THE GREEN GLOVE (1952, Rudolph Maté) El guantelete verde
Es indudable que pocos guionistas han emergido dentro del cine británico y, posteriormente, el norteamericano, cuya impronta temática y de situaciones, sea tan clara como la del inglés Charles Bennett. Vampirizado en sus propuestas por haber aportado su personalidad a algunas de las películas más célebres de Alfred Hitchcock –que nunca fue especialmente generoso con la aportación de sus colaboradores-, lo cierto es que el mundo de Bennett se puebla con aventuras inesperadas y azarosas, personas inocentes envueltas en historias trepidantes y culpabilidades en ningún momento buscadas. Todo ello desarrollado en marcos y emplazamientos exóticos, y lugares por lo general lejanos de la cotidianeidad. Ello no va a llevarnos a afirmar que este subgénero fue patentado por el inglés, pero es indudable que su ingenio y experta capacidad como guionista –lo que contribuyó en buena medida a oscurecer su inclinación natural al teatro-, fueron la base para frutos realmente destacables en esta faceta. No puede decirse, empero, que sea esta la cualidad que defina THE GREEN GLOVE (El guantelete verde, 1952. Rudolph Maté). Y con ello no quiero señalar que nos encontremos ante un título despreciable. Es innegable que en su modestia el film de Maté tiene su encanto y algunas de sus secuencias adquieren una notable fuerza cinematográfica, al tiempo que posee esa amenidad propia de la producción de serie B –lo cual en teoría debería proporcionar a la película un plus de interés, uniendo a ello el hecho de encontrarnos con un título apenas evocado ni comentado-. Finalmente, THE GREEN… se extiende como una thriller de aventuras, integrando en su discurrir buena parte de los rasgos temáticos antes apuntados.
La acción se inicia en un pequeño pueblo montañoso de Francia. Su apacible discurrir se interrumpe cuando de forma sorpresiva comienzan a tañir las campanas de su iglesia, detenidas desde bastante tiempo atrás debido a la desaparición de una reliquia denominada “el guantelete verde”, que se encontraba expuesta en el templo. La situación se manifestará misteriosa para el sacerdote, ya que encontrará junto a las campanas un cadáver, apareciendo repentinamente la reliquia en la urna donde, hasta pocos años antes, esta se encontraba expuesta. La acción retrocederá hasta 1944, cerca del triunfo aliado, situándonos en el mismo entorno y con el protagonismo de Mike Blake (Glenn Ford), un combatiente aliado que se encontrará sorpresivamente con un hombre –posteriormente sabremos que se trata del conde Roma (George McCready)- que le muestra la reliquia que porta en una cartera. El impacto de una bomba dejará inconsciente a Blake, y llevará a huir al segundo, dejándose la cartera y la reliquia. Cuando Mike se recupera es trasladado hasta un castillo ubicado en la localidad, donde recibe atenciones por unos aristócratas que celebran el inminente triunfo aliado, aunque ello lleve a vivir a nuestro protagonista la involuntaria muerte del hijo de la propietaria, que se disponía a dar una señal para salvaguardar al invitado. La acción se traslada unos años después a París, donde Mike ha vivido unos años azarosos y dominados por el fracaso, algo a lo que se unirá el hecho de sentir la sensación de verse vigilado. Una serie de incidencias y un crimen perpetrado en su habitación de hotel, le inducirá a pensar que Roma se encuentra tras él para recuperar la valiosa reliquia –que dejó en el castillo donde permaneció tan poco tiempo-. A partir de ahí se iniciará una aventura en la que nuestro protagonista será perseguido paralelamente por la policía francesa y los sicarios de Roma, siendo acompañado por una joven guía francesa –Christine (Geraldine Brooks)-. Con ella se desplazará hasta el entorno que pisara años atrás, siguiendo la pista de la codiciada pieza –que Roma desea vender a un precio muy elevado; es anticuario-, y sirviendo toda esta peligrosa andanza para que Mike finalmente recupere su autoestima existencial, iniciando con ello un nuevo rumbo en su vida.
En una lejana entrevista, Charles Bennett calificaba THE GREEN GLOVE como un desastre, en la medida que no resultaban verosímiles los distintos idiomas y acentos que se expresaban en sus personajes, y el hecho que las andanzas del film en ocasiones resulten increíbles. Es indudable que algo hay de ello, sobre todo en la medida que las peripecias descritas en no pocas ocasiones carecen de fundamento, y se muestren sin el debido rigor ni credibilidad. Muchos de los giros de la acción parecen surgidos de la improvisación y, sobre todo, no se describen perfiles psicológicos de la pareja protagonista –no hay quien se crea la relación que se establece casi instantáneamente entre Mike y Christine-. En ese aspecto, lo cierto es que el film de Maté resulta un auténtico fracaso. Y es algo a lo que habría que añadir el hecho de la falta de pasión con la que el ecléctico realizador firma la película. Es indudable que con un realizador de la destreza de Henry Hathaway o Jean Negulesco –pensando en sus atractivas aportaciones al cine de misterio en la segunda mitad de los cuarenta-, estas premisas se hubieran cuidado más y, sobre todo, hubieran contado una superior tensión dramática, por lo general ausente en esta ocasión. Es cierto que la menguada aportación a la dirección de este prestigioso operador de fotografía, se caracteriza en líneas generales por una mirada extraña –lo que no equivale a decir personal-, ante los distintos géneros en los que se vió implicado como director –“western”, aventuras, policíaco, melodrama…-. En este sentido, THE GREEN… no es una excepción.
Todos estos elementos de reserva, podrían llevar a pensar que nos encontramos ante un producto olvidable. No es así. Cierto es que hay que contemplarlo con muchas tragaderas, pero nadie puede negar su amenidad, el atractivo de algunas de sus situaciones –por ejemplo, el aire misterioso que registran los instantes iniciales, con la tranquilidad de la población alterada por unas misteriosas campanadas-, y un cierto rasgo bizarro que se desprende en situaciones desarrolladas en marcos de época o de alcance pintoresco –la iglesia, el castillo, la propia Torre Eiffel-, o en lúgubres subterráneos y derruidos-. Es a partir de esa mirada cuando se puede apreciar el atractivo parcial de una función que puede degustarse por la fuerza escenográfica de ciertos momentos –responsabilidad de Alexander Trauner-, los apuntes –siempre desaprovechados- que se desprenden con personajes como el de la viuda aristócrata traumatizada con la muerte de su hijo, que de repente recobra la razón –retornando la tristeza a ella de nuevo-, o situaciones como la persecución que se produce en los momentos finales entre Roma y Blake que, por momentos, me pareció un curioso precedente a la que años después plasmaría Alfred Hitchcock ante el impresionante Monte Rushmore en la admirable NORTH WITH NORTHWEST (Con la muerte en los talones, 1959). Sin embargo, con todas sus insuficiencias, sus descuidos argumentales y su neutralidad expresiva, THE GREEN… supone el relativo triunfo del instante y la composición visual –en algunos instantes dominará el uso de picados y contrapicados de escuela wellesiana-, sobre un conjunto armonioso y elaborado. Aunque parezca poco, el resultado es menguado pero se ve con relativo agrado.
Calificación: 2
1 comentario
nike shox o'nine -