya citados WHITE ZOMBIE, ISLAND OF LOST…, así como THE MASK OF FU-MANCHU (La máscara de Fu-Manchú 1932. Charles Brabin), lógicamente las prestigiosas KING KONG (1933, Merian C. Cooper y Ernest c. Schoedsack) o THE MOST DANGEROUS GAME (El malvado Zaroff, 1932. Irving Pichel y Erenest B. Schoedsack). Y aludo a esa pretendida lógica, puesto que si SHE fue realidad, es a consecuencia de la significación lograda por estos dos últimos títulos en el seno de la R.K.O., de la mano fundamentalmente de Merian C. Cooper, codirector de ambos y productor en esta ocasión, dejando las tareas de realización en Irving Pichel –codirector de THE MOST DANGEROUS…-, al que acompañó el habitual responsable de decoración Lansing C. Holden, en su único crédito como director cinematográfico. Al parecer, el primero de ellos se encargaría de la dirección de actores –Pichel fue un conocido director teatral; sin embargo, el desarrollo de esta parcela por momentos resulta lamentable-, y Holden es probable incidiera en el aspecto artístico y escenográfico del film –faceta en la que desarrolla buena parte de sus cualidades-.

 

Adaptación de la conocida novela de H. Rider Haggard –ya llevada al cine en el periodo silente, y posteriormente adaptada en el seno de Hammer Films, dentro de un poco distinguido exponente al servicio de la espectacular Ursula Andress-, la película prolonga esa tendencia que tan buenos resultados –tanto artísticos como económicos-, habían proporcionado al estudio de los dos referentes antes mencionados. En esta ocasión se relata la búsqueda por parte del joven Leo Vincey (Randolph Scott) de la fuente de la vida eterna, que pudo llegar a alcanzar un antecedente de su dinastía familiar cinco siglos atrás. Las referencias que le proporciona su tío –a punto de fallecer- les llevará hasta tierras de la antártica, acompañado por su fiel Horace (Nigel Bruce). En el camino se harán acompañar por un viejo habitante de tan árida zona, al que se une Tanya (Helen Mack), una joven huérfana que fue acogida por este, y que muy pronto trabará relación con el atractivo Vincey. Después de una azarosa expedición, alcanzarán un reino inexplorado dominado por la misteriosa y atractiva She (Helen Gahagan), en el que las relaciones de dominio con sus subordinados llevan aparejados tintes dictatoriales, quedando esta hechizada por el enorme parecido que Leo mantiene con el antecedente del que se enamoró cinco siglos atrás, y cuyo cuerpo mantiene conservado en un túmulo funerario. La misteriosa mujer desea que Vincey prolongue la relación que su lejano amante mantuvo con ella en el pasado, y para ello lo prepara para adentrarse en el misterio de la vida eterna, aunque ello deberá llevar aparejado abandonar cualquier relación con Tanya, a la cual She desea sacrificar –sin que Vincey lo advierta-. Sin embargo, este finalmente logrará escapar con la joven huérfana, logrando zafarse del ejército de She y comprobando como la fórmula que le mantenía joven desafiando al tiempo, perdía en apenas instantes su efectividad.

 

