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CINEMA DE PERRA GORDA

THE VIOLENT MEN (1955, Rudolph Maté) Hombres violentos

THE VIOLENT MEN (1955, Rudolph Maté) Hombres violentos

THE VIOLENT MEN (Hombres violentos, 1955) no es más que una de las diversas aportaciones del prestigioso operador de fotografía, Rudolph Maté, en el campo de la realización como aplicado artesano del cine de géneros en el cine de Hollywood –su trayectoria abarca cerca de treinta largometrajes-. En ninguno de ellos logró una obra de especial relieve, aunque fue quizá en el cine policiaco donde alcanzó sus títulos más notables, por más que en todos ellos –al menos en aquellos que he tenido oportunidad de contemplar- se logre esa amenidad y eficacia consustancial a una época ya perdida en el cine norteamericano como fábrica de evasiones.

En esta ocasión, y como ya haría posteriormente con otras aportaciones, Maté firmó una película encuadrada en el western, en la que se entrelazaba un poderoso aliento melodramático –en esta vertiente cabría definir la posterior THREE VIOLENT PEOPLE (La ley de los fuertes, 1957)-. Y es evidente que en esta ocasión trataba de aprovechar una serie de estereotipos que ya habían tenido un probado éxito entre los aficionados al género. Desde el recurso de la venganza, la presencia de clanes poderosos, el aire purificador del incendio, las infidelidades... Toda una serie de iconos que hemos visto en mil y un títulos anteriores y posteriores de forma mejor planteada... y también peor, por que no decirlo.

La película de Maté nos narra la historia de las presiones que sufre John Parrish (Glenn Ford) para que venda su rancho a la poderosa familia Wilkison que encabeza su patriarca Lee (Edward G. Robinson). Parrish es un antiguo combatiente que ha estado residiendo durante tres años en una localidad. Allí ha logrado una relación estable con una joven de la comunidad, que le ha intentado convencer para vender su propiedad y huir con ella en busca de un futuro más próspero. Presionado por la insistencia de esta y de alguna manera dubitativo ante las ganas de huir de una ciudad dominada por los sicarios de Wilkinson –representados especialmente en la figura del pendenciero y asesino Wade Matlock (Richard Jackel)-, el protagonista decide efectuar la venta –por más que tanto sus vecinos como sus propios operarios intentan influirle para desistir de dicha venta-. Sin embargo, en la visita al rancho de Wilkinson rechazará la exigua cantidad que le ofrecen. Dicha circunstancia y el asesinato de uno de sus más fieles ayudantes, afianzarán en él la convicción de no vender sus propiedades, vengar la muerte de su colaborador y lograr soliviantar a los pequeños propietarios para lograr mantener sus propiedades. Todo ello les permitiría escapar del pérfido influjo del poderoso terrateniente, que en buena medida ha hecho dejación de su poder en la dirección del mismo, tullido e impedido. En su lugar, será su hermano el que comanda las actividades delictivas, ya que este se encuentra apoyado por la ambiciosa mujer de Lee –Martha (Barbara Stanwyck)-, asimismo amante de su propio cuñado.

Y realmente lo mejor de THE VIOLENT MEN –más allá de su cuidada fotografía en color y los elementos paisajísticos dispuestos en su metraje-, provienen de todo aquello que relaciona la presencia de esta ambiciosa pero aún atractiva mujer, que no duda en ser infiel a su marido, en forzar incluso su muerte en un espectacular incendio, y en aliarse con el hermano de este para proseguir en el control de ese poder que siempre ha ansiado de parte de su marido. Mas allá del carisma que una vez más despliega la que sin duda ha sido siempre una de las intérpretes más personales del cine norteamericano, en sus apariciones con coloristas vestidos –el inicial se presenta con unos destacados azules-, lo cierto es que la misma retoma una serie de personajes femeninos dotados de especial personalidad en el universo del western –recordemos el ejemplo cercano de JOHNNY GUITAR (1953. Nicholas Ray) y que la propia Stanwyck había encarnado en títulos como CATTLE QUEEN OF MONTANA (La Reina de Montana, 1954. Allan Dwan).

Lo cierto es que en la película de Maté destacan determinadas secuencias caracterizadas por su sadismo –la trampa que tienden al ayudante de Parrish, hasta que este es rematado, atado con varios lazos, con un tiro de Matlock; la propia secuencia del incendio, o la previa en la que los hombres que comanda el protagonista del film tienden una emboscada a los sicarios de Wilkinson- y lo cierto es que la película desciende en su interés a partir del desarrollo de la espectacular secuencia del incendio. Tras la aparición aún con vida del patriarca y su posterior unión al grupo de Parrish –entre ellos, su joven hija que pronto se enamorará del personaje encarnado por Glenn Ford-, ni el momento de la propia muerte de Martha logran levantar unos últimos minutos caracterizados por haber perdido el nervio que previamente se habían logrado, y que de alguna manera aparecen demasiado dulcificados.

Calificación: 2

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