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CINEMA DE PERRA GORDA

BATTLE HYMN (1956, Douglas Sirk) Himno de batalla

BATTLE HYMN (1956, Douglas Sirk) Himno de batalla

Incluso por los más fervorosos del cine de Douglas Sirk, a la hora de mencionar BATTLE HYMN (Himno de batalla, 1956), o bien se mira hacia otro lado o abiertamente se la cita como una obra auténticamente bastarda ¡Ahí es nada!; dar vida  un proyecto encaminado a ensalzar las hazañas bélicas y humanísticas del coronel Dean Hess (Rock Hudson), antiguo combatiente en la II Guerra Mundial atormentado por haber bombardeado un orfanato de niños, convertido en predicador metodistas en ciernes, aquejado de crisis espiritual y alistado en la Guerra de Corea. Allí alternará la lucha bélica aérea, con el salvamento de cientos de pequeños huérfanos, a los que alejará de una muerte segura. 

Indudablemente, la propuesta que emana del guión de Vincent B. Evans y Charles Grayson, alcanza un tono apologético ya presente en la misma presentación inicial del film y en buena parte de la película –que contó en el rodaje con la persistente presencia del propio coronel Hess, lo cual pareció incomodar bastante al director-. Es lógico afirmar que todos estos condicionantes y las convenciones de género bélico que se desarrollan, pesan considerablemente a la hora del resultado final del film. Pero con BATTLE HYMN me ocurre personalmente un poco lo mismo que con AMERICAN GUERRILLA IN THE PHILIPPINES (Guerrilleros en Filipinas, 1950) en la obra de Fritz Lang. Son encargos indudablemente alejados del mundo expresivo y las inquietudes de sus realizadores, en líneas generales quizá hasta impersonales, pero que de forma esporádica consiguen dotar de interés a base de intensidad cinematográfica.

En este caso, Sirk señalaba que intentó abordar en esta película la contradicción y dualidad del protagonista, entre ese guerrero que mata y luego se dedica a ofrecer sus mayores esfuerzos a salvar vidas, y apostaba por el misticismo o la extrema espiritualidad. Cierto es que una audacia de esta índole la consiguió previamente en su obra,  y de forma más lograda, con MAGNIFICENT OBSSESSION (Obsesión, 1953), pero pese a todas sus convenciones sí alcanza en bastantes momentos ofrecer la transformación que en Hess ejerce la manera y serenidad de entender la filosofía que plasman los orientales. Una vertiente en la que incide poderosamente el personaje del viejo tallista que se incorpora a la labor del coronel en la tarea de la protección de esos niños que se alojarán en las ruinas de un viejo santuario budista. Es en su interior, donde se ofrecerán quizá los mejores momentos de la película, caracterizados por el gusto y la intensidad de las composiciones visuales tan inherentes a la personalidad cinematográfica de Sirk, siempre de la mano de la brillantez y el cromatismo de la fotografía de Russell Metty, que alcanzan momentos de gran intensidad con esos colores saturados casi procedentes de un mundo plenamente espiritual.

Douglas Sirk comentaba que en su película –que no le gustaba especialmente-, no se tomaba una opinión sobre la pertinencia o no de la Guerra de Corea, pero no deja de resultar curiosa y, hasta cierto punto, chirriante, que esa dualidad del coronel sobre el que gira la historia, no adquiera una mayor significación dramática. Es evidente que los intereses de la película van por otro lado, pero no se alcanza una suficiente abstracción –el film tampoco se distancia de ofrecer una crónica hagiográfica-. En su defecto, BATTLE HYMN se decanta por los contrastes y la angustia espiritual de Hess, línea que alcanzará instantes brillantes en secuencias como aquella en la que sus compañeros de destacamento descubren que ha sido pastor metodista, la previa en la que durante la celebración navideña este no se ha atrevido a pronunciar unas palabras de acción de gracias –él es el mando superior del grupo-. Pero sobre todo esa tendencia tendrá su máxima expresión en el momento en que su amigo y compañero, es alcanzando en pleno vuelo tras protagonizar ambos una acción bélica. Gracias a los consejos de Hess –que viaja en otro avión- este logrará aterrizar. Pocas veces en el cine se ha expresado mejor una situación semejante. Una vez rescatado el herido este conversará con su compañero pidiéndole un apoyo espiritual –sabe que va a morir-, que este le concederá y permitirá que el piloto fallezca en paz y con plena aceptación.

Del mismo modo, no se puede ocultar la especial relación que se establece entre Hess y la joven coreana que ayuda a los huérfanos. Pero todos sabemos que nuestro protagonista es un hombre casado y espera un hijo, y cualquier espectador intuirá que dicho personaje deberá desaparecer de escena de una forma dramática. Así será, y protegiendo a un niño en un bombardeo, será acribillada y perderá la vida –un plano posterior mostrará la prolongación de la huída de los niños, mientras una panorámica nos lleva ante la sencilla tumba de arena de la anónima heroína-.

BATTLE HYMN destaca finalmente en una combinación de géneros, ya que junto al propiamente bélico, podemos hablar de un melodrama, un porcentaje de espiritualidad y misticismo y, finalmente, algunos apuntes de comedia –las secuencias en las que los soldados logran captar provisiones de Marina para alimentar a los niños- que logran una mayor cercanía al espectador.

Calificación: 2’5

1 comentario

Jaider Velandia -

importante resaltar el arrepentimiento y capacidad de trascender el karma que vive el coronel por hechos de su pasado, oportunos los instantes en que interviene el viejo escultor con sus ensañanzas acerca de la vida, en especial cualdo consuela al coronel luego de que este sufre remordimiento por haber bombardeado un avion enemigo. A pesar de que el tratamiento de el contexto belico no es explorado a traves de imagenes; se siente ese miedo por aquel enemigo que no se ve pero que sabemos que esta siempre presente y al acecho.