El paso del tiempo quizá han hecho que los desequilibrios que hacen mella en SHE se pongan al descubierto de forma más clara –algo que en otra vertiente del género, podría destacar en la británica THINGS TO COME  (La vida futura, 1936. William Cameron Menzies), que a mi juicio goza de desmesurado prestigio-. En ambos ejemplos destaca la vigencia del elemento escenográfico y la plasmación visual del exotismo, pero dejan bastante que desear cuando se trata de integrar en ellos personajes o acciones cotidianas. En el título que nos ocupa, esa ausencia de un planteamiento dramático serio, se ofrece desde la propia llegada de Vincey a la mansión de su tío, que se encuentra a punto de fallecer. La falsedad de tal llegada, podría haber tenido una mayor fuerza dramática mostrando a Vincey –y con él, su punto de vista-, llegando a la mansión de su tío. Pero es que muy pronto, la relación que establecen los principales personajes jamás emerge del estereotipo más ramplón. Una vez la aventura llega hasta las frías zonas antárticas, pronto comprobaremos la dificultad existente a la hora de poder llegar hasta un lugar sobre el que gira una notable leyenda. Es en esos momentos, cuando entra en escena la labor del entonces joven Ray Harryhausen, quien diseñará toda esa serie de barrancos, cuevas de aspecto siniestro y, sobre todo, la espectacular decoración de sus interiores, de los cuales caben destacar las impresionantes estatuas pétreas, de estética muy singular, que proporcionan un plus de intensidad a unas secuencias en las que quizá se falla en otras vertientes. Es evidente que la aportación de Harryhausen es determinante de cara al logro de elementos de interés, como pueden ejemplificarse en la secuencia de huida de Vincey, Tanya y Horace, donde la planificación en plano general y fijo, permite un fragmento no solo creíble, sino provisto de auténtica intensidad. Sin embargo, si he destacar un instante de especial fuerza visual, me inclinaría sin dudarlo por ese movimiento de grúa en retroceso que finaliza con la mostración del cuerpo sin vida del lejano antecedente de Leo, que She conserva en un túmulo funerario. El movimiento de cámara proporciona al instante –que Vincey contempla totalmente sorprendido-, un aura necrofílica bañada en insinuante musicalidad

 

En todo caso, con esa mezcla de aciertos escenográficos y con los anacronismos temáticos que el relato propone a partir del referente literario original, SHE deviene finalmente un título de moderado atractivo, merecedor de un relativo reconocimiento hasta ahora vedado, pero al mismo tiempo concluiremos diciendo que se trata de una película dominada a partes iguales por imperfecciones –la dirección de actores llega a resultar ridícula, la danza de la ceremonia que se desarrolla en su parte final, está resuelta con el peor regusto del espectáculo arrevistado- y detalles fascinantes. En definitiva, interesante en su conjunto, pero jamás acreedora a ser un título clásico dentro de ese fanstastique que con tanta fuerza se ofrecía en el seno del cine norteamericano. Eso sí, no podemos dejar de señalar, que casi podría erigirse como un precedente a la posterior -y superior- LOST HORIZONS (Horizontes perdidos, 1937. Frank Capra)

 

Calificación: 2’5

3 comentarios

Feaito -

Hola Juan Carlos. Concuerdo hasta cierto punto con Jorge Trejo, ya que esta película se ha convertido en una de mis favoritas, y sin perjuicio de sus defectos, la encuentro fascinante. Lo que menos funcionó para mi es el hecho de que la actriz que interpretó a "Ella" o "She", sin perjuicio de tener buena capacidad interpretativa y un halo de misterio, carece del atractivo físico que hubiese esperado...Como ví la versión de la Hammer de "She" (1965) con Ursula Andress cuando niño, siempre quedé con su imagen como Ayesha y hubiera esperado una actriz de una belleza más espectacular e imponente.

-

Querido Jorge:

Sabes que sobre gustos no hay nada escrito. La verdad es que desde el
tiempo que vi la película recuerdo poco de ella... señal de que no me
dejó una excesiva huella, y no deje de considerarla como una
curiosidad más o menos apreciable ¡Es que el cine de Pichel por lo
general parecía del virus del estatismo!

Un abrazo y gracias por leerme y también por disentir.

Juan Carlos

El 04/04/11, Blogia

jorge trejo -

Acabo de ver la película, y a pesar de sus muchos defectos me parece un film fascinante, creo que fuiste un poco duro en tu crítica. la escenografía y la coreografía me parecieron estupendas. lo único que me chirrió es que randolph no se haya quitado la chamarrita de velador que luce en buena parte de la película